Antisemitismo y terrorismo, conceptos ambiguos que ocultan la violencia multifacética de Israel
La defensa única de Israel se basa en tres tipos de violencia: de acción, instrumental y autoritaria.

Turquía
Por: M. Tacettin Kutay*
Con su configuración diseñada de raza, religión y Estado, Israel destaca como una estructura amorfa sin iguales en el mundo moderno. Esta disparidad trae consigo el lujo de contar con mecanismos de defensa que el resto del mundo no tiene.
Esta defensa única de Israel se basa en tres tipos diferentes de violencia.
El primero es la violencia de acción. Israel goza de los frutos más maduros, y más verdes, de la industria armamentística moderna.
Occidente lo acepta como "actor legítimo absoluto" y lo consiente con la capacidad de usar estas armas, incluso desproporcionadamente contra la población civil.
Esto es la violencia de acción de Israel basada en la fuerza bruta. Esta se presenta al mundo entero como un poder invencible por la prensa occidental.
Revelar que la cúpula de hierro, considerada insuperable, es superable, ha dañado enormemente esta imagen en el ámbito internacional.
Esto no cambia que la base real de la violencia de acción de Israel radique en su privilegio de usar armas convencionales sin fijar un objetivo y desproporcionadamente.
La alta tasa de muertes de civiles y niños y el que esta situación no haya cambiado durante décadas muestra que estos asesinatos no fueron cometidos por error, sino siguiendo una estrategia a consciencia.
Esta posibilidad de atacar desproporcionadamente sin rendir cuentas multiplica la fuerza de la violencia de acción de Israel.
El segundo tipo de violencia sobre el que Israel construye su defensa es lo que podemos llamar violencia instrumental.
Cabe señalar que estos conceptos han sido tomados de la clasificación del famoso sociólogo alemán Heinrich Popitz.
Violencia instrumental es aquella que la persona o la institución no revela directamente, pero gana generando temor en sus opositores con amenazas e intimidaciones.
Lo que hace a esta violencia posible es que Israel reciba constantemente una licencia infinita en la arena internacional y que todas las críticas y amenazas contra él sean afrontadas por los principales actores del sistema global, sin que el mismo Tel Aviv tenga que reaccionar.
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La tercera violencia sobre la que Israel construye su defensa es la autoritaria.
Este tipo de violencia, que se basa en la aceptación de la existencia de determinados precedentes, tiene como objetivo mantener a los demás a raya.
La defensa más fuerte de Israel hoy es la violencia autoritaria. Dos conceptos, el "antisemitismo" y el "terrorismo", son usados contra todo tipo de críticas hacia Israel y condenan a las personas que intentan defenderse física o psicológicamente de la violencia estatal israelí.
No es necesario explicar en profundidad el poder de estos conceptos y la severidad de los castigos que se aplican gracias a ellos. Lo que necesitamos comprender es de dónde proviene el poder de estos.
Estos conceptos, que sostienen la violencia autoritaria de Israel, derivan su fuerza de la ambigüedad y la incertidumbre.
Sus límites son extremadamente ambiguos, ya que no está claro dónde comienzan y dónde terminan.
Por lo tanto, solo es posible decir algo contra Israel corriendo el riesgo de enfrentarse a esta ambigüedad.
Tan pronto como dices "Israel está matando bebés", es muy posible que te etiqueten de antisemita.
El concepto de antisemitismo se definió originalmente como hostilidad hacia la raza judía y podría ubicarse en la categoría de racismo.
Debido a que esta definición no era suficiente para que Israel la utilizara como escudo, fue ampliada continuamente.
Mientras que el concepto ha sido expandido políticamente, ha sido reducido racialmente. Mientras que la hostilidad hacia los árabes, también semíticos, no está incluida en la definición de antisemitismo, casi todas las críticas a Israel son interpretadas como antisemitismo.
Lo mismo ocurre con el concepto de terrorismo. Es muy posible que te etiqueten de terrorista cuando te defiendes de Israel o apoyas a un niño que arroja piedras a un soldado israelí que le dispara.
Por lo tanto, oponerse al mal uso de estos dos conceptos es como oponerse a fuerzas invisibles.
Debido a esto, para la persona moderna que se preocupa por su reputación, criticar a Israel puede convertirse en lo más difícil del mundo.
Y por esta razón, artistas, pensadores y escritores en Occidente a menudo no se pronuncian sobre este tema, o, incluso si lo hacen, lo hacen con deseos neutrales de paz que no significan nada.
Una espada de Damocles cuelga sobre todo el mundo y protege a Israel con una amenaza incierta y ambigua.
Fremdschämen y schadenfreude
El trasfondo cultural de proteger a Israel con conceptos ambiguos es eurocéntrico.
La palabra alemana "FREMDSCHÄMEN" significa vergüenza ajena y, como concepto, tiene un lugar importante en la cultura alemana.
El periodo inhumano iniciado por el Gobierno del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) resultó en la muerte de millones de judíos inocentes.
Los juicios en Nuremberg revelaron que muchos nazis no sintieron ninguna clase de arrepentimiento por los asesinatos que cometieron.
Los años de la posguerra trajeron consigo un largo proceso de reflexión sobre cómo surgió ese estado mental.
Muchos aceptaron que era innegable la parte de culpa de la modernidad y el positivismo radical.
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Esta situación resultó no solo en la responsabilización de los nazis alemanes y austriacos por el sufrimiento causado, sino también en una nueva cosmovisión en la sociedad occidental.
El positivismo radical resultó gravemente herido y las sociedades occidentales compartieron la vergüenza con los alemanes y los austriacos, que eran sus socios en ese momento.
No era posible explicar la muerte de 50 millones de personas con el desarrollo del mundo moderno.
Las fronteras de Fremdschämen se extendieron más allá de Occidente y de las fronteras de las naciones que participaron en la Segunda Guerra Mundial.
Esto llevó a que las sociedades que no tenían nada que ver con la Guerra o que ni siquiera habían alcanzado la modernidad participaran en el "Fremdschämen colectivo".
Se obligó a estas sociedades, que ni siquiera sabían cuál era su culpa, a soportar el pecado del Holocausto con los europeos.
A través de esta culpa, todo el mundo fue persuadido de permanecer en silencio contra todos los excesos de Israel.
Todos los pueblos del mundo han sido obligados a ocuparse con un intenso sentimiento de remordimiento.
Esta mentalidad de distribuir la culpa y la responsabilidad de algunos a todo el mundo ha llevado a países como Austria a un pro-israelismo extremo.
La mente austriaca, que considera que es tan responsable de las víctimas del Holocausto como el resto del mundo, decidió que puede ser tan responsable de los asesinatos israelíes como lo es el resto del mundo.
Al negarse no solo a condenar los bombardeos israelíes contra los asentamientos civiles sino también a quedarse callada, Austria izó la bandera israelí en la Cancillería.
Esta situación coincide con la también auténtica palabra alemana Schadenfreude (alegría del mal ajeno, regodeo).
El autor de un genocidio, considerado un crimen colectivo, fortalece su propia posición al colocar el peso de la barbarie en un terreno colectivo.
Con el surgimiento de un nuevo crimen colectivo, lo insólito del viejo crimen se siente menos.
Memoria cultural
Aquellos que creen que una firma de Trump hará de Jerusalén la capital del Estado judío olvidan que la Cúpula de la Roca, el símbolo de Jerusalén, es una obra islámica que se encuentra en la mezquita Al Aqsa.
Debido a esto y a la realidad de la historia de estas tierras, Israel nunca podrá volver Jerusalén su capital en realidad, incluso si continúa implementando los tres tipos de violencia mencionados anteriormente al recibir el respaldo de toda la opinión pública occidental.
La memoria cultural siempre confrontará a Israel con otra realidad. El tiempo mostrará que no es posible que un Estado artificial formado por medio del desplazamiento armado y la inmigración destruya la realidad natural de más de mil años con simples hechos consumados.
*M. Tacettin Kutay, profesor de la Universidad Turco-Alemana, es experto en los campos de la psicología política, las teorías de la secularización, la relación religión-política, la teología católica y la cultura occidental.
** Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de la Agencia Anadolu.
*** Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.
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