ANÁLISIS: Jerusalén, a expensas de los intereses americanos
Nada en el mundo de la política deja de tener sus costos, y Trump está sacrificando los intereses estadounidenses por los suyos.

Istanbul
El presidente de Estados Unidos Donald Trump firmó un documento que confiere permisos para mover la embajada de ese país a Jerusalén y anunció su decisión de reconocer a esta ciudad como la capital de Israel. Este reconocimiento estaba pendiente hace más de 20 años y había pasado en el Congreso de EEUU en 1995.
Desde ese entonces, todos los presidentes de EEUU habían prometido firmar el documento. Sin embargo, por el bien de la política exterior y la seguridad estadounidense, se les disuadió de firmarlo. Esta medida se había retrasado repetidamente.
Desde esta perspectiva, Trump no fue una excepción. Durante su campaña de elección, él hizo la misma promesa con la intención de ganar apoyo de los lobistas israelíes y asegurar los votos de los estadounidenses evangélicos.
Como una promesa electoral tradicional, esta no recibió mucha atención. Aún después de las elecciones, él hubiera podido negar que lo dijo. De hecho, esta es la tendencia general de la presidencia de Trump. En la mayoría de los temas políticos, se ha hecho claro que Trump no tiene una verdadera estrategia.
Sin ninguna estrategia
A pesar de que Trump no es lo mismo sin sus pasiones, e incluso da algunas pistas de los objetivos que quiere seguir, esto no representa una estrategia política real. No existe una estrategia claramente articulada y parece que no habrá esfuerzos para hacer una. En cambio, lo que el mundo está observando es una poderosa retórica llena de odio y populismo utilizada por un presidente que actúa de manera inconsistente e indecisa.
Recuerde el caso de las sanciones de Catar. Viajó a Oriente Medio y "de repente descubrió" que Catar podría ser el principal patrocinador del "fundamentalismo islámico".
Algunas personas tienden a dar sentido e importancia a estas palabras, como si Trump tuviera una visión clara sobre Catar o el fundamentalismo islámico o lucha contra el terrorismo.
¡No, y por supuesto que no! Todavía no tiene idea sobre el Oriente Medio en su totalidad, o los Estados en esa región, o las organizaciones que operan en la región. Simplemente se sintió obligado a hacer una declaración como si fuera el verdadero actor detrás del movimiento de dicha sanción. Al hacerlo, simuló haber sido un actor influyente detrás de las escenas, con el fin de ocultar su ausencia e ignorancia.
Trump siguió un camino similar en el caso de Irán. Durante su campaña electoral, repetidamente afirmó que contendría la expansión de Irán en el Oriente Medio, y ya pasó suficiente tiempo en el Gobierno pero no ha hecho nada serio al respecto.
También prometió que cancelaría el acuerdo nuclear. Incluso en este tema concreto, Trump decidió retrasar la decisión. Este es otro ejemplo que revela su falta de interés real en los asuntos de Oriente Medio y la falta de una estrategia articulada en la región.
Con base en estas experiencias, uno podría predecir que Trump, una vez más, encontraría la manera de dar marcha atrás a otra promesa de campaña electoral. Pero curiosamente, de repente, recordó su promesa y Jerusalén se convirtió en su principal preocupación de política exterior. ¿Pero por qué? ¿Por qué no todos los demás excepto este? Sin duda es desconcertante y requiere una explicación.
Explicando la causa
Hay quienes afirman que Trump y Jared Kushner (esposo de su hija Ivanka Trump), debido a su afinidad ideológica, están diseñando un nuevo orden y su reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel es una parte importante de ese plan.
Sin embargo, tal explicación nos exige, en primer lugar, dar sentido a la falta de preocupación de Trump mostrada, repetidamente, en los casos anteriores.
Trump podría encontrarse cerca de las expectativas evangélicas y judías, pero no es el único presidente estadounidense que siente tal afinidad. Sin embargo, todos sus predecesores, de una manera u otra, encontraron una manera de posponer este acto simbólico.
Ni la política exterior israelí ni la norteamericana esperan obtener nada concreto de esta decisión. Puede ser importante en un nivel simbólico, pero en realidad es peligroso.
Pensando racionalmente, uno no puede encontrar ninguna razón para provocar a otros y construir grandes coaliciones en contra de Estados Unidos e Israel.
Sin llegar a una resolución del problema palestino-israelí, presentar tal hecho consumado no ayuda con la solución. De hecho, envenena el proceso de paz y revierte los términos ya negociados y aceptados.
Por ejemplo, Mahmoud Abbas, presidente de Palestina, en su discurso en la reunión de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) en Estambul, declaró que Palestina revocará acuerdos previos debido a esta decisión.
Jerusalén es la parte más sensible del problema palestino-israelí. Todo el mundo, incluso el mismo Trump, podía calcular que la declaración que hizo provocaría un estallido de reacciones airadas en la política mundial. A pesar de eso, prosiguió con su plan.
Debido a esta terca insistencia, algunos analistas tienden a basar sus explicaciones en las características personales de Trump. Se da a entender que es un líder ignorante que no presta atención a los resultados de sus comportamientos.
Esto podría parecer una explicación convincente ya que conecta varias verdades, como la ignorancia y el daño que está haciendo al proceso de paz. Sin embargo, uno no debería relacionar fácilmente este acto a la irracionalidad. Debe haber un cierto grado de racionalidad detrás de esto, principalmente debido a la sincronización de hechos.
El primer ministro turco dice que los sirios han vuelto a sus vidas normales en áreas liberadas de los grupos terroristas Daesh y PKK.
Trump firmó el documento en un momento en que necesitaba apoyo en la política interna y no vio una coalición de contrapeso en asuntos exteriores. Su exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, admitió la mayoría de las acusaciones dirigidas contra él sobre la intromisión de los rusos y las negociaciones durante el proceso de transición presidencial en EEUU.
Y parece que el caso Flynn se usará contra Trump. Tiene varias razones para pensar que un proceso de impugnación podría estar a la vuelta de la esquina; los rumores sobre una acusación han circulado desde que fue elegido, pero la situación parece ponerse realmente seria por primera vez.
De acuerdo con las encuestas de opinión pública realizadas últimamente, Trump está perdiendo apoyo incluso entre sus propios seguidores. Por lo tanto, él cree que necesita reunir el apoyo de ciertos grupos, de los cuales dos son críticos. Para evitar un proceso de juicio político primero cree que necesita el apoyo del lobby de Israel, que ejerce un gran poder tanto en el Congreso como en los medios.
Trump ya perdió el apoyo de los medios y ahora está a punto de perder el Congreso. Para revertir la situación en los medios y ganar algo de influencia en el Congreso, él cree que ha encontrado una gran ventaja en la ruptura de Jerusalén para extraer apoyo sin costo alguno.
Mundo islámico unido
Trump probablemente esté convencido de que sus ganancias personales a partir de esa decisión serán altas, pero el costo será marginal. Según esta lógica, el apoyo del lobby israelí es algo, pero la reacción del mundo islámico no es nada, lo que hace que este intercambio parezca rentable. Y Trump es conocido por nunca vacilar frente a tales apuestas.
Él puede ver que se abrió la puerta de la desunión y el caos en el mundo árabe. Él piensa que Arabia Saudita, Egipto y algunos otros actores como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) están bajo su control. Él planeaba silenciarlos y funcionó.
Esto paralizaría el mundo árabe. La situación en la que los Estados árabes están luchando no puede disuadir a Trump, sino que lo alienta.
Al observar la experiencia de la "Primavera Árabe" parece haber inferido que la "calle árabe" ya no puede levantarse fácilmente, e incluso si intentaron rebelarse se puede aplastar fácilmente.
Bajo estas condiciones, Trump piensa que va a obtener un gran apoyo sin costo alguno. Pero las primeras reacciones y los desarrollos recientes muestran que hay una acumulación de tensión. La cumbre de la OCI celebrada en Estambul produjo resultados inesperadamente exitosos, gracias al papel protagónico de Turquía.
Logró dos cosas: excluyó regímenes títeres como Arabia Saudita y Egipto, y unificó a todos los demás países islámicos. La organización declaró abiertamente a Jerusalén como la capital de un Estado palestino. Esto fue ciertamente más de lo esperado.
Occidente dividido
Además, el comportamiento ignorante de Trump probablemente sea otro golpe grave para la política exterior de EEUU. Este servirá como un punto de partida para romper la unidad en la alianza occidental. Francia y Gran Bretaña, por ejemplo, declararon su divergencia de opinión. Desde el final de la Guerra Fría, este es el segundo caso en que los aliados europeos de EEUU rechazan la posición de EEUU.
El primero fue la invasión estadounidense de Iraq en 2003, y esta es la segunda vez. En el primer caso, fue más difícil para los líderes europeos criticar a EEUU porque los estaba sometiendo a altos niveles de presión, actuando como una hegemonía. Entonces, los países europeos no lograron construir una coalición de contrapeso; no apoyaron, pero tampoco desafiaron.
Pero esta vez, y debido a que EEUU había abandonado su estrategia de imponer políticas globales, el poder estadounidense se ha vuelto menos amenazante y más tentador. Los Estados europeos pueden sentirse tentados fácilmente a construir nuevas alianzas sui generis que excluyan, pero no se dirijan, a EEUU.
En cualquier caso, EEUU, a través de las manos de Obama y Trump, ha estado demoliendo un orden mundial que erigió y durante mucho tiempo dominó a un costo muy elevado.
Nada en la política mundial es sin costos y Trump está sacrificando los intereses estadounidenses por los suyos.
*María Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.
*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.
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