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Así se hizo el descubrimiento de la mina de ocre más antigua de América

Científicos que participaron en el hallazgo hablaron con la Agencia Anadolu sobre cómo encontraron esta mina de ocre, un pigmento natural que era explotado hace más de 12.000 años por las “sociedades prehistóricas” en México.

Alejandro Melgoza Rocha  | 24.07.2020 - Actualızacıón : 24.07.2020
Así se hizo el descubrimiento de la mina de ocre más antigua de América Durante dos años expertos en arqueología subacuática y espeleobuceo de Canadá, Estados Unidos y México trabajaron para documentar el hallazgo de los restos de la mina de ocre más antigua de América hasta ahora descubierta (Crédito obligatorio: Centro Investigador del Sistema Acuífero de Quintana Roo - CINDAQ)

MÉXICO

Por: Alejandro Melgoza Rocha

Cuando el espeleobuzo Samuel Meacham se sumerge en los cenotes de la península de Yucatán siente que entra en una cápsula del tiempo. Pierde la noción de la realidad en medio de estas cuevas bajo el agua, mientras observa estalagmitas y los restos de la cultura maya.

No hay eco, no hay sonidos, solo el de las burbujas en medio de una oscuridad sepulcral. “Es como entrar en una máquina del tiempo que nos lleva a través de la historia natural y cultural”, cuenta Meacham, un estadounidense de 53 años, en entrevista con la Agencia Anadolu.

Meacham se ha dedicado durante 25 años a bucear en cuevas, dos de los cuales trabajó, junto con otros expertos en arqueología subacuática y espeleobuceo de Canadá, Estados Unidos y México, en el hallazgo de los restos de la mina de ocre más antigua de América hasta ahora descubierta, con una antigüedad de entre 12.000 y 15.000 años.

Se trata de una mina en la que se extraía ocre, un pigmento natural de gran relevancia para las “sociedades prehistóricas”. Este descubrimiento es considerado uno de los “más importantes en cuanto a poblamiento temprano de América”, de acuerdo con el doctor Roberto Junco, director de la Subdirección de Arqueología Acuática, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).


Este inédito hallazgo, que está sustentado en 20 mil fotografías que fueron tomadas durante 600 horas de buceo y unas 100 inmersiones, fue dado a conocer el pasado 3 de julio por medio de la revista Science Advances, en un artículo titulado “Minas ocre paleoindias en las cuevas sumergidas de la península de Yucatán, Quintana Roo, México”.

“Los pasajes de la cueva exhiben evidencia conservada de pozos de extracción de ocre, herramientas de excavación de espeleotemas, escombros de piedra de flujo rotos y apilados”, señala el artículo, realizado por diversas instituciones y universidades, entre ellas el INAH.

Meacham narra que las primeras pistas surgieron en exploraciones en Quintana Roo, donde se percataron que una cueva no estaba en su estado natural. “En cuanto comenzamos a ver piedras amontonadas, cantidades de carbón, señales de excavación de minería, nos dimos cuenta de inmediato que (antes) hubo personas que no eran buzos”, asegura.

El trabajo es peligroso. Por eso primero localizan la entrada a la cueva a través de tomas de drones y registros de imágenes satelitales. “Es un laberinto increíblemente complejo y vamos paso por paso. No es una línea recta. Es como las raíces de un árbol. Es muy fácil perderse abajo si no tienes las facilidades para entrar en la obra”, dice Meacham, quien agrega que otro de los riesgos es dañar un “sitio tan sensible”.

Para los pobladores prehistóricos no era tan complicado entrar a esas cuevas, ya que los investigadores creen que en ese momento no estaba tan alto el nivel del mar, de modo que se podían realizar actividades de minería sin mayores problemas.

Una vez que se sumergen, con los 70 kilos de equipo a cuestas, para Maecham se siente como un viaje a través de la historia. “Es imposible entrar en ese ambiente y no sentir un poco de lo que sintieron ellos. Trato de imaginar los ecos o las voces de ellos. ¿Cómo iluminaban la cueva?, ¿cómo era la luz de sus fogatas? Todo eso pasa por mi mente. Me convierto en medio hombre prehistórico”, confiesa.

¿Para qué el ocre? 

Este mineral, conformado por hierro y oxígeno (óxidos de hierro), fue de gran relevancia para las “sociedades prehistóricas”, de acuerdo con la investigación “El ocre en la prehistoria: entre funcionalidad y simbolismo”, publicado en 2016 por la Universidad de Valencia. Este era usado para curtir pieles, como adhesivo, o de forma medicinal u ornamental.

“Es fascinante porque el ocre fue ampliamente usado en las épocas remotas de la modernidad de Europa y Oriente Medio. Aquí en América también, y para múltiples propósitos. Empezamos a considerar el ocre como uno de los elementos del surgimiento de sociedades más complejas”, explica el doctor Junco.

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Según el arqueólogo, más allá de lo ornamental o decorativo, su uso curativo se debía a que contenía arsénico, por lo cual era utilizado para erradicar piojos. 

Debido a que este nuevo descubrimiento pone a México con uno de los antecedentes de poblamiento más temprano en América, el doctor matiza que “todavía hay mucho que explorar e investigar. Ahorita es el principio de toda esta temática de encontrar estos depósitos; van a aparecer muchos de estos”.

Este trabajo fue producto de un acuerdo entre el INAH y el Centro Investigador del Sistema Acuífero de Quintana Roo AC (CINDAQ).

Además de Meacham, el equipo del proyecto “La Mina” estuvo conformado por Pilar Luna Erreguerena, Brandi L. MacDonald y James C. Chatters. También por Eduard G. Reinhardt, Fred Devos, Dominique Rissolo, Barry Rock, Chris Le Maillot, David Stalla, Marc D. Marino y Eric Lo.

Toda la información recabada por el equipo a través de tecnologías de fotogametría y cámaras submarinas de 360º servirá para que se reconstruya de manera computarizada, en tercera dimensión, la mina de ocre más antigua del continente. 

Naia

El INAH anunció el 12 de julio de 2017 el descubrimiento de los restos óseos más antiguos de la región americana en una cueva sumergida en Tulum, Quintana Roo. Aquel esqueleto fue nombrado por los científicos como “Naia”.

Mediante la osamenta se pudo saber que se trataba de una joven de entre 15 y 17 años que vivió hace unos 12.000 a 13.000 años. Este proyecto fue llamado “Hoyo Negro”.

Para el doctor Junco, ambos proyectos son “auténticas ventanas” hacia el pasado, pues gracias a ellos se puede suponer que no solo los antepasados ingresaban al laberinto de cuevas para buscar agua o huir de depredadores, sino para llevar a cabo actividades de minería.

“Este lugar donde apareció Naia…Solo sabíamos cosas de ella a partir de su esqueleto (…) Con la mina de ocre no solo nos dan estilo de vida sino actividades de esa época; es un gran descubrimiento con un gran mérito de los buzos”, explica Junco.

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Por su parte, Meacham resalta el instinto de supervivencia de los ancestros que ingresaban a estas cuevas. “Entraban en una cueva con antorchas, en la oscuridad, seguro que apestaba, lleno de humo”, y añade que es necesario proteger la península de Yucatán para preservar los sistemas naturales y los vestigios subterráneos. 

En esto coincide Junco, quien considera que aún hay un sinfín de cosas por resolver. Para él, “esta es la punta del iceberg. Se abre un campo nuevo que se va a ir investigando en estos años venideros”.

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