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Personas que mueren a la espera de un trasplante de órgano, las otras víctimas de la pandemia en Brasil

En este país, considerado con el mejor sistema de salud del mundo en cuanto a trasplantes, estos se han reducido más de la mitad desde la declaración de la pandemia, debido a la desconfianza y a la caída en el número de donantes.

Federico Cornali  | 21.10.2020 - Actualızacıón : 23.10.2020
Personas que mueren a la espera de un trasplante de órgano, las otras víctimas de la pandemia en Brasil Según el último informe de la Asociación Brasileña de Trasplante de Órgano (ABTO), entre abril y junio de 2020 se realizaron 2.474 trasplantes de órganos, tejidos y médula en Brasil. (Crédito obligatorio: Asociación Brasileña de Trasplante de Órgano)

SAO PAULO, Brasil

Por: Federico Cornali

Más allá de las cerca de 155 mil muertes por COVID-19 que se contabilizan hasta hoy en Brasil, existen otras víctimas, también directas, de la pandemia.

Según el último informe de la Asociación Brasileña de Trasplante de Órgano (ABTO), entre abril y junio de este año se realizaron en el país 2.474 trasplantes de órganos, tejidos y médula, lo que se traduce a menos de la mitad de los que se hicieron durante el primer trimestre del año (6.423), entre enero y marzo, antes de la pandemia.

Esa disminución de 61% en los procedimientos produjo un aumento de 44,5% en las muertes de pacientes que aguardaban en la lista de espera.

Las cifras de trasplantes en Brasil, que ya no eran ideales antes de la crisis sanitaria, empeoraron a partir de abril, llevando a los pacientes que esperaban su turno, personal médico y familiares a la desesperación primero, y a la resignación después.

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Una de las razones fundamentales de esta disminución rotunda de operaciones fue la prohibición de usar órganos de personas que hubieran fallecido a causa del coronavirus o, incluso, bajo sospecha de que ese hubiera sido el motivo principal de la defunción.

El escenario de incertidumbre, la desconfianza, el miedo y la falta de información entre la población también jugaron su papel para que los trasplantes disminuyeran 37,1% en lo que va del año (34% de aumento en las muertes), si se compara con 2019, según datos entregados por el Ministerio de Salud.

De acuerdo con las estadísticas publicadas por ABTO durante la pandemia, el promedio de rechazo de donaciones de órganos por parientes en el mundo es del 25%, mientras en Brasil esa cifra escala hasta el 43%.

Más allá de los números, detrás de las estadísticas alarmantes, hay nombres propios y mucha angustia. Mientras espera por nuevos pulmones, Fabiola Souza, de 43 años, sobrevive a base de suplementación de oxígeno durante buena parte de sus días. La preocupación de la paciente, que reside en Franca, al interior de Sao Paulo, es doble, ya que convive con el miedo al contagio de la COVID-19, que podría ser letal debido a su frágil condición, y con cierto pesimismo al enterarse de la disminución de donaciones.

“Se trata de ser valiente, ya que es una situación muy complicada, y de ser consciente. Los parientes hoy deben pensar en los que estamos sufriendo, ya que un sí por parte de ellos puede darle vida a otra persona”, dice Souza.

Al considerar los números del primer semestre, desde ABTO se proyecta una caída anual de más del 20% en donaciones y trasplantes, que contrasta con el panorama alentador previo a la pandemia.

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En los cálculos de la asociación entran los procedimientos de corazón, hígado, páncreas, pulmón, riñón, córnea y médula. Si se cumple el pronóstico de ABTO, Brasil regresaría a la marca que obtuvo nueve años atrás, interrumpiendo casi una década de progreso en este tipo de intervenciones.

Otro índice que llama la atención es el de donantes efectivos (donante real a partir del cual se ha realizado al menos un trasplante de órgano); actualmente, este índice está en 15,8 donantes por cada millón de habitantes, lo que significa 6,5% menos que la marca de junio de 2019 (16,9 por millón).

La tasa anhelada por ABTO es de 20 donantes, cifra que estuvo a punto de ser alcanzada en el primer trimestre de 2020, cuando escaló hasta 18,4. Sin embargo, la pandemia se interpuso en ese crecimiento, ya que fueron descartados los órganos de pacientes infectados con COVID-19, se optó por esperar en los casos en los cuales el paciente podía esperar con tratamientos paliativos e incluso se presentó una falta de logística por vía aérea para que los órganos fueran trasladados entre ciudades.

Además, para minimizar los riesgos de los profesionales de la salud se aminoraron las búsquedas activas de donantes. En general, ese proceso es llevado a cabo por comisiones intrahospitalarias, presentes en nosocomios que cuentan con más de 80 camas y responsables por viabilizar los diagnósticos de muerte encefálica con los cuales se les ofrece a las familias la posibilidad de autorizar la donación.

“En lo que se refiere a trasplantes de pulmón y corazón, de una lista de 20.000 pacientes no llegamos a hacer ni un 50%”, explica Ilka Santana Ferreira Boin, miembro del Consejo Consultivo de la ABTO. “Los familiares no entienden bien lo que está pasando, también existen familias que se niegan por cuestiones religiosas y muchos no saben los protocolos. Por eso, es sumamente necesario que se le explique mejor a todo el mundo de qué se tratan las donaciones de órganos, para que lo entiendan como lo que es, algo bueno, y no como algo malo; que entiendan que es una forma de salvar otras vidas”, agrega la Doctora en Cirugía por la Universidad de Campinas, en el interior paulista.

Otro de los efectos de la pandemia fue la disminución en el ritmo de ingreso de los pacientes a las filas de espera. Durante el primer semestre, el número de nuevos registros fue 28,4% peor que en el mismo período de 2019. “Los servicios de salud que no reportaban urgencias también disminuyeron con la pandemia, por lo cual también se desaceleró el pedido de trasplantes”, dice José Huygens Parente García, presidente de ABTO. “De todas formas, eso no significa que la lista de espera dejó de crecer. A finales de junio, eran más de 40.000 personas las que esperaban por un órgano o un tejido, 3.000 más de lo que fue en 2019 completo”, agrega el médico.

También existen diferencias según cada órgano. Por citar uno de los ejemplos más claros, durante la pandemia los pacientes renales solo fueron sometidos a trasplantes en casos de emergencia, ya que existe una metodología alternativa para la mayoría de los casos: la hemodiálisis. En tanto, con los pacientes que esperaban por un trasplante de córneas sucedió algo similar, ya que solo aquellos que presentaban riesgos de perder un ojo recibieron nuevos tejidos.

Los pacientes que necesitaban un pulmón fueron los más afectados, ya que los trasplantes de ese órgano bajaron un 70%, debido a que en el comienzo de la pandemia era muy difícil identificar los donantes que habían sido o no infectados por el coronavirus. En cambio, quienes precisaban de un trasplante de hígado en Sao Paulo se vieron beneficiados, ya que esa operación aumentó un 5%, aún durante la pandemia, en el estado. Cabe destacar que para ese procedimiento no existen tratamientos alternativos.

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El jubilado Mario Alberto Marino Correia, de 64 años, que reside en Santo André, municipio ubicado en la zona sudeste de la Gran Sao Paulo, fue diagnosticado con gastritis por su médico en 2016 y se comprometió a regresar un año después para realizarse nuevos chequeos. Sin embargo, dejó pasar el tiempo hasta que la situación se agravó y se hizo necesario un trasplante de hígado inmediato. “Seguí comiendo cualquier cosa, no respetaba la dieta y casi no vivo para contarla. Cuando me dijeron que mi única salvación sería un trasplante, me asusté mucho, aún más con la pandemia dando vueltas”, dice el exelectricista. “Ahora quiero disfrutar la vida, pero sin excesos, dándole el valor que se merece”, agrega.

En Brasil, el Sistema Único de Salud (SUS) es responsable por casi el 95% de los trasplantes de todo el país. Más allá del volumen, este sistema le garantiza al paciente un monitoreo integral, en todas las fases del tratamiento. Actualmente, son más de 46.000 las personas que aguardan en la fila por un órgano, un tejido o una médula. La lista es coordinada por el gobierno federal y el tiempo de espera depende del órgano y de la gravedad del caso. “Todo el mundo considera al SUS como el mejor sistema de salud del mundo en relación a los trasplantes, y es el que más realiza trasplantes públicos”, explica Ferreira Boin.

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