
En los manglares húmedos y vibrantes de Buenaventura, en la costa pacífica de Colombia, un grupo de mujeres conocidas como piangueras mantiene viva una tradición ancestral: la recolección de la piangua, un pequeño molusco esencial en la cocina y economía local.


En el corazón del litoral pacífico colombiano, donde los densos manglares se entrelazan con los caminos del agua, cada mañana emerge una forma silenciosa de resistencia. Allí, las piangueras —mujeres recolectoras del molusco conocido como piangua— se adentran en el barro espeso, guiadas por la tradición, el sustento y un vínculo profundo con su territorio.

Organizadas desde 2023 en la Asociación de Mujeres Piangueras, Pescadoras y Acuicultoras Artesanales de Buenaventura (Apojapa), 32 mujeres, muchas de ellas madres cabeza de familia, han transformado esta práctica en una fuente digna de sustento y resistencia ambiental.



“Aprendí esto de mi abuela cuando tenía siete años”, cuenta Orfilia Rentería Gamboa, madre de cinco hijos. “Aunque estudié muchas cosas, no encontré trabajo. Entonces me dediqué a lo que sabía: la piangua. Es ancestral, deliciosa y si no la cuidamos, puede desaparecer”.

Las piangueras recolectan solo ejemplares maduros y reutilizan las conchas para elaborar artesanías, un esfuerzo doble por preservar el ecosistema y generar nuevos ingresos. Su labor, arraigada en la sabiduría popular, representa una alternativa sostenible frente a la crisis climática y la explotación de los recursos costeros.

Gracias al apoyo Internacional, han recibido canoas, kits de recolección y herramientas de procesamiento. Sin embargo, aún esperan motores para potenciar su trabajo.