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Varias multinacionales se van de Argentina y no se debe solo al coronavirus

La prueba de que la pandemia no es la única razón del éxodo es que muchas de estas empresas se están mudando a Brasil, donde la situación es mucho más crítica. Entonces, ¿por qué se van?

Emiliano Limia  | 17.07.2020 - Actualızacıón : 22.07.2020
Varias multinacionales se van de Argentina y no se debe solo al coronavirus Las calles se ven casi vacías durante la cuarentena para prevenir la pandemia de coronavirus (COVID-19) en Buenos Aires, Argentina, el 3 de abril de 2020. (Muhammed Emin Canik - Agencia Anadolu)

BUENOS AIRES

Por: Emiliano Limia

En las últimas semanas, distintas empresas multinacionales confirmaron el cierre definitivo de plantas operativas en Argentina y anunciaron que mudarán su producción a otros países. Son empresas que decidieron dar un giro estratégico como consecuencia de la recesión de la economía local, agravada naturalmente por la pandemia de COVID-19.

Si bien el coronavirus ha provocado un derrumbe de la economía a nivel global, la Argentina ya mostraba estadísticas negativas en materia productiva antes de la llegada de la pandemia.

De hecho, en el caso del sector automotriz, las compañías eligen como destino predilecto para mudarse a Brasil, país en el que el coronavirus ha provocado más de 75 mil muertos y ya superó los 2 millones de contagios.

No sería correcto entonces decir que la pandemia es la principal razón detrás de la cantidad de empresas que deciden irse. En todo caso, el coronavirus acentuó un proceso que es producto de condiciones desfavorables en la Argentina desde antes de su aparición.

El último acontecimiento resonante fue el de la compañía de autopartes francesa Saint-Gobain Sekurit, que la semana pasada informó que relocalizará su planta de producción en territorio brasileño.

La empresa produce vidrios parabrisas para automóviles en la Provincia de Buenos Aires y había hecho en 2016 una fuerte inversión con el objetivo de producir hasta 200 mil unidades anuales.

Lo cierto es que ningún año llegó a producir más de 50 mil, es decir que, en el mejor de los casos, operó a un cuarto de su capacidad instalada. Ante esta realidad y sin expectativas favorables en el futuro próximo, decidió mudarse.

En la misma línea, a fines de junio la compañía alemana Basf anunció que dejará de producir pinturas para automóviles en Argentina y trasladará su producción también a Brasil el año próximo. Lo mismo sucede con la norteamericana Axalta, que también había hecho importantes inversiones en el país en el 2016 y 2017, y decidió seguir el mismo camino.

Así, las dos principales empresas de pinturas para autos se suman al cierre definitivo en mayo de PPG Industries, la segunda fabricante de pinturas más grande del mundo.

Con respecto a las empresas aéreas, si bien es sabido que están en una situación crítica debido al derrumbe de la actividad en el mundo, no es algo común que se retiren totalmente de los países en los que operan.

En Argentina, tanto la compañía chilena Latam como la noruega Norwegian son compañías que operaban vuelos locales y que también decidieron abandonar definitivamente el país.

La primera en irse fue Norwegian, que apenas ocurrió el cambio de Gobierno en diciembre pasado tomó la decisión de retirarse. Acarreaba dificultades por la alta competencia en los vuelos low-cost, y no terminó de hacer pie en el país ante los altos costos laborales.

En cuanto a Latam, que ya mostraba pérdidas importantes en 2018 y 2019, tomó la misma decisión ante la prohibición de despedir y de reducir salarios, dejando así a unas 1.700 personas sin empleo. Es el caso de mayor relevancia en cuanto a cantidad de puestos de trabajo e inversiones que se van del país.

En Argentina rige la prohibición de despidos desde el comienzo de la pandemia. Por eso las empresas anteriormente mencionadas acuerdan el retiro voluntario de los trabajadores, que es la herramienta legal utilizada dada la imposibilidad de los despidos.

Las razones detrás del éxodo

El sector vinculado a la industria de automóviles se encuentra en plena reducción, no solo por la caída en la producción de autos sino por la falta de competitividad local, que hace que sea más económico importar que producir en el país.

Según Pablo Kornblum, economista y doctor en relaciones internacionales, existen dos razones fundamentales detrás del éxodo de las empresas: por un lado, la inestabilidad institucional, y por otro, una razón de corte ideológico.

“Argentina está en medio de la renegociación de su deuda, y seguramente se termine llegando a un acuerdo. Pero la realidad es que una vez llegado a ese acuerdo no es que se solucionan todos los problemas. El Gobierno va a necesitar hacer un esfuerzo fiscal, y ese esfuerzo fiscal puede implicar un ajuste en el mercado de algún tipo”, advierte Kornblum.

Ver también: Argentina pedirá al G20 un fondo de solidaridad para los países más pobres

Para el especialista, el sector privado prevé que el Gobierno podría intentar hacerse de dinero vía un aumento de impuestos ya que “lo necesitará para poder generar una economía sustentable y así pagar la deuda”.

Las empresas dan cuenta de esto, “saben que van a tener que soportar años que se vienen de ajuste, de un mercado interno que puede deprimirse, de mucha presión impositiva, y prefieren no tener que lidiar con esa realidad”, afirma.

Por otro lado, Kornblum repara en la cuestión ideológica: “el Gobierno actual no es un gobierno pro mercado. En Brasil, por ejemplo, los empresarios pueden estar de acuerdo o no con Bolsonaro, pero tienen reglas de juego claras y saben cómo funciona la macroeconomía independientemente del partido que esté en el poder”.

De acuerdo con el economista, las multinacionales no creen que la macroeconomía en Argentina les vaya a ser favorable, más allá de los efectos de la pandemia: “Aquí tienen que lidiar con los gremios, y saben que el Gobierno es proclive a favorecerlos. Fue lo que sucedió con Latam. Y con el sector automotriz pasa lo mismo, si las empresas no tienen apoyo es muy difícil competir”.

Por último, Kornblum considera que las empresas deciden irse porque no están dispuestas a atravesar un proceso tedioso, largo, que no se sabe cómo va a terminar, y que se traduce en falta de previsibilidad y expectativas de que la situación en el país mejore al menos en el corto plazo.

“Prefieren mudarse a otro país donde el capitalismo funciona de manera más normal, por así decirlo, donde la macroeconomía favorece al sector privado. Y por eso creo que tantas empresas se están yendo del país ahora y no se fueron con Macri, cuando la economía ya estaba muy complicada”, concluye.

Condiciones desfavorables

El impacto de la pandemia en la economía mundial aceleró la competencia entre países para atraer inversiones y empresas. Paradójicamente, en Argentina se sucedieron cambios abruptos en la legislación laboral, como la prohibición de despidos y la doble indemnización, y se incrementaron las restricciones cambiarias que dificultan la operación de importadores y exportadores.

Todas estas condiciones configuran un escenario complejo para los empresarios en el país, y el panorama a futuro no parece ser alentador. El proyecto impulsado recientemente por el Gobierno de Alberto Fernández de expropiación de la empresa Vicentín (una de las compañías agroexportadoras más importantes del país) tampoco fue una buena señal para el sector privado.

Ver también: En Argentina se realiza un banderazo nacional contra la expropiación de la agroindustrial Vicentín

Es precisamente este escenario el que anima a muchas multinacionales (y también a compañías locales) a buscar otro destino en el que fijar su actividad. Hoy, países como Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay tienen condiciones más favorables para el sector privado en la región, sobre todo en cuanto a estabilidad en el tipo de cambio, un clima de negocios más amigable, costos de producción más bajos e incluso ventajas impositivas.

Los especialistas advierten sobre la necesidad de atraer inversores y que para ello es menester brindar seguridad fiscal y previsión. Sin esto, los efectos sobre las empresas extranjeras que están radicadas en el país seguirán siendo adversos, sobre todo después de que en abril la economía cayera 26,4%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la peor caída de la que se tenga registro en los últimos 120 años.

La Argentina necesitará entonces hacer reformas estructurales: la única forma en que las empresas van a poder ser rentables es bajando los costos de alguna manera.

Hasta ahora el Gobierno se ha ocupado de tomar medidas aisladas para ayudar a los sectores de menores recursos y evitar la profundización de la pobreza. La pregunta que cabe hacerse ahora es qué se hará para que el sector productivo pueda emplear a toda esa gente que hoy depende del Estado.

Todavía no se ve un plan integral que permita planificar a mediano y largo plazo. Aún es una incógnita el programa económico para salir de la crisis.

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