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Testigo de la Masacre de Rabaa: “Empezaron por matar a la élite de la sociedad”

Hiba Zakariya, una periodista y académica egipcia, señala que después de los siete años trascurridos tras la masacre, los egipcios han empezado a comprender mejor los verdaderos objetivos del golpe de Estado.

Kenan Irtak  | 14.08.2020 - Actualızacıón : 14.08.2020
Testigo de la Masacre de Rabaa: “Empezaron por matar a la élite de la sociedad” Hiba Zakariya, periodista y académica egipcia. (Elif Ozturk - Agencia Anadolu)

Istanbul

Hiba Zakariya, una periodista y académica egipcia, recuerda que el día de la masacre, el 14 de agosto de 2013, en la plaza de Rabaa de El Cairo, capital de Egipto, se encontraba como voluntaria en un hospital de campaña cerca de la plaza.

“Empezaron por matar a la élite de la sociedad. No hicieron nada para vaciar la plaza o para que la gente se marchara. Los mataron directamente, les dispararon en la cabeza, en la cara”, cuenta Zakariya en declaraciones al corresponsal de la Agencia Anadolu con motivo del séptimo aniversario de la masacre.

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Tras la masacre, Zakariya se refugió en la mezquita Fateh, cercana a la plaza, donde posteriormente fue detenida por las fuerzas de seguridad junto con otros periodistas y manifestantes.

Zakariya relata que en esos días cada facción de la sociedad se manifestaba en diferentes plazas de la ciudad. “Los que apoyaban a (Mohamed) Morsi se reunieron en la plaza de Rabaa, los que apoyaban al Ejército estaban reunidos en otras plazas. La gente se reunía para impedir un golpe de Estado”, dice Zakariya.

Morsi fue el primer presidente de Egipto elegido democráticamente y a su vez derrocado por un golpe de Estado militar el 3 de julio de 2013.

El golpe fue liderado por el entonces ministro de Defensa, el general del Ejército y posteriormente mariscal y presidente del país norafricano, Abdelfatah al-Sisi.

Morsi falleció el 17 de junio del año pasado a los 67 años de edad durante una sesión judicial, en unas circunstancias un tanto ambiguas.

Zakariya asegura que países como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU) apoyaron el golpe de Estado, así como algunos países europeos y empresarios con lazos con el régimen del expresidente, Hosni Mubarak.

“Antes de la masacre, en la plaza de Rabaa se encontraban personas de sectores diferentes de la sociedad: gente con educación superior, obreros, mujeres, hombres, niños. Su sueño se había hecho realidad y querían protegerlo, pero nadie se imaginaba lo que ocurriría el 14 de agosto. Pensaban que permaneciendo allí podrían impedir el golpe”, relata Zakariya.

“Ese día empezaron a matar a los civiles repentinamente. Primero mataron a varias personas el 5 de julio. El 27 de julio mataron a 200 personas en un parque. Los cadáveres se amortajaban y sobre ellos solo se escribía el nombre y oficio (de la víctima). Sobre las mortajas se podía leer 'ingeniero', 'médico', 'estudiante'”, añade Zakariya.

La periodista dice que las condiciones en las que los periodistas tuvieron que desempeñar su labor aquel nefasto día fueron muy difíciles, ya que tenían que escoger entre proteger sus vidas o la verdad de los hechos que intentaban cubrir.

“Podíamos ver a los que nos disparaban desde los helicópteros, volaban muy cerca de nosotros, a la altura de un tercer piso. Copié a otra tarjeta de memoria las fotografías que había hecho hasta el momento y la dejé en la plaza con la esperanza de que alguien la encontrara y viera la verdad de lo ocurrido. (Lo hice) porque corríamos el riesgo de morir o ser arrestados”, explica la periodista.

Zakariya señala que después de los siete años trascurridos tras la masacre, los egipcios han empezado a comprender mejor los verdaderos objetivos del golpe de Estado.

“Al principio del golpe la gente tenía la mente nublada. Algunas personas no podían pensar de forma racional. Existía división entre la población debido al papel que jugaron los medios de comunicación. Ahora la gente se da cuenta que el problema no era Morsi, ni la Hermandad Musulmana. Tras el golpe mucha gente vive en condiciones difíciles. La gente ha perdido su libertad económica y política. La situación es muy difícil, todo retrocedió”, lamenta Zakariya.

Según datos oficiales, 632 personas, entre ellas ocho agentes de Policía, perdieron la vida durante la operación para dispersar a los manifestantes que se encontraban en la plaza, mientras que aproximadamente 2.000 personas resultaron heridas. Así mismo, 800 personas fueron detenidas.

*Traducido por Daniel Gallego.

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