
california, EEUU
Por: Senem Cevik
El poder, aunque es un componente fundamental de las relaciones internacionales, es también un concepto esquivo y difícil de medir. El papel del poder en la política ha evolucionado junto con la globalización y el avance de la tecnología digital. Ahora existe una difusión de poder que se ha desplazado de Occidente a Oriente, así como desde los gobiernos a los actores no gubernamentales.
En la era de la información el poder no se trata de cuál Ejército gana, sino de cuál historia gana. Esto es particularmente cierto en la era de las noticias falsas y la desinformación. El poder de las historias se ha convertido en una parte vital de la guerra, que se centra más en el poder que en la información.
La historia que cada nación quiere contar se encuentra en el centro de su atractivo global, y estas historias son influyentes. El politólogo estadounidense Joseph Nye acuñó el término poder blando, el cual se refiere al acto de influenciar a los demás con el fin de alcanzar metas mediante la cultura, la política y la política exterior.
Nye argumenta que un país puede lograr sus metas deseadas en la política global porque otros países admiran sus valores, emulan su ejemplo y aspiran tener su nivel de prosperidad y apertura.
El poder blando, desde que fue descrito por primera vez durante una época de bipolaridad en el orden global, ha sido crucial para la efectividad de las agendas de política exterior. El desarrollo del concepto de poder blando es un producto del orden liberal internacional, encabezado por Estados Unidos.
Esencialmente, el orden liberal internacional inició como una iniciativa occidental liderada por EEUU, la cual promovió Estados abiertos y libres con el objetivo de bloquear la expansión de la Unión Soviética y la propagación del comunismo.
Por lo tanto, las reglas determinadas por el orden liberal internacional reforzaban los ideales de la democracia y la libertad, dos valores centrales que han caracterizado a EEUU y a las democracias occidentales. Por su lado, la Unión Soviética creó su propio orden y alianzas, las cuales ofrecían un camino a la prosperidad que no incluía los ideales de democracia y libertad.
Aunque el orden global bipolar colapsó con la victoria del orden liberal internacional, los restos de la Guerra Fría se hicieron más notorios a principios del siglo XXI. Mientras el poder se hacía más difuso, desplazándose de Occidente a Oriente, el concepto de poder blando se encontró con mayores retos. El más sobresaliente de estos proviene de las democracias liberales e incluso de Estados autoritarios que ejercen alguna variante del poder blando. El año 2018 ha sido un año simbólico, durante el cual el mundo ha experimentado un caos global como las olas de nacionalismo-populismo en Occidente. Es más, estamos viendo a EEUU cada vez más aislacionista, mientras recalibra su agenda de política exterior y falla en liderar y mantener el orden internacional que creó.
Este vacío creado por EEUU está siendo llenado por poderes ascendientes, que están, en efecto, retando el status quo. Un reto clave proviene de la manera en que poderes en ascenso, como China y Rusia, emplean un poder blando que contradice sus fundamentos y definiciones.
Portland Communications publicó su lista anual Soft Power 30, la cual mide el poder blando de diferentes países. En esta ocasión, se investigaron las 30 naciones con mayor poder blando en una era de caos e incertidumbre y se dilucidaron las tendencias globales y los desarrollos en estas áreas. El índice parte de la idea de que cada nación debe tener una cuenta de recursos disponibles, y aparte de esto una evaluación de dónde y cómo estos recursos pueden ser efectivos.
Joseph Nye señalaba que existen tres fuentes de poder blando: cultura, valores políticos y política exterior. El Índice Soft Power 30 mide los recursos de poder blando de los Estados teniendo en cuenta estas tres fuentes, combinada con información objetiva y subjetiva. La información objetiva incluye subíndices de gobierno, cultura, participación global, educación, temas digitales y empresariales, mientras que para recopilar la información subjetiva Portland Communications encuestó a 11.000 personas en 25 países.
En el índice de poder blando actual, el subíndice de política exterior tiene el mayor peso de todos, con el 25,9%, la amistad el segundo, con el 20,9%, y el subíndice de gobierno el tercero, con el 20,8%. El índice es más favorable hacia las democracias liberales occidentales dado su énfasis en gobierno y política exterior.
Por lo tanto, las métricas usadas para medir el gobierno naturalmente favorecen a las naciones de este tipo, ya que es de ahí mismo que emergió el concepto de poder blando. Como resultado, las naciones que tienen recursos culturales significativos pero ejercitan un poder fuerte, tales como Rusia y China, se encuentran en desventaja para la medición de su poder blando. Turquía, que también tiene un puntaje cultural y de participación global alto, ve limitados los subíndices de gobierno y política exterior, lo cual le representa desventajas en su puntaje total.
Las muestras subjetivas del Índice Soft Power 30 no incluyen suficientes países africanos ni aquellos en la esfera de influencia rusa, lo cual es una limitación para entender el atractivo, en tiempo real, de algunos Estados no occidentales ascendientes. Sin embargo, este índice es la investigación más extensa disponible ya que mostrar tanto dónde se encuentra cierto país como cuáles se encuentran en ascenso es un reto incluso para la definición de poder blando.
Este año, el Reino Unido encabezó la lista como el país con mayor poder blando, seguido de Francia, Alemania, EEUU y Japón. Aunque hay muchas incertidumbres a las que se enfrenta el Reino Unido con el brexit, sigue contando con numerosos elementos de poder blando.
Francia, país que bajó al segundo puesto luego de llevar la delantera en 2017, aún sigue siendo un centro cultural mundial. El auge del poder blando francés logrado con la llegada a la presidencia de Emmanuel Macron se disminuyó en 2018. Las protestas de los llamados Chalecos Amarillos también ponen al país galo en un lugar de incertidumbre y en una situación volátil debido al descontento popular.
La incertidumbre en ambos países podría impactar su poder blando el año que viene. Alemania ocupa el tercer puesto debido al respeto global que ha recibido el país gracias a su canciller, Ángela Merkel, como la líder de una potencia liberal y democrática. Aunque el liderazgo alemán ha vivido momentos de inestabilidad y pasará por mayor incertidumbre cuando la administración Merkel llegue a su fin, Alemania ha probado ser capaz de liderar los valores europeos y ejercer el multilateralismo.
EEUU permanece en una espiral en caída, bajando del primer puesto en 2016 al tercero en 2017 y al cuarto lugar en 2018. Sin duda, EEUU sigue siendo una de las naciones con mayor poder blando gracias a sus excelentes instituciones de educación superior, Hollywood y sus industrias tecnológicas. El país es hogar de varias marcas reconocidas como Apple, Microsoft y Facebook. Sin embargo, son las variables de gobierno y política exterior las que afectan el poder blando del país, no sus recursos culturales.
La campaña “Estados Unidos Primero”, del presidente Donald Trump, promovió el nativismo, algo que se demuestra en la decisión de EEUU de abandonar la Alianza Transpacífica (TPP), el Acuerdo Climático de París y el retiro unilateral de EEUU del acuerdo nuclear logrado con Irán en 2015. Por otra parte, el aislacionismo y proteccionismo estadounidense abren el camino a respuestas antisemitas y xenofóbicas como la marcha de supremacistas blancos en la ciudad de Charlottesville y el ataque contra la sinagoga Tree of life.
El discurso antiinmigración de Trump ha abierto las puertas a crímenes de odio, y contradice la imagen de EEUU como una nación de inmigrantes. El apoyo de la administración Trump a regímenes brutales alrededor del mundo como Arabia Saudita, y su silencio ante los abusos de Derechos Humanos afectan aún más la imagen de EEUU.
El Índice Soft Power 30 de 2018 es un indicador claro de los retos a los que se enfrentan las democracias occidentales, así como de los retos que tiene la misma definición conceptual de poder blando en una era de potencias no occidentales en auge. La falta de participación internacional de EEUU, de seguir este ritmo, tendrá grandes efectos en la ampliación de la brecha entre Europa y EEUU. Por otra parte, el papel que desempeñe el poder duro en los próximos años redefinirá el papel del poder blando en las relaciones internacionales. En la era de la incertidumbre, el poder duro ganará mayor fuerza en 2019 y los poderes en auge seguirán haciéndose sentir en la arena política internacional.
*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu
*Ahmed Fawzi Mostefai contribuyó con la redacción de esta nota
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