Refugiados en Francia viven entre el frío, la basura y el barro
Los refugiados que quedaron dispersos después del desalojo del campamento de emigrantes 'Jungle', en la ciudad francesa de Calais, intentan sobrevivir en diferentes zonas cercanas al puerto de la ciudad con la esperanza de poder ir a Inglaterra.

CALAIS, Francia
Luego de abandonar sus países natales, Etiopía y Eritrea, para escapar de la guerra y de la miseria con la esperanza de encontrar una vida mejor, los refugiados llegan a la ciudad de Calais, en el norte de Francia, tras pasar por Italia.
Estos refugiados llevan meses de lucha contra temperaturas bajo cero y contra el hambre, sin dinero y con la ilusión de vivir una vida mejor.
Después del desalojo y posterior derribo del campamento de emigrantes 'Jungle', en octubre de 2016, considerado como uno de los campamentos más peligrosos del mundo, los refugiados que hasta entonces se albergaban en él ahora intentan alojarse en los campos y basureros de los alrededores, en condiciones muy difíciles. A veces tienen que esperar largas colas para poder obtener los escasos alimentos que reparten algunas ONG.
“Muchos de nosotros hemos dejado atrás a nuestras familias por nuestros sueños, pero las condiciones en Europa son peores que antes”, dice Abdullah, de Etiopía, en conversación con el corresponsal de la Agencia Anadolu, mientras se calienta las manos sobre la hoguera que logró prender con los objetos que ha recogido de los alrededores. Añade que en el grupo con el que se encuentra, de unas 200 personas, la mayoría de refugiados tienen 18 y 19 años.
“Vivir entre la basura y el barro se ha hecho insoportable. La Policía está sobre nosotros. Hemos oído que nos van a confiscar las tiendas de campaña. No sé qué haremos entonces”, se lamentó Abdullah, quien añadió que nadie los apoya y que llevan seis meses esperando en el puerto.
“Cada vez que quiero ir allí los policías me lo impiden. Estamos desesperados. No se puede explicar qué es dormir con el miedo de despertarte en medio de una redada”, explicó Abdullah.
“Nuestra salvación está al otro lado del mar, pero la incertidumbre hace que pierda la esperanza”, relató otro refugiado, Umar, quien se encuentra enfermo, dijo que si no fuese por las pequeñas porciones de sopa que algunas ONG reparten, ellos no le importarían a nadie. Umar asegura uno de sus principales problemas es la enfermedad.
*Daniel Gallego contribuyó con la redacción de esta nota