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Santiago de Chile, de ser una de las ciudades más seguras de Latinoamérica a estar azotada por la delincuencia

El aumento de la inseguridad se debe según expertos, entre otras cosas, a que las autoridades ahora están más pendientes de vigilar las cuarentenas que de combatir la criminalidad y a que los delincuentes jóvenes no le temen al sistema judicial.

Andrea Aguilar Córdoba  | 13.04.2021 - Actualızacıón : 15.04.2021
Santiago de Chile, de ser una de las ciudades más seguras de Latinoamérica a estar azotada por la delincuencia SANTIAGO, CHILE - 12 DE DICIEMBRE: Las fuerzas de seguridad chilenas montan guardia en una calle durante el cierre impuesto para detener la propagación de la pandemia de coronavirus (COVID-19) en Santiago, Chile el 12 de diciembre de 2020. (Alejandro Olivares - Agencia Anadolu)

SANTIAGO, Chile

Por: Andrea Aguilar Córdoba

Los asaltos a plena luz del día y los robos de vehículos en los sectores más acomodados de la capital chilena se suman a los homicidios y las balaceras en las zonas populares de Santiago, una ciudad que en el 2019 figuraba como la más segura de América Latina, según el Índice de Ciudades Seguras (SCI) del diario The Economist.

“Teníamos una tasa de dos a cuatro homicidios por cada 100 mil habitantes, éramos el segundo país menos violento después de Canadá, pero ahora hay un aumento en los homicidios entre organizaciones criminales o bandas por encuentros entre grupos que se quieren apropiar de territorios o conflictos asociados a las drogas, lo que ha implicado un alza del 33% de los homicidios”, señala a la Agencia Anadolu el exsubsecretario de Prevención del Delito, Antonio Frey.

Este aumento de los homicidios se suma al incremento de “portonazos”, que es como se conoce a los robos violentos que se registran cuando una persona va llegando a la puerta de su casa, y a las llamadas “encerronas”, en las que grupos criminales le cierran el paso a autos que van en movimiento y los asaltan.

“Hablamos de 390.000 denuncias al año de delitos contra las personas donde la característica común es que participan más de una persona, son violentos y en un corto periodo de tiempo. Vemos más violencia en delitos donde antes no la veíamos como el robo con sorpresa o el hurto simple. Hoy por un celular pueden llegar a matar, incluso si no oponen resistencia”, señala el director de la Fundación San Carlos de Maipo, Marcelo Sánchez.

Aunque con la llegada de la COVID-19 se registró un descenso en el número de crímenes, por el confinamiento, con el paso de los meses y el aumento del desempleo empezó a registrarse un aumento de la violencia en las calles que ha desbordado la capacidad de las autoridades, que están más preocupadas por la fiscalización del cumplimiento de las cuarentenas.

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“Antes era impensado que te asaltaran en un mall (centro comercial). Ahora la seguridad se ha reducido y están aprovechando esa falencia porque las autoridades se están abocando más a las medidas de pandemia que al combate a la criminalidad”, señala a la Agencia Anadolu el experto en seguridad Oscar Torrejón.

Aumento de la criminalidad entre jóvenes

De acuerdo con el Estudio de Exclusión Social, presentado por la Fundación San Carlos de Maipo y la Fundación Paz Ciudadana, más del 20% de los jóvenes delincuentes está orgulloso de serlo y tuvo modelos parentales delictivos en un entorno en el que se valora y se normaliza el delito.

“La bandas lideradas por el narcotráfico han tenido principal foco en el reclutamiento de niños entre los 11 y 14 años porque no son imputables y los mandan para la casa porque hay lista de espera en el Servicio Nacional de Menores, aunque sus familias usualmente están relacionadas con el delito. Uno de cada cuatro niños que delinquen tiene una mamá o papá presos y la mitad ha tenido un adulto responsable preso”, señala a la Agencia Anadolu Marcelo Sánchez.

Por su parte, el diputado de Unión Demócrata Independiente Jorge Alessandri señala que entrar a un centro comercial con armas de fuego a plena luz del día, como ocurrió en el centro comercial Alto La Condes el pasado 26 de marzo, es señal de que los delincuentes jóvenes no le temen al sistema judicial.

“Hay un cambio de paradigma y la delincuencia ya no le tiene miedo a matar, a enfrentar a la Policía y enfrentar a la justicia una y otra vez. Hemos visto que los delincuentes actúan sin miedo y de forma impune. Si antes elegían la oscuridad para atacar o una casa sin moradores, hoy eligen el día y casas con familias completas adentro. Si antes los vehículos elegidos eran aquellos estacionados en lugares oscuros, hoy una encerrona te obliga a entregar el auto aunque vayas con cuatro o cinco personas arriba”, señala Alessandri a la Agencia Anadolu.

El mito de los extranjeros

Una de las hipótesis con las que se ha tratado de explicar el aumento de la criminalidad en la ciudad de Santiago ha sido la masiva llegada de inmigrantes en los últimos años, además de la introducción de nuevos métodos para delinquir y la ruptura de ciertos códigos que impedían atacar a mujeres, niños y adultos mayores.

“Los de afuera trajeron el medio para delinquir acá en Chile o el delincuente chileno copió estas conductas. Si bien ingresó gente buena, también llegó gente con antecedentes y eso no se filtró. Por eso ellos se ven en un país donde las medidas de seguridad eran bastante bajas comparándolo con sus propios países. Así que tomaron esta violencia y la transmitieron a sus pares chilenos”, asegura el experto en seguridad Óscar Torrejón.

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Sin embargo, según el exsubsecretario de Prevención del Delito Antonio Frey, la mayor parte de los extranjeros que llega a Chile no viene a delinquir. Aunque aspectos como la marginalidad, la falta de trabajo o el hacinamiento pueda incidir en que esta población vea en el crimen una salida a su situación económica, no es un fenómeno transversal.

“Puede ser que alguno lo haga, pero no es un comportamiento estadístico importante, más allá de lo que le gusta decir a los políticos en sus planes de populismo penal. Los expertos no dan señales que esto haya cambiado”, asegura Frey.

Esto se evidencia también en las cifras entregadas por organismos como el Servicio Jesuita de Migrantes, cuyo más reciente informe indica que, durante el 2019, el porcentaje de extranjeros que han cometido crímenes es de un 1,4%, en comparación con la población chilena, que registró un 4,1%.

“Se decía que el sicariato había llegado con los colombianos y eso es falso. Hay casos de sicariato en Chile desde hace muchos años. Tampoco es cierto que los extranjeros delincan más que los chilenos. Su tasa de encarcelamiento es bajísima. Puede que haya casos significativos vinculados a operaciones en el entorno nacional, pero no son los extranjeros los que vinieron a crear los delitos”, destaca Marcelo Sánchez a la Agencia Anadolu.

No obstante, expertos coinciden en que la globalización de la criminalidad se ha ido acentuando y los modus operandi van siendo imitados entre países porque medios lo muestran y la agenda delictiva es considerada como un fenómeno social de alto rating en Chile desde los años 90. Eso hace que se den a conocer las formas de trabajo de las bandas.

“Los medios muestran hace 30 años, por al menos 15 minutos, cómo actúan los delincuentes y ellos mismos ven televisión y aprenden de los errores de los otros. Pero no veo que haya una transnacionalización más allá de los últimos años”, concluye el exsbsecretario de Prevención del Delito, Antonio Frey.

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