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El informe que revela el “inaceptable desamparo” de los ancianos en España en medio de la pandemia

El documento desarrollado por Médicos Sin Fronteras (España) recoge las fallas y el déficit estructural de recursos, supervisión sanitaria y planes de contingencia que rodearon el horror vivido en cerca de 500 residencias de mayores en el país.

Santiago Sánchez B.  | 19.08.2020 - Actualızacıón : 21.08.2020
El informe que revela el “inaceptable desamparo” de los ancianos en España en medio de la pandemia Médicos Sin Fronteras acompaña a voluntarios de los bomberos a desinfectar espacios en la Residencia Nuestra Señora de las Mercedes de El Royo, en Soria, España. (Crédito obligatorio: Olmo Calvo - Médicos Sin Fronteras)

MADRID, España

Por: Santiago Sánchez B.

Quizá haya sido la insoportable sensación de incertidumbre, el encierro o la soledad lo que llevó a Eugenia a dejar de comer y de moverse. “Se pasaba las horas mirando por la ventana”, recuerda Carmen, directora de la pequeña residencia familiar en la que Eugenia pasó sus últimos días. Lo que continúa en su relato es doloroso: “Yo tenía miedo de que se dejase morir y empecé a sacarla cada día un rato, para ver si recuperaba las ganas. Y empezó a comer, empezó a ir a mejor”. Hasta que en una visita del sistema de atención primaria le advirtieron que debía confinarla nuevamente porque, según ellos, suponía un riesgo para todos. “No me quedó otro remedio que devolverla a la habitación; me hicieron sentir muy mal. Ella dejó de comer otra vez y a los pocos días se murió.”

Esta historia, que puede ser la de miles de ancianos españoles, es parte del informe “Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la COVID-19 en España”, desarrollado por la organización médica y humanitaria Médicos sin Fronteras (España).

El documento, publicado este martes, aborda los fallos del sistema de geriátricos tomando como referente cerca de 500 centros a los que MSF apoyó durante la crisis y revela que las residencias “tuvieron de facto que asumir una responsabilidad para la que no estaban preparadas, ni dotadas, ni protegidas con unas consecuencias desastrosas para residentes, trabajadores, equipos de gestión y un impacto directo en la alta mortalidad”.

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Pese a la opacidad que ha envuelto el proceso de registro de víctimas realizado por parte de las instituciones del Estado, según estimaciones de Sanidad alrededor de 27.000 personas mayores fallecieron en residencias entre los meses de abril y junio, lo que –según el informe de la ONG– representa el 69,1% de víctimas fatales del virus en España. Así mismo, los datos demuestran que la Comunidad de Madrid y Cataluña han sido las comunidades autónomas en las que más profunda fue la afectación de sus ancianos.

Para Ximena Di Lollo, médico y coordinadora de intervención de emergencia en residencias de mayores para España y Portugal de MSF, el abordaje de esta crisis es complejo porque la población más vulnerable, que eran los adultos mayores de 65 años viviendo en instituciones cerradas, se vio expuesta al virus en un contexto no hospitalario.

“Es como si la situación se hubiera dado en un colegio de niños y las maestras tuvieran que atender a los menores. Es un poco similar porque la gente que trabaja en residencias no tiene en general una formación sanitaria salvo algunas excepciones”, asegura. Esto se debe en gran parte a que el objetivo de estos lugares no es ofrecer tratamientos médicos, sino atención cotidiana y refugio social. En este contexto, cuando llega la pandemia, ese es un elemento determinante en el desarrollo de toda la tragedia, pues el personal se vio expuesto a un virus desconocido, altamente contagioso, atemorizante y cuyos protocolos de prevención eran inexistentes y algunas veces contradictorios.

A esto se suma, según Di Lollo la falta de priorización de estos lugares, donde vivía la gente con más riesgo de morir: “Por alguna razón en ese momento se priorizó el sistema sanitario porque se temía que los hospitales no dieran abasto; de hecho, hubo un momento que fue muy complicado mantener el sistema de cuidados intensivos y de guardias y de atención primaria, pero el principal problema es que las residencias no pertenecían a este circuito”.

El dolor de los ancianos es de todos

El sistema de residencias para mayores en España es complejo, porque se constituye a través de distintos tipos de gerencias (privadas, públicas o concertadas), distintos tamaños y una distribución física que puede variar de un edificio de varias plantas a un estrecho piso tupido con camas, lo que dificulta la estandarización de medidas, protocolos y equipamientos. Sin embargo, según ha revelado la publicación de MSF, el déficit de recursos, supervisión sanitaria y planes de contingencia ha sido estructural.

En otro de los testimonios recogidos por el documento se puede leer en palabras de Luisa, una trabajadora social de las residencias visitadas por los equipos de MSF, que ante las llamadas a los hospitales de referencia para solicitar la derivación de ancianos enfermos, les indicaban elegir a una sola persona para admitirla. “Aun así, la ambulancia no venía a recogerla y fallecían en las pocas horas o días”.

Al respecto, MSF señala dentro de sus conclusiones que “no hubo una respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas, coordinada con los servicios asistenciales y de salud, en particular durante el pico epidémico”. Esto, en gran medida como consecuencia de una falta de coordinación institucional y del liderazgo necesario para proteger a los más vulnerables.

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Con los rebrotes registrados desde hace algunas semanas y la posibilidad de que se disparen los contagios una vez finalice el verano, el informe de MSF plantea unos nuevos mínimos para contener el avance del virus en este segmento de la población.

“No queremos decisiones centradas en la enfermedad y en el contagio, sino en el bienestar de la persona”, afirma Di Lollo. “Al final no es solamente un pulmón que va a estar más o menos afectado por una respuesta inflamatoria a un virus, sino que es una persona que cuanto más sola esté, más angustiante va ser la situación, más débil va a estar su sistema inmune y tendrá menos posibilidades de recuperación”.

El gran desafío no solo yace en fortalecer el acceso al sistema sanitario de calidad y de atención primaria, sino en transformar la actitud hacia lo que significa esta tragedia. “Lo que me produce una reflexión profunda es que vimos por televisión que se estaba muriendo gente en las residencias, que los familiares no podían despedirse y esto fue de alguna manera tolerado”, señala Di Lollo.

Ante la amenaza latente del virus, con un triste dibujo de lo ocurrido y algo más de claridad sobre cómo gestionar este escenario, es una responsabilidad ineludible de la sociedad en su conjunto proteger a sus mayores. Esa reflexión, tan amplia como relevante, comienza por asumir que, sin importar las implicaciones, esto no puede volver a suceder.

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