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Se revelan nuevos secretos sobre la guerra en Afganistán

A medida que las fuerzas militares extranjeras dejan el suelo afgano, comienzan a surgir secretos de guerra que fueron celosamente guardados por más de 20 años y que exponen a las partes beligerantes en el conflicto.

Syed Iftikhar  | 22.06.2021 - Actualızacıón : 23.06.2021
Se revelan nuevos secretos sobre la guerra en Afganistán Oficiales y soldados de la unidad de comando de la fuerza especial afgana asisten a una ceremonia de graduación en la academia militar en Kabul, Afganistán, el 31 de mayo de 2021. (Haroon Sabawoon - Agencia Anadolu)

ANKARA

Incluso un mes antes de los ataques del 11 de septiembre, la administración del entonces presidente de EEUU, George Bush, había diseñado una estrategia para derrocar al régimen talibán mediante el uso de la acción indirecta.

Según Steve Coll, periodista estadounidense y autor de 'Ghost Wars: La historia secreta de la CIA, Afganistán y Bin Laden', desde la invasión soviética hasta el 10 de septiembre de 2001', altos funcionarios de seguridad nacional estadounidenses se reunieron en agosto de 2001 para definir la estrategia de Washington ante los talibanes.

En dicha reunión, explica Coll, los funcionarios habían decidido efectivamente proporcionar ayuda militar encubierta a los grupos antitalibanes, más particularmente al grupo de la Alianza del Norte afiliado a Ahmed Shah Massoud.

“En la reunión se decidió presentar un ultimátum a los talibanes para que entregaran a Bin Laden y otros operativos de Al Qaeda. Si los talibanes se negaban, Estados Unidos proporcionaría ayuda militar encubierta a los grupos antitalibanes. Si ambas opciones fracasaban, los funcionarios acordaron derrocar al régimen talibán mediante una acción más directa”, escribió Coll.

Dicha posición contrastaba notablemente con la política de la administración de Bill Clinton, que había tendido a creer que los talibanes podrán traer paz y estabilidad a Afganistán.

En su libro 'Massoud: Un retrato íntimo del legendario líder afgano' la autora y traductora Marcela Grad mencionó que, en 1997, el entonces subsecretario de Estado de EEUU, Robin Raphel, le había aconsejado a Massoud que se rindiera ante los talibanes para traer la paz al país.

Pero Massoud había respondido que "mientras controlara un área del tamaño de su sombrero, continuaría defendiéndola de los talibanes".

Los exdiplomáticos creyeron que la confianza de Masooud se derivaba del hecho de que, hasta entonces, la principal potencia regional, India, había accedido a apoyarlo.

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El apoyo de India a la guerra contra los talibanes

El embajador indio, Bharath Raj Muthu Kumar, quien sirvió en Dusambé (capital de Tayikistán) entre 1996 y 2000, coordinó la asistencia médica y militar a Massoud y sus fuerzas.

Según V. Sudarshan, un destacado periodista indio, el contacto con Masooud se estableció apenas una semana después de que los talibanes se apoderaran de Kabul en septiembre de 1996.

Todo empezó cuando Amrullah Saleh, primer vicepresidente de Afganistán y que luego fue destinado a la capital de Tayikistán en nombre de la depuesta administración de Kabul, llamó al embajador indio y solicitó una reunión para el "comandante" (Massoud) que había llegado a Dusambé.

Kumar, después de obtener el permiso de sus superiores en Nueva Delhi, caminó hasta la casa de Massoud en Dusambé, donde lo recibieron con té y frutos secos. Los líderes políticos de Nueva Delhi habían aconsejado al enviado indio que "escuchara con atención e informara fielmente todo lo discutido".

Mientras tomaba una taza de té, Massoud pidió ayuda a la India para derrocar a los talibanes y derrotar a Al Qaeda.

Posteriormente, Kumar dijo que, además de enviar equipo pesado, India brindó una amplia asistencia a la alianza contra los talibanes, que incluyó uniformes, artillería, morteros, armamento pequeño, fusiles Kalashnikov reacondicionados, ropa de combate y de invierno, alimentos empaquetados y medicamentos a través de Tayikistán. Sin embargo, los fondos se enviaron a través del hermano de Massoud, Wali Massoud, que estaba radicado en Londres.

India también ayudó a mantener 10 helicópteros, de propiedad de Northern Alliance, con repuestos y servicio. También regaló dos helicópteros Mi-8 y gastó USD 7,5 millones para establecer un centro médico en Farkhor, 130 kilómetros (81 millas) al sureste de la capital Dusambé, donde Massoud dio su último suspiro luego de que fuera víctima de un atentado el 9 de septiembre de 2001 en Khoja Bahauddin, en la provincia de Takhar de Afganistán.

Cinco meses antes de morir, Massoud estaba en Nueva Delhi en una visita de cuatro días. El exministro de Relaciones Exteriores de la India, Jaswant Singh, en su libro titulado Un Llamado al Honor, escribió: “Esta tuvo que ser una visita muy vigilada, ya que muchos grupos terroristas de Afganistán y Pakistán estaban compitiendo por quitarle la vida".

El diplomático indio señaló que “la cooperación de la India con la Alianza del Norte sigue siendo en gran parte un relato no contado".

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Más secretos de EEUU

En cientos de entrevistas confidenciales que constituyen una historia secreta de la guerra, funcionarios estadounidenses y aliados han admitido que sus estrategias de combate fatalmente defectuosas se desviaron en direcciones que poco tenían que ver con Al Qaeda o el 11 de septiembre.

Después de entrevistar a más de 600 diplomáticos y comandantes militares la oficina del inspector general especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés) ubicada Washington, en su estudio titulado 'Lecciones aprendidas', destacó los intentos fallidos del Gobierno de Estados Unidos de reducir la corrupción descontrolada, el fracaso en la construcción de un Ejército y una fuerza policial afgana competentes, y también de hacer mella en el próspero comercio de opio de Afganistán.

Bob Crowley, un coronel del Ejército que se desempeñó como asesor principal de contrainsurgencia de los comandantes militares de EEUU entre 2013 y 2014, dijo al SIGAR que se realizaron encuestas para reforzar la idea que todo iba bien.

En una entrevista para el diario The Washington Post, John Sopko, director de SIGAR, la agencia que realizó las entrevistas, reconoció que "se mintió constantemente al pueblo estadounidense".

Según una estimación calculada por Neta Crawford, profesora de ciencias políticas y codirectora del Proyecto Costes de la Guerra en la Universidad de Brown de EEUU, varias ramas de la administración estadounidense gastaron entre 934.000 y 978.000 millones de dólares en Afganistán desde 2001.

En público, los funcionarios estadounidenses insistieron en que no toleraban la corrupción. Pero en las entrevistas de Lecciones aprendidas admitieron que Estados Unidos miraba para otro lado mientras los agentes del poder afganos saqueaban con impunidad.

“Me gusta usar una analogía con el cáncer. La corrupción menor es como el cáncer de piel; hay formas de lidiar con eso y probablemente estará bien. La corrupción dentro de los ministerios, nivel superior, es como el cáncer de colon; es peor, pero si lo detecta a tiempo, probablemente esté bien. La cleptocracia, sin embargo, es como el cáncer de cerebro; es fatal”, declaró a los investigadores de SIGAR Christopher Kolenda, un coronel del Ejército que había sido enviado a Afganistán varias veces.

Los funcionarios estadounidenses dijeron a los entrevistadores que al permitir que la corrupción se profundizara, Estados Unidos y sus aliados ayudaron a destruir la legitimidad popular del tambaleante Gobierno afgano.

Con jueces, jefes de Policía y burócratas extorsionando y pidiendo sobornos, muchos afganos se amargaron con la democracia y recurrieron a los talibanes para hacer cumplir el orden.

Falla la misión para erradicar al opio de Afganistán

Un soldado estadounidense no identificado aseguró que los equipos de las Fuerzas Especiales "odiaban" a la Policía afgana con la que entrenaron y con quienes trabajaron, calificándolos de "horribles".

"Pensar que podríamos construir el Ejército tan rápido y en ese pozo era una locura", declaró un alto funcionario de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) que se mantuvo bajo el anónimo ante los entrevistadores del Gobierno estadounidense.

El informe mencionó, además, que Estados Unidos gastó alrededor de 9.000 millones de dólares para combatir el problema del cultivo de opio durante los últimos 18 años.

Pero los agricultores afganos estaban cultivando más amapolas de opio que nunca. Exfuncionarios aseguraron que casi todo lo que hicieron para restringir el cultivo de opio fue contraproducente.

Al principio, los británicos les pagaban a los cultivadores de amapola afganos para que destruyeran sus cultivos, lo que solo los alentó a cultivar más la siguiente temporada. Más tarde, cuando el Gobierno de Estados Unidos erradicó los campos de amapolas sin compensación, los agricultores se enfurecieron y este enojo los alentó a ponerse del lado de los talibanes.

En junio de 2006, Barry McCaffrey, un general del Ejército retirado, que se encontraba en una misión de investigación en Afganistán, informó que los talibanes habían regresado de manera impresionante y predijo "sorpresas desagradables" en los próximos 24 meses.

“El liderazgo nacional afgano está colectivamente aterrorizado de que salgamos de Afganistán en los próximos años, dejando a la OTAN con la bolsa en la mano, y todo se derrumbará nuevamente en el caos”, describió McCaffrey.

*Juan Felipe Vélez Rojas contribuyó con la redacción de esta nota

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