Una estudiante indígena de enfermería al sur de México mantiene a su comunidad libre de COVID-19
La ONU resaltó la labor que realiza María Micaela Jiménez en su comunidad chol, que pertenece al municipio de Tumbalá, en Chiapas.

BOGOTÁ
La indígena chol María Micaela Jiménez, estudiante de enfermería en México, inició estrategias efectivas para la prevención contra la COVID-19, lo que hasta ahora ha permitido que no se presenten casos en su comunidad compuesta por unas 500 personas.
La ONU resaltó su labor de traducción de textos a su dialecto nativo, el chol. “Hasta ahora no hay información en nuestra lengua en los medios, pero eso no puede ser impedimento para que la gente pueda estar a salvo y cuidar su salud”, dijo Jiménez a Noticias ONU.
Su comunidad se llama Esperanza por Venir y queda en el municipio de Tumbalá, en el estado de Chiapas, al sur del país.
La estudiante explica que ella está al tanto de lo que dicen las autoridades de salud y a partir de ahí lo traduce a su lengua perteneciente a los maya, para que todas las personas de su comunidad la entiendan.
Hasta ahora en su comunidad no ha habido un solo caso de COVID-19, pero tienen miedo porque en el municipio ya hay varios contagios y un fallecimiento por causa del virus.
“Tienen miedo de que venga alguien de la cabecera municipal y nos pueda contagiar o de que cuando nosotros vamos para abastecernos de cosas básicas podamos contagiarnos”, dijo Jiménez.
La estudiante explicó que su comunidad está distante de la cabecera municipal y por esta razón no tienen acceso a muchas cosas como productos para limpieza, geles, alimentos, entre otras. Para conseguirlas deben ir al municipio que está a unos 50 minutos.
Jiménez explica que su comunidad también ha vivido el impacto económico de la pandemia y para trabajar deben ponerse en riesgo. “Aquí en la comunidad casi toda la gente tiene que salir a trabajar porque va al día. Casi todas las personas son agricultoras así que tienen que salir a la siembra o a quitar maleza o a cosechar o a ver el riego”, explica María Micaela.
Ahora la comunidad ha tenido dificultades para vender sus productos. “Si bien en la comunidad hemos visto muchos gestos de solidaridad, de cómo la gente busca ayudarse una a otra, al final sí es cuesta arriba porque hay insumos que no podemos adquirir porque han subido mucho de precio”, explica Jiménez.
Pero la estudiante está segura de que saldrán adelante. “Ser choleros es un gran orgullo, así nos sentimos por ser parte de esta comunidad. Estamos seguros de que podremos salir adelante, cuidando a todas las personas que vivimos aquí, compartiendo lo que tenemos, enseñando a los niños y niñas la importancia de la solidaridad y de la ayuda en las labores de la casa y de la comunidad”, concluye.
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