
Ankara
Las trabajadoras de la salud en Turquía, que han estado en la primera línea de la lucha contra el coronavirus, exigen un entorno laboral seguro.
El personal médico femenino ha estado en el terreno desde que se informó del primer caso de COVID-19 en Turquía, el 11 de marzo de 2020.
El personal del Hospital de la ciudad de Ankara compartió con la Agencia Anadolu su papel en la lucha contra la pandemia.
La doctora Gulhan Kurtoglu Celik, oficial de capacitación de la clínica de emergencia, enseña a los internos y residentes del hospital cómo examinar a los pacientes.
“Por un lado, intentamos proteger a nuestra familia, por otro, tratamos de cuidar a nuestros hijos. Nunca lo habíamos pasado tan mal. Creo que este año ha sido muy difícil para los profesionales de la salud, especialmente para las mujeres. Nos hicimos más conscientes de nuestra fuerza”, comentó la doctora.
Al llamar la atención sobre el entorno inseguro al que están expuestas sus compañeras, Celik declaró: “No queremos recibir flores una vez al año en el Día Internacional de la Mujer. Queremos un año, un entorno en el que vivamos de manera más saludable, feliz y segura”.
“Queremos un año tranquilo con nuestros hijos y familia, sin olvidar que somos madres y esposas, tanto en el hospital como por fuera”.
De acuerdo con la enfermera Saniye Ince, “las enfermeras siempre son una mano compasiva con los pacientes. Es una de las profesiones espiritualmente gratificantes”.
Con respecto a las dificultades que enfrentan, la enfermera destacó que han sido alejadas de sus familias, esposos e hijos. “Tengo una hija de 16 años y un hijo de 7 años. Estuve fuera de casa durante seis meses por temor a infectarlos”, dijo.
Se mantuvieron en contacto a través de videollamadas durante ese período y su hija tuvo que asumir el papel de madre de la familia.
A los pacientes que recibían tratamiento en el hospital no se les permitía tener asistentes, por lo que las enfermeras también debían brindarles apoyo emocional.
“Alimentamos a los pacientes y cubrimos sus necesidades básicas. A veces tomamos sus manos para apoyarlos, nos sentábamos a su lado, algunas veces nos quedamos con ellos en sus habitaciones para ver la televisión porque estaban solos, y era el momento en que realmente nos necesitaban”.
“Nos hemos convertido en hijas o hermanas de algunos. Dimos todo el apoyo que pudimos”, agregó Ince.
*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.
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