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La lucha de dos años de una colombiana para probar la inocencia de su esposo venezolano

El 19 de diciembre de 2018, el venezolano Carlos Pino fue expulsado de Colombia, acusado de ser un espía del Gobierno venezolano. Dos años después, su esposa Gloria Flórez insiste en que el caso es un ‘falso positivo’ y no hay pruebas contra él.

Natalia Torres Hernández  | 19.12.2020 - Actualızacıón : 23.12.2020
La lucha de dos años de una colombiana para probar la inocencia de su esposo venezolano BOGOTÁ, COLOMBIA - ENERO 15, 2020: La líder política y defensora de derechos humanos colombiana Gloria Flórez Schneider muestra los retratos familiares de ella y su esposo, el venezolano Carlos Pino, quien fue expulsado de Colombia por el Gobierno de Iván Duque el 19 de diciembre de 2018. En entrevista con la Agencia Anadolu, Flórez cuenta cómo ha sido el proceso durante estos dos años para demostrar la inocencia de su esposo y el derecho de su hijo a tener una familia. (Natalia Torres - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

Por: Natalia Torres Hernández

Unas navidades tranquilas. Eso era lo que esperaba Gloria Flórez Schneider en diciembre de 2018, después de un año tan difícil: había perdido a su madre, hizo una intensa campaña política para el Senado de Colombia y aunque salió elegida, le quitaron la curul a solo doce horas de posesionarse como senadora. Era un momento para dejar atrás, pedir los deseos para el nuevo año y compartir en familia. Pero esto último también se lo arrebataría ese año.

El 19 de diciembre de 2018, su esposo Carlos Pino fue abordado sin mayores explicaciones por unos policías a la entrada de su casa. Había acabado de llegar de un almuerzo al que lo invitaron en calidad de funcionario de la Embajada de Venezuela. Nadie entendía lo que pasaba. Al cabo de unas horas, llegaron unos agentes de Migración Colombia para llevárselo; Gloria le rogaba que no se subiera a la camioneta, pero él insistió en que debía hacerlo para no ponerla en riesgo a ella ni a su hijo. Ese mismo día en la tarde, fue trasladado en avión a la ciudad fronteriza de Cúcuta y expulsado de Colombia en el Puente Internacional Simón Bolívar.

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La noticia se difundió rápidamente en medios nacionales e internacionales. Lo señalaron de “ser un espía de Nicolás Maduro”. Unas cuantas declaraciones públicas salieron al aire y días después la noticia se apagó con la misma velocidad. Para Gloria, sin embargo, quedó la incertidumbre, la angustia y una separación forzada de la que aún hoy busca respuestas. En entrevista con la Agencia Anadolu, dos años después del hecho, Gloria Flórez cuenta cómo ha sido el proceso para enfrentar lo que ella llama “un falso positivo” y las irregularidades que se ha encontrado tratando de esclarecer el caso.

“No hubo un debido proceso”

Lo primero que cuestiona Gloria es la resolución administrativa que expidió Migración Colombia para expulsar a Carlos Pino. Según ella, en las declaraciones que dio el entonces director de la entidad, Christian Kruger, “el 18 de diciembre ya habían tomado esa decisión administrativa, porque ‘era un espía’ y ‘un peligro para la seguridad nacional’. La primera pregunta que yo me hacía es: si tenían ya la resolución de Migración Colombia del 18 de diciembre, ¿por qué no la presentaron aquí? No se notificó, no lo notificaron aquí el 19, sino que se inventaron que era solamente una visita para revisar su situación”.

Cinco días después de la expulsión de Pino, “el 24 de diciembre, aquí en la mañana, llega a esta casa una documentación, un sobre de manila de Migración Colombia, donde viene la famosa resolución con una fe de erratas –señala Gloria–. La fecha del 18 de diciembre que aparece en la primera página está bien, pero en la segunda y en la tercera página aparece una fecha del 4 de septiembre del 2014. Toman una resolución de otra persona, cortan y pegan, les queda bien en la primera (página) pero en la segunda y en la tercera no. Para mí, no existía esa resolución y la montaron a última hora. Tuvieron que acelerarse a cubrir un hecho arbitrario de las autoridades de Migración”.

Por eso plantea los siguientes interrogantes sobre lo ocurrido ese día: “¿Por qué inventaron, primero, que la Policía tenía que requisar la camioneta porque había sido reportada como sospechosa? ¿Por qué Migración Colombia no nos dice: es que nos lo tenemos que llevar para una revisión de su situación migratoria? Nunca se presenta el famoso documento del 18, el día de su detención arbitraria, a todas luces arbitraria y violando el debido proceso. El debido proceso nunca se cumplió. Contra una persona que tenía su residencia desde el año 2000 en Colombia, casado conmigo en el 2001, llenando todos los requisitos, con un hijo menor, etc.”.

La tutela

Además de la resolución, Gloria denuncia que dos días después de la detención y expulsión de su esposo, “el hostigamiento de ahí en adelante fue terrible, todos los días. A los alrededores de la casa empieza a haber una vigilancia afuera con radios... O sea, nos iban a allanar”. Cuenta que tras varias llamadas solicitando ayuda, el entonces defensor del Pueblo, Carlos Negret, estuvo en permanente comunicación con ella y la presión de la vigilancia disminuyó.

A pesar de eso, se quedaron durante un mes “protegiendo la casa”: “Salimos de esta casa como el 28 de enero. Duramos cuidando nuestra casa como leones acá encerrados como un mes, porque como no tenían pruebas, temíamos que se nos metieran y sembraran pruebas. Entonces decía uno: no podemos dejar la casa sola, porque quién sabe qué hagan”.

Los hechos mencionados, además de la inexplicable pérdida del celular de Carlos Pino en el proceso de traslado hacia Cúcuta ese miércoles, fueron relatados en una acción de tutela que interpuso Gloria ante la justicia, para salvaguardar los derechos de su hijo, que en ese momento era menor de edad, a tener una familia.

“Infortunadamente pues la tutela en primera instancia falló en contra, bajo el argumento que había otros recursos judiciales, que en este caso es la nulidad y restablecimiento del derecho. Pero lo más arbitrario, y que me dolió en el alma, fue que el juez dice: "y además se pueden ir cuando quieran del país". Llevo 40 años en este país como defensora de derechos humanos, no me he ido del país, siempre he estado en los momentos más duros, me he quedado aquí resistiendo, enfrentando, ¿ahora un juez de la República me va a obligar al exilio? Eso fue una afrenta, me sentí revictimizada. "Váyanse del país", más o menos fue el mensaje del juez”, cuenta Gloria.

Aunque en segunda instancia la tutela también fue rechazada, “un magistrado hace un salvamento de voto. De los tres, uno dice: yo me aparto de la decisión mayoritaria y dejo sentado mi salvamento de voto”, señala Gloria. En él, el magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Luis Manuel Lasso, expone, entre otros argumentos, lo siguiente respecto a los informes en contra de Pino:

“No obstante, una revisión detallada de los informes de inteligencia suministrados (...) permite advertir que estos consignan señalamientos generales, imprecisos, carentes de circunstancias sobre tiempo, modo y lugar en las que habrían ocurrido los hechos de alteración o amenaza de la seguridad nacional a la República de Colombia. Dicho en otras palabras, hay un precario acervo fáctico acerca de los motivos que se tuvieron para justificar la expulsión del país de Pino García”.

A pesar de que la decisión fue negada, esto representó un nuevo aire en el caso, afirma Gloria. “Por fin volví a creer en algo del Estado y de la justicia. Porque yo decía: ¡Yo ya no creo en nada! Aquí no hay Estado de Derecho. Pero ese solo hecho a mí como que me devolvió la esperanza. Y dije: vamos a seguir peleando”.

“Un hombre hogareño”

En el contexto de la actividad como defensora de los derechos humanos que ha ejercido Gloria Flórez desde 1980, se conoció con Carlos Pino en 1999. Como directora de la ONG Minga, a Flórez la contactaron las familias de unos venezolanos que habían sido capturados en hechos confusos, durante una operación del Ejército de Colombia contra las Farc en el departamento de Vichada el 26 de mayo de 1999.

En declaraciones en esa época al diario El Tiempo, Pino declaró que toda su vida había trabajado “en remodelaciones de edificios y que viajó a Puerto Ayacucho para conocer sobre construcciones de hotelería pero que también iba a conocer sobre el proceso de paz” y que en esa operación “se le desaparecieron un reloj y 200.000 bolívares”. Junto con Pino, fueron capturados otros tres venezolanos.

“Yo era la directora de Minga, entonces llamo a los abogados y les pido que por favor atiendan este caso. Eso fue en mayo del 99. Conozco a Carlos en diciembre del 99, querían darme las gracias por todo el trabajo; ellos salen libres el siguiente año, en el 2000, y se cierra el caso judicial, porque no hay pruebas”, recuerda Gloria.

De esos encuentros comienza una relación, y Gloria y Carlos se casaron casi un año después, en el 2001. Tienen un solo hijo y Carlos es quien más pendiente ha estado de él.

(Natalia Torres - Agencia Anadolu)

“Yo soy defensora de derechos humanos, después parlamentaria, fui secretaria de Gobierno de Bogotá, una actividad en derechos humanos y política muy fuerte, viajando a todas las regiones... Y Carlos siempre ha estado con el hijo. Desde bebé. Bañaba al niño, le daba tetero. A las cuatro esperaba a su muchacho del colegio, lo sacaba en la mañana a la ruta. Carlos era, primero, un hombre hogareño, el más casero del mundo. Muy atento, muy pendiente de las cosas de la casa. Pagaba los servicios, todo, hacía mercado. Me apoyaba en todo. Por eso lo conocen tanto en todo lado. En la carnicería, en la quesería, los vecinos, todo el mundo me pregunta en las tiendas, en Carulla. Pues claro, para mi hijo fue brutal ese hecho”, expresa Gloria con tristeza.

Por otra parte, Carlos colaboraba con la embajada de Venezuela en Colombia. Según relata Gloria, “revisaba toda la prensa, medios regionales, medios nacionales, hacía su resumen y se lo mandaba al embajador (…). Él era como un puente entre los medios y la Embajada: ‘Ay, Carlos, consígueme una cita con el embajador’, ‘Ay, Carlos...’, lo conocían muchos periodistas. Y después se hicieron los de la vista gorda”. Y no solo eso, sino que ella señala que debido a esta cercanía con los medios de comunicación, después fue acusado de estar haciéndole seguimiento a los periodistas.

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En todo caso, al estar también a cargo de muchas de las cosas cotidianas del hogar, la expulsión de Pino significó no solo la ruptura de la familia sino la pérdida de su identidad. “Como a él le quitaron su cédula, su cédula de extranjería fue eliminada, entonces, por ejemplo, me llaman del banco y me dicen: "Señora, es que a su esposo, al señor Carlos Pino, tiene que sacarlo como beneficiario porque él ya no tiene cédula acá”. Imagínate. Todo: los bancos, el seguro, etc. Es destruirle a uno la familia”.

Sin contar con los problemas que tuvieron que sortear para poder viajar a verlo a Venezuela, porque como su hijo aún era menor de edad, necesitaba una autorización de su padre para salir del país y el cierre de relaciones entre los dos países dificultaba demasiado los trámites.

“Cuando ya tenía el poder apostillado por la Cancillería venezolana, en Cancillería me dijeron que como no reconocen al Gobierno de Maduro, “¿qué tal que en Migración usted vaya a salir con ese muchachito y no lo dejen salir?”. Entonces me tocó ir a Bienestar Familiar, como si mi esposo estuviera desaparecido. Me entregaron todo lo que yo tenía que llenar como si mi esposo no hubiera vuelto a aparecer”, explica Gloria.

La pandemia

Después de la expulsión, Gloria y su hijo pudieron ir a visitar a Carlos en Caracas en junio y en diciembre de 2019. Sin embargo, al llegar la pandemia, como en el resto del mundo, las circunstancias cambiaron también para la familia Pino Flórez.

“La pandemia ya era un hecho mucho más drástico, más complejo, no puedes viajar, no se puede uno mover. Ya manteníamos una permanente conexión con él a través de Whatsapp y de videollamada y pues eso aliviaba un poco la carga de la angustia de no poder estar juntos. Afortunadamente los avances tecnológicos nos permiten ahora esa comunicación virtual. Ha sido nuestra forma de comunicarnos siempre y estar como presentes siempre en medio de la distancia obligada que nos ha impuesto este Gobierno”.

En la primera semana de diciembre, Gloria fue invitada como observadora internacional en las elecciones legislativas en Venezuela y tuvo la oportunidad de reunirse con Carlos. La alegría de verse, no obstante, fue empañada por otro episodio de persecución que ella denuncia en esta entrevista. Su vuelo rumbo a Caracas hacía una parada en Santo Domingo y al llegar al hotel de la capital dominicana, encontró que su equipaje se encontraba en un estado raro.

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“Tenía muy bien organizado: los medicamentos de Carlos en un lado, en el compartimento de arriba de la maleta. Y en la parte de abajo tenía los celulares que llevaba y había organizado mi ropa de tal manera que no llegara tan arrugada. Cuando abro la maleta y veo semejante revuelto, los medicamentos de Carlos en la parte de abajo, no en la tapa de arriba; los celulares los habían puesto en la parte de arriba. La ropa toda arrugada, metida así a presión. Al principio pensé: "me robaron". Me puse a llorar y dije: "¿será que no me van a permitir entrar al país? ¿Esto es un mensaje para que no vuelva?”.

Gloria no tiene dudas en afirmar que “era más claro" que era un mensaje hacia ella. "Así lo sentí y por eso reaccioné como reaccioné. Porque sentí que era una agresión, como una advertencia. Él no puede venir, yo soy la que tengo que viajar y si tengo ese riesgo para salir de Colombia... es como decir: "La estamos siguiendo". Fue un mensaje muy complicado, muy doloroso y yo, bueno, estoy dispuesta a pelear a ver, así se quede todo en la impunidad como suele suceder”.

Sobre el caso hasta el día de hoy asegura que no ha pasado nada con la investigación ni con la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho, también en gran medida por el cese de actividades que causó la pandemia en la rama judicial.

Pese a todo lo que han tenido que soportar como familia en estos dos años, está convencida de que seguirá luchando para que se haga justicia y concluye que “si algo tengo siempre que hacer es trabajar por la paz. La paz entre las dos naciones, somos pueblos hermanos. No podemos permitir que ganen los que pretenden generar conflictos y tensiones y beneficiarse de la destrucción de los lazos de hermandad y de integración que deben reinar entre nuestros pueblos. Siempre trabajaré por la unidad latinoamericana y por la integración”.

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