Una ola conservadora comienza a imponer su voz en Brasil
El discurso moralista crece en el país. Empieza a censurar el arte y toma fuerza para la carrera presidencial de 2018.

Sao Paulo
A primera vista es difícil asociar a Brasil con el conservadurismo. La imagen que el país proyecta es la de una sociedad donde la libertad de costumbres parece ser la regla, de hecho los avances en los derechos sociales en la última década, como la Ley Maria da Penha contra la violencia machista, el matrimonio igualitario y el derecho al uso del nombre social de personas transexuales parecían consolidar esa imagen.
En las últimas semanas, sin embargo, polémicas sobre las libertades han agitado Brasil después de que una muestra de arte contemporáneo, Queermuseu, que reflexiona sobre la diversidad sexual y la religión, fuese clausurada el pasado 10 de septiembre por presión de grupos tradicionalistas que la acusaban de fomentar la pedofilia, la zoofilia y de atacar al cristianismo (entre las obras expuestas están un cuadro que ilustra poses afeminadas de menores y uno donde Jesús es un mono en brazos de María).
Pocos días después de la clausura de la muestra, un juez prohibió la representación de El Evangelio según Jesús, Reina del cielo, una obra de teatro protagonizada por una actriz transexual. La última polémica tuvo como protagonista a la filósofa estadounidense Judith Butler, referente en el estudio en la teoría queer, que participó de conferencias en Sao Paulo la semana pasada sobre debates en la democracia. Acusándola de promover una “nefasta ideología de género”, grupos conservadores reunieron más de 370.800 firmas en internet para cancelar las charlas y una decena de personas que protestaron en la calle durante una de las conferencias llegó a quemar una muñeca de una bruja, que representaba a la filósofa, bajo la oración del Padre Nuestro.
Más allá de las calles y museos, el Supremo Tribunal Federal ha determinado que un Estado laico como Brasil es compatible con una enseñanza religiosa confesional, vinculada a una o varias religiones específicas, en las escuelas públicas. Y una comisión de la Cámara de los Diputados votó la semana pasada a favor de criminalizar todo tipo de aborto en el país (actualmente, el aborto en Brasil es legal en casos de violación, cuando el feto tiene anencefalia o cuando hay riesgo de muerte para la madre).
Bruno Lima Rocha, politólogo y profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en Unisinos, considera que esos hechos son un reflejo de la “salida del armario” del discurso conservador brasileño. “El país vive una ola conservadora al incorporar al debate público pautas del neoliberalismo vulgar de los años 60 y 70, de la mano de organizaciones y políticos neopentecostales”, afirma en entrevista a la Agencia Anadolu. Actualmente, 168 parlamentarios forman parte del Frente Parlamentar Evangélico en el Congreso de Brasil y uno de los presidenciables en las elecciones del próximo año es el militar jubilado Jair Bolsonaro, actualmente miembro del Partido Social Cristiano (PSC), que tiene el 17% de las intenciones de voto, según el Instituto Datafolha, por detrás del expresidente Lula, con 35%.
Uno de los pilares de esos grupos es la defensa de la familia heteronormativa y por eso, según explica Lima Rocha, “apelan a una supuesta invasión de la ideología de género en el país”. Marcondes Gadelha, exsenador y presidente del PSC, sostiene, sin embargo, que se trata de “defender los intereses” de la sociedad brasileña. “Los ciudadanos más tradicionales se ven reflejados en nuestro discurso. Hay una preocupación por la subversión de ciertos valores que debilitan los vínculos personales, sobre todo en la familia”, le dijo a la Agencia Anadolu y sostiene que no hay ningún tipo de prejuicio en ese planteamiento. “La propia Constitución define que la familia está formada por un hombre y una mujer. La ideología de género no tiene ninguna base científica y es una aberración pretender introducirla incluso en las escuelas”, argumenta.
La derecha en las calles
Como el politólogo Lima Rocha, el líder del PSC tampoco cree que el conservadurismo es un fenómeno nuevo en Brasil. “Aquí siempre se ha asociado el moralismo con el mal. En la última década [durante el gobierno del PT], la gente sentía vergüenza de decir que no simpatizaba con la izquierda. Como mucho, se decían de centro. Hoy eso ha cambiado y el 70% de la población se identifica con posturas conservadoras”, dice. Según el Datafolha, el 40% de los brasileños apoya ideas próximas a la derecha o centro-derecha.
El discurso neoliberal, o conservador, salió a las calles con intensidad en 2015, cuando grupos liberales convocaron protestas contra la corrupción y para pedir el impeachment de Dilma Rousseff. Uno de ellos es el Movimento Brasil Libre (MBL), liderado por un grupo de veinteañeros que proclaman una economía de mercado, critican las políticas de distribución de renta aplicadas los últimos años en Brasil y se declaran impulsores de una nueva derecha. Aunque no sean oficialmente una fuerza política, The Economist les llamó el “Tea Party Tropical”. Recientemente, el MBL también se ha presentado como defensor de la moral. El grupo fue el impulsor de la campaña que logró clausurar el QueerMuseu. “Hemos promovido una campaña de boicot a una exposición que quería mostrar pedofilia, zoofilia y ofensas a la fe cristiana, ofensas a la imagen de Jesucristo", justificó Kim Kataguiri, líder del grupo, en un video. El MBL declinó hablar con Anadolu.
“El MBL es la infantería del conservadurismo. Actualizaron y ‘tropicalizaron’ ese discurso y se valen de estrategias de guerrilla del marketing digital para llegar a la gente”, analiza Lima Rocha. Es una cartilla que el PSC pretende adoptar como estrategia en la próxima campaña electoral. “Queremos utilizar las redes sociales para fomentar el debate de nuestra agenda”, cuenta Gadelha. Las cartas de las elecciones 2018 ya están barajándose.
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