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Cómo lidia el mundo del "nunca más" con los genocidios modernos

Condenan, aprueban resoluciones no vinculantes, designan enviados especiales y dicen "nunca más", y lo repiten si es necesario.

Maung Zarni  | 10.04.2019 - Actualızacıón : 13.04.2019
Cómo lidia el mundo del "nunca más" con los genocidios modernos Rohinyás huyen hacia Bangladés por la violencia en Birmania. (Özge Elif Kızıl - Agencia Anadolu)

Ankara

Londres

Si tu pueblo sufre de genocidio, este es el paquete de compromisos que recibirás de parte de nuestro mundo indiferente.

Los medios masivos llegarán a la escena del crimen siempre y cuando exista sangre en el lugar para ser grabada.

Las corporaciones mediáticas occidentales te enviarán a su portavoz en un Mercedes con conductor para una entrevista de tres minutos por televisión.

La Asamblea General de la ONU aprobará una resolución o resoluciones anuales (si el genocidio no ha terminado), para que parezca que están haciendo algo por las víctimas.

El Consejo de Seguridad debatirá y adoptará una resolución no vinculante.

El secretario general (nunca secretaria), el jefe glorificado de la burocracia más abultada del mundo cuyo propósito ya no existe, hablará de un “¡Nunca más!” y lamentará su impotencia.

Probablemente designará a un enviado especial, igualmente impotente, desinformado, o simplemente indiferente.

El Programa Mundial de Alimentos te mantendrá (a duras penas) con vida.

La agencia de refugiados ACNUR enviará a Kate y a Angelina Jolie.

La Organización Internacional para las Migraciones de la ONU les dará a tus amigos víctimas sombrillas decoradas con el logo de la OIM. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo hablará sobre la necesidad de desarrollo y solicitará un presupuesto más amplio.

Todo lo anteriormente mencionado seguirá ayudándole a tus asesinos.

Los bloques regionales como la Unión Africana, la Unión Europea, la ASEAN, etcétera, gritarán, publicarán comunicados expresando su “seria preocupación” y les darán a tus amigos sobrevivientes ayuda humanitaria, pero nada más.

El Consejo de Derechos Humanos, que incluye entre sus miembros a estados tan brillantes de la libertad y el humanismo como Arabia Saudita, China y Filipinas, sostendrá diálogos interactivos durante los cuales unos pocos sobrevivientes tendrán dos minutos para compartir sus horrores.

Human Rights Watch, desde Nueva York, gritará que se trata de una “limpieza étnica”, pero nunca de un genocidio.

Los abogados internacionales (como los abogados de lesiones automovilísticas) tomarán los testimonios de tus víctimas “para un uso futuro”.

Hordas de investigadores, cineastas de documentales, teóricos y académicos explicarán el genocidio que se está desarrollando a cámara lenta, como el genocidio de los rohinyá, antes y hasta que surjan otros más nuevos y más atractivos en otra parte.

Se fundarán nuevas ONGs.

Se harán nombres, se crearán carreras y tus amigos seguirán arruinados.

Se entregarán “premios prestigiosos” a uno, dos o tres activistas (yo mismo tengo uno. ¡gracias!).

Filántropos con enormes corazones estarán ansiosos por arrojarte su dinero, para calmar su culpa por las ganancias mal habidas.

Los regímenes ricos en todo el mundo, los llamados “donantes”, usarán sus poderes y arsenal, como el Ministerio de Desarrollo Internacional de Gran Bretaña, el Diálogo Humanitario, el Grupo de Crisis Internacional, USAID, el Comité Internacional de la Cruz Roja, etc., para ir y cumplir su cuota con las víctimas. Y si las víctimas son musulmanas como los rohinyá, estarán husmeando silenciosa o abiertamente por “islámicos” como los pastores alemanes en unidades caninas de las SS.

Las víctimas quedarán aún más traumatizadas por la pelea al interior de la comunidad por las migajas de ayuda, acceso a micrófonos y oídos poderosos, todos irritados con conflictos de personalidad.

El genocidio terminará cuando los perpetradores no tengan a más personas a su disposición para liquidar.

Si tienes suerte, la ONU establecerá algunos mecanismos de rendición de cuentas como la Corte Penal Internacional o un tribunal creado con los cientos de millones de dólares de los contribuyentes para mantener vivo el mito de que existe la justicia mundial, el orden basado por las normas y el derecho internacional.

Cientos de jóvenes, abogados con ambiciones internacionales, crearán otra industria de “abogados penales internacionales” como sabuesos hambrientos en un festival de pueblo.

Tendremos un momento de silencio y dirán “nunca más”.

Y luego, presionarán el botón de “repetir”.

* El autor es coautor de “El lento genocidio de los Rohinyá en Birmania” (Pacific Rim Law and Policy Journal, 2014) y coordinador de la Coalición Liberen a los Rohinyá. Sus opiniones en este artículo son propias y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

* Daniela Mendoza contribuyó en la redacción de esta nota.

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