Entre el 18 y el 20 de noviembre, el nuevo sistema de rastreo de contagios por COVID-19 implementado en Ciudad de México (CDMX) detectó 67 casos positivos, por lo que se enviaron unas 5.000 alertas de prevención a ciudadanos que estuvieron en los mismos lugares que los contagiados.

Debido al aumento de casos por coronavirus que se ha visto en la capital mexicana y a la necesidad de evitar al máximo un nuevo cierre total de las actividades no esenciales en el DF, el Gobierno de la ciudad desarrolló un sistema de rastreo y monitoreo que funciona a través de un código QR que cada local comercial u oficina debe pegar a la entrada de su negocio, aunque no es obligatorio que todas las personas ingresen sus datos a la plataforma.

Según la jefe de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, “es un sistema de identificación de contactos en espacios cerrados, de tal manera que se pueda tener el contacto de quienes salen positivo, para hablarles a las personas con las que estuvieron cerca para que se aislen. Esto se ha utilizado en otros lugares del mundo”.

La idea es que el Gobierno de la ciudad conozca el lugar y hora en la que entró a un recinto cerrado una persona contagiada, pero para comunicarse con quienes estuvieron en contacto con el enfermo y tienen un potencial riesgo de enfermarse la municipalidad recoge datos que han despertado sospechas entre los ciudadanos.

En entrevista con el diario El Universal, el director General de Gobierno Digital de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), Eduardo García, aseguró que “para hacer cualquier programa necesitas información; sin embargo, en este de monitoreo epidemiológico, que requiere información sensible de las personas, elegimos maximizar su seguridad al reducir al mínimo los datos que se solicitan. No pedimos nombre, sexo, edad, género, ocupación, dónde trabaja, historial médico, pedimos lo mínimo indispensable para realizar este programa que creemos que es muy importante por la evidencia internacional que hay de los contagios en los lugares cerrados”.​​​​​​​

Dentro de las nuevas restricciones implementadas a partir del lunes 23 de noviembre en la ciudad, se obliga a negocios como cines, teatros, espacios deportivos y estéticas a cerrar a las 7:00 p.m.; los restaurantes podrán continuar el servicio hasta las 10 p.m., pero no podrán vender bebidas alcohólicas durante las tres horas antes del cierre.