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Posible erupción del monte Agung deja cientos de evacuados en Bali

Miles de familias permanecen en los campamentos de evacuación.

Shenny Fierdha Chumaira  | 14.12.2017 - Actualızacıón : 15.12.2017
Posible erupción del monte Agung deja cientos de evacuados en Bali Las alarmas todavía están encendidas por la emisión de cenizas del volcán Agung, en la isla de Bali. (Mahmut Atanur - Agencia Anadolu)

BALI, Indonesia

Refugiados que huyen de la amenaza de erupción del monte Agung en Bali permanecen en campos de evacuación, llenos de cientos de residentes locales que cargan sus escasas pertenencias y que duermen sobre el piso frío y duro.

Para muchos, la comodidad de la seguridad y el estar junto a su familia es un pequeño consuelo en tiempos difíciles. Con el monte Agung flameando en el fondo, Wayan Pundo, de 36 años, dio la bienvenida a un nuevo miembro de su familia, en medio de la incertidumbre de vivir en el refugio Desa Sibetan en Karangasem.

Su esposa, Wayan Wentan, de 27 años, dio a luz a una niña en el concurrido centro de evacuación hace aproximadamente un mes, poco después de que se les pidiera que abandonaran su hogar.

"Fuimos evacuados cerca de la fecha del parto. Una semana después de que nos instalamos, ella se quejó de calambres en el estómago", recuerda Pundo.

De inmediato, alertó a los voluntarios en el refugio que escoltaron a su esposa a un hospital cercano, donde ella tuvo un parto natural.

"El bebé nació con un peso de 2.7 kilogramos. Solo pasamos un día en el hospital y volvimos al campamento al día siguiente", dijo Pundo.

Llamaron a su segunda hija Kadek Tantri Wulandari. El nombre 'Tantri' lo sacaron del primer pueblo al que fueron evacuados, Banjar Mantri.

Pundo dijo que le contará a su hija el significado de su nombre cuando ella tenga la edad suficiente para comprenderlo.

Problemas de salud entre los evacuados

Para llegar a fin de mes mientras está aislado de su hogar y su sustento, Pundo ha hecho trabajos ocasionales en varios sitios de construcción cerca del centro de evacuación. Wentan lleva dinero tejiendo pequeños cestos de hojas de plátano y vendiéndolos para que los religiosos los usen como bandejas.

Pundo dice que sus ganancias conjuntas han mantenido a flote a la familia. Aunque ellos, junto con miles de otras familias, han dejado sus hogares por casi dos meses, a Pundo le complace estar aquí.

"Toda mi familia está aquí conmigo. Lo importante es que todos estamos seguros", dice agradecido.

Los problemas de salud persisten en los refugios de Desa Sibetan y en los demás. La bebé Tantri, por ejemplo, no recibió su vacuna programada.

La comisionada de la policía Ni Luh Suwardini sugirió que la familia vaya a la clínica de salud comunitaria más cercana y solicite que un trabajador de salud vacune a la bebé.

Además de la vacuna obligatoria, a Suwardini también le preocupa el impacto que tendrá la ceniza volcánica en la bebé y en otros jóvenes residentes del refugio.

"Me siento mal por la bebé. Este centro de evacuación a veces está envuelto en cenizas, aunque no es una capa demasiado gruesa", dice, mientras quita el polvo de algunas hojas.

*María Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.

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