El Hoyo, un área de segregación donde los migrantes viven un infierno en EEUU
A este lugar son trasladados los migrantes que incurren en comportamientos considerados inapropiados: en este caso, hacer una huelga de hambre para exigir medidas para evitar la propagación del coronavirus.

MÉXICO DF
Por: Alejandro Melgoza Rocha
Casi una decena de agentes migratorios estadounidenses despertaron a las 7:00 de la mañana del 4 de abril a Carlos Celaya, alias ‘El Ronco’. Lo sacaron de su celda, le colocaron esposas y luego, junto con otros de sus compañeros, lo trasladaron al área de segregación del Centro de Detención de Otay Mesa, en San Diego, Estados Unidos, el cual pertenece al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de ese país (ICE, por sus siglas en inglés).
Todas las personas recluidas en el denominado ‘Hoyo’ se habían manifestado tres días antes, mediante una huelga de hambre, contra la falta de medidas sanitarias que se habían tomado en dicho centro de detención para evitar la propagación del coronavirus.
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De hecho en todos los centros de detención del ICE ya se han reportado 202 personas contagiadas con COVID-19, de las cuales 66 son guardias y 136 son migrantes. También se ha reportado un fallecimiento por la enfermedad. Se trata de un migrante salvadoreño, según datos del propio ICE, que no atendió la petición de entrevista de la Agencia Anadolu.
‘El Ronco’, conocido así entre sus amigos migrantes porque tiene un tubo de traqueotomía que le hace hablar en un tono grave, habló con la Agencia Anadolu sobre el “infierno” que viven los migrantes y solicitantes de asilo provenientes de todo el mundo, pero especialmente de México y Centroamérica, en los centros de detención estadounidenses.
“En Otay Mesa hay injusticia y sobre todo maltrato a los detenidos. Están luchando porque se les dé la libertad bajo un grillete, porque hay miedo por el virus del COVID-19. Vienen huyendo de diferentes países para salvaguardar la vida y no les dan el trato que se merecen”, cuenta Celaya, quien tiene 35 años y es originario de Tegucigalpa, Honduras.
Fue ese miedo el que lo llevó a él y a sus compañeros a dejar de comer, aunque los recluyeran dentro de ‘El Hoyo’, una sección con capacidad para 72 personas donde -según las fuentes consultadas- los aíslan de manera indefinida, no les proveen ropas ni cobijas y reciben tratos discriminatorios.
“Te dejan así, que aguantes el frío… Está helado… te llevan ropa y cobijas cuando quieren”, explica Celaya, quien añade que en ese lugar no les importa si las personas están con sus plenas facultades mentales o si estas se han visto afectadas.
“En ese centro estuve para mi solicitud de asilo. Recibí mucho abuso, discriminación por ser parte de la comunidad LGBT y tuve un trato inhumano como detenido”, cuenta Édgar Reyes, otro migrante recluido en Otay Mesa.
Las acusaciones de ambos coinciden con una carta firmada por 50 organizaciones e instituciones que fue dirigida a congresistas de California el pasado 24 de abril, en la que se narran las condiciones de este centro migratorio.
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De uniformes a máscaras médicas
Las inconformidades en dicho centro del ICE iniciaron desde el 25 de marzo en la sección ‘A’, donde están concentradas las mujeres solicitantes de asilo.
Según Reyes, los problemas se originaron cuando ellas pidieron máscaras médicas y guantes, pero las autoridades norteamericanas no se las proporcionaron. “Las chicas empezaron a improvisar mascarillas con las camisas de sus uniformes”, cuenta.
A raíz de lo anterior, los agentes del ICE les entregaron a las migrantes un supuesto documento redactado en inglés cuyo contenido señalaba que aceptaban una máscara médica y un solo par de guantes como medida sanitaria. No obstante, también decía que el “ICE no se hacía responsable por cualquier contagio”.
Eso derivó en que las mujeres se negaran a firmar, sobre todo porque no había traductores que las asesoraran. Ante la tensión, las comenzaron a rociar con gas pimienta. Días después habría de venir la huelga de hambre.
Los rumores corrieron dentro de Otay Mesa hasta la sección ‘J’, en la cual se encontraba Carlos Celaya, quien cuenta que “al ver tanto muerto afuera, dio miedo. Afuera hay medidas que puede tomar uno mismo, pero aquí adentro no hay medidas de seguridad sobre ese virus: duermen ocho personas en un solo cuarto; entonces está algo atemorizante adentro”.
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Para llegar hasta ahí, Celaya -al igual que Reyes- cruzó todo el territorio mexicano a bordo del llamado tren ‘La Bestia’, tomaron autobuses y caminaron miles de kilómetros.
Él cuenta que luego de un secuestro que cometieron en contra suya, así como después de otros problemas de seguridad, que se reserva por temor a represalias, decidió salir de su país rumbo a Tapachula, Chiapas, la localidad mexicana más cercana a la frontera con Centroamérica.
Así comenzó su propio éxodo, el 24 de marzo de 2018, en el que pasó por numerosas ciudades a través del tren. “Es una maravilla inolvidable que viví en ese tren, aunque con un frío horrible. Soy de los caravaneros de 2018, entonces estoy agradecido por tener oportunidad de hablar, recordar buenos momentos y malos momentos”, apunta.
Durante su travesía nació su apodo de ‘El Ronco’, y recuerda con “cariño” el nombre de varios mexicanos que le ayudaron, especialmente cuando su tubo de traqueotomía se tapó, por lo que su vida estuvo el peligro. Sin embargo, llamaron una ambulancia y lo atendieron. Al centro de detención se entregó el 4 de mayo de 2019 para iniciar su solicitud de asilo.
Ya en calidad de libertad, aunque con un grillete electrónico puesto en su pierna izquierda desde el pasado 7 de abril, Carlos cuenta que las audiencias salieron a su favor, por lo que al tener la condición de asilado puede recibir comida y atención diaria. No sabe si se va a quedar o lo van a deportar, pero con todo y un grillete en la pierna se dice agradecido con Dios en estos tiempos de pandemia.
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