Análisis

Lo que le espera a Israel en la era post-Netanyahu

Poner fin al Gobierno de Netanyahu fue un objetivo que resultó suficiente para unir a partes que de otro modo habrían estado en desacuerdo entre sí. Quizá mantener a Netanyahu fuera del poder será un incentivo para pasar por alto las diferencias.

Batu Coskun  | 15.06.2021 - Actualızacıón : 17.06.2021
Lo que le espera a Israel en la era post-Netanyahu Bandera de Israel. (Abdel Ra'ouf Daoud Arnaout - Agencia Anadolu)

ESTAMBUL

Por: Batu Coskun*

Los 12 años consecutivos de Benjamin Netanyahu en el poder han llegado a un final dramático después de que el nuevo Gobierno de coalición de Israel ganó un voto de confianza en la Knéset (parlamento israelí) el domingo por la noche.

Mientras Netanyahu prometía "volver pronto" en su discurso final como primer ministro, el ánimo triunfal entre sus rivales fue inconfundible. Netanyahu ha sido derrocado por un Gobierno que es único incluso para los estándares israelíes.

De hecho, Israel es un país donde las fórmulas políticas ad hoc se han convertido en la norma debido a la naturaleza extremadamente estratificada del sistema parlamentario, a menudo acomodando múltiples acuerdos de reparto del poder; sin embargo, esta coalición parece una de las más amplias formadas hasta el momento.

El Gobierno 36 de Israel, que fue juramentado el lunes 14 de junio, sobrepasa los límites del sistema político israelí a un nuevo nivel de compromiso y pragmatismo político que durante mucho tiempo ha estado ausente en el país. Las fuerzas políticas heterogéneas que constituyen el Gobierno fueron forzadas por el objetivo general de lograr una realidad política posterior a Netanyahu en Israel.

Israelíes de izquierda, derecha y centro pusieron todo su peso en la formación de esta amplia coalición apoyada además por el Partido Árabe Ra'am, que se espera esté representado en el Gobierno por un viceministro.

Se espera que el equilibrio que impregna este mosaico político sea delicado, y se pondrá a prueba ahora que se ha logrado el objetivo común de derrocar a Netanyahu. Los 12 años de Netanyahu en el cargo se vieron marcados por un sentido similar de una astuta maniobra política que produjo resultados poco ortodoxos pero políticamente exitosos. Si bien los miembros de esta coalición parecen haber tomado nota del trabajo de Netanyahu, es decir, al cortejar al partido árabe Ra'am, su desafío posiblemente será mayor.

Este Gobierno tendrá la oportunidad de demostrar si puede abordar la política con un sentido similar de pragmatismo o si será condenado a otro ciclo de elecciones y agitación política. El último escenario parece mucho más probable dado el clima político de Israel y la presencia de diferencias irreconciliables entre las visiones del mundo de los elementos constituyentes del Gobierno.

El ascenso de Naftali Bennett como primer ministro, que será el primer jefe de Gobierno religioso-sionista de Israel, también parece ser un posible punto de discordia. Bennett tiene el potencial de ser tan controvertido como su predecesor.

El nuevo primer ministro de Israel: Naftali Bennett

Bennett se desempeñará como primer ministro durante dos años en un acuerdo de rotación con Yair Lapid, el líder del centrista Yesh Atid, a quien originalmente se le había dado el mandato de formar un Gobierno. El apoyo de Bennett a la coalición de Lapid fue crucial, y ha sido recompensado por su lealtad a pesar de representar solo una fracción del electorado israelí. El objetivo inmediato de Bennett será sin duda llevar a cabo su primer mandato y establecerse como un poder alternativo de derecha y aspirante al liderazgo.

Ver también: ¿Quién es Naftali Bennett, el futuro primer ministro de Israel?

Si bien Bennett es en gran parte desconocido fuera de Israel, no es ajeno a la política de derecha israelí. Habiendo presidido y servido en varios partidos de la derecha israelí, Bennett encarna el carácter del cambio de la política israelí hacia el sionismo religioso. Su retórica a favor de los asentamientos fue a menudo una herramienta que utilizó contra Netanyahu, a quien criticó por ser demasiado dócil.

Las opiniones de Bennett, que serán revisadas en gran medida por los elementos centristas y de izquierda en la coalición junto con Ra'am, podrían convertirse en una posible espina en el futuro. Si bien Lapid y Bennett acordaron no insistir en las diferencias y, en cambio, centrarse en asuntos urgentes como la educación, la vivienda en el Negev y los pagos de asistencia social, no está claro cómo todas las partes podrán seguir pasando por alto sus diferencias ideológicas.

Bennett describió su visión de una solución al conflicto palestino-israelí en un artículo de opinión para el New York Times en 2014. Si bien el artículo está desactualizado y escrito en un estilo diferente en comparación con la posición actual de Bennett, revela el razonamiento del primer ministro con respecto a la cuestión palestina y su enfoque de los asentamientos. Las opiniones de Bennett no han cambiado desde 2014, si acaso, se han vuelto más agudas a medida que Israel continúa enfrentando una fragilidad inherente, como lo demostraron los eventos en Jerusalén el mes pasado.

Bennett opina que simplemente no se puede permitir que Palestina exista como Estado y, por lo tanto, nunca se le debe permitir controlar sus fronteras o tener un Ejército. Su solución propuesta es una mayor autonomía para la Autoridad Palestina en ciertas secciones de Cisjordania y una malla de incentivos económicos combinados con una seguridad más estricta, así como la anexión total de ciertos territorios por parte de Israel.

No está claro cómo Bennett espera reconciliar su visión de los asentamientos con la coalición árabe y sus socios de izquierda. Su referencia específica a la soberanía israelí sobre ciertos asentamientos en su discurso de juramento en la Knéset insinúa que presionará por una anexión, al menos a nivel retórico. Su actitud inquebrantable a favor de los asentamientos y su cosmovisión religioso-sionista sin duda surgirán como un punto de discordia a medida que su Gobierno progrese.

¿Netanyahu se fue para siempre?

Si bien es cierto que Netanyahu ha sido derrotado, es demasiado pronto para hablar de una caída absoluta. El ex primer ministro seguirá dominando los titulares en Israel, ya que se enfrenta a un juicio por cargos de soborno, con nuevas revelaciones que se hacen públicas en todas las demás audiencias. Su partido Likud también sigue siendo el partido más grande de la Knéset y Netanyahu utilizaría cualquier deserción de la coalición gobernante para hacer insostenible el Gobierno de Bennett. Netanyahu ya ha prometido "salvar" a Israel del Gobierno de Bennett y ha insinuado una dura oposición en los próximos días.

Ver también: ¿Qué le espera a Netanyahu tras salir de su cargo como primer ministro en Israel?

De hecho, el Gobierno de coalición solo fue aprobado con 60 votos del total de 120 en la Knéset. Cualquier deserción u oposición interna, que ya ha comenzado a surgir en el propio Partido Yamina de Bennett sobre puestos ministeriales, podría significar un desastre para esta amplia coalición. Bennett y Lapid deben hacer un buen acto de equilibrio para reinar en todos los miembros de la Knéset a fin de garantizar la gobernanza continua.

Poner fin al Gobierno de Netanyahu fue un objetivo que resultó suficiente para unir a partes que de otro modo habrían estado en desacuerdo entre sí. Quizás mantener a Netanyahu fuera del poder seguirá siendo un incentivo para pasar por alto las diferencias. Sin embargo, la búsqueda de estabilidad política de Israel de ninguna manera es respondida por el consenso de Bennett-Lapid, ya que necesita tiempo y una gobernanza eficaz para demostrar que es una alternativa a la maquinaria política de Netanyahu.

*El escritor es un analista político residente en Londres que se centra en Turquía, Israel y el Golfo. Tiene una maestría en política comparada de la London School of Economics.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.

**Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.

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