Musulmanes rohinyá en Pakistán critican el silencio mundial sobre la represión a su pueblo
En vísperas del tercer aniversario de la represión militar en Myanmar, los musulmanes rohinyá en Pakistán siguen buscando a sus familiares desaparecidos.

KARACHI, Pakistán
Mientras el mundo se prepara para observar el tercer aniversario de la brutal represión militar contra los musulmanes rohinyá de Myanmar, cientos de ellos que viven en Pakistán siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos.
Ibrahim Hussein, de 56 años de edad, es uno de los rohinyá que viven en la ciudad portuaria de Karachi y todavía llora la muerte de sus doce familiares, incluidos niños. Los hechos ocurrieron durante una campaña de represión del Ejército de Myanmar el 25 de agosto de 2017 (lo que la ONU llama el ejemplo de genocidio), obligando a unas 860.000 personas a huir hacia Bangladés.
Hussein también ha perdido a su joven sobrina y primo, que han desaparecido desde entonces. "Hemos hecho todo lo posible para localizarlos. Durante los últimos tres años, nos hemos puesto en contacto con varios grupos de derechos humanos, incluida la Cruz Roja, para saber de ellos pero no ha sido posible", señaló Hussein, quien dirige una pequeña tienda de comestibles en la Colonia Birmania, un barrio de ingresos medios del distrito oriental de Karachi, la ciudad más grande y la capital comercial de Pakistán.
Los informes contradictorios sobre los dos desaparecidos han aumentado aún más su miseria. "Ellos [los miembros de la familia] estaban tratando de huir juntos pero pronto se separaron debido a una situación parecida a una estampida. Varios murieron, algunos lograron cruzar a Bangladés, mientras que los dos desaparecieron", dijo.
"Algunos de nuestros compañeros de aldea dijeron que ellos [sobrina y primo] también fueron asesinados junto con otros miembros de la familia. Otros dijeron que llegaron a Bangladés con algún otro grupo", narró Hussein a la Agencia Anadolu. Él ha hecho de Karachi su hogar desde 1982, cuando algunos rohinyá desplazados llegaron a Pakistán.
Bloqueos de las comunicaciones
El bloqueo de Internet y las restricciones telefónicas en los campamentos de refugiados rohinyá en el distrito de Cox's Bazar, en Bangladés, donde viven más de 1,2 millones de refugiados desde septiembre pasado, han obstaculizado aún más los esfuerzos de Hussein por localizar a los familiares desaparecidos. "Hace ya tres años que nos acercamos a todas las fuentes disponibles para buscarlos. Solo Alá sabe si están vivos o muertos", dijo mientras intentaba contener sus lágrimas.
Mohammad Taha, otro rohinyá, que nació y se crió en Karachi, tiene una historia similar que compartir. Al menos cinco miembros de su familia, incluidos dos primos maternos, han desaparecido después de la represión. "Nuestros familiares que lograron llegar a Bangladés también han estado tratando de localizarlos pero todavía no tenemos noticias".
Dijo que se estaba haciendo muy difícil incluso ponerse en contacto con los familiares que viven en Bangladés debido a las restricciones telefónicas. "Tenemos un contacto muy limitado con ellos. Rara vez se ponen en contacto con nosotros cuando tienen la oportunidad de salir del campamento y llamar desde una oficina pública", añadió Taha.
La ciudad portuaria de Karachi alberga a más de 400.000 musulmanes rohinyá, la cifra más alta después de Myanmar y Bangladés, según estimaciones no oficiales. Los refugiados empezaron a llegar a la región a principios de los años 40, antes de la creación de Pakistán.
El primer éxodo tuvo lugar en 1942 después de la primera operación del Ejército que mató a más de 100.000 musulmanes rohinyá. Sin embargo, la mayoría de los refugiados hicieron de Pakistán su hogar entre 1970 y 1980 después de un largo y agotador viaje a través de Bangladés, a la India y luego a Pakistán.
Ver también: Quiénes son los rohinyá, el pueblo más perseguido del mundo
Desde entonces no ha habido migraciones en masa, ya que la India cerró sus fronteras con Bangladés y puso restricciones al viaje hasta las fronteras con Pakistán.
El expresidente pakistaní Ayub Khan, que gobernó el país de 1958 a 1969, asignó tierras a los refugiados rohinyá en 1962, allanando así el camino para dos asentamientos, la Colonia Birmania y Arkanabad, que recibió el nombre del antiguo estado de Rakáin, en los barrios orientales de Karachi.
El silencio global
Pero lo que más le duele a los rohinyá es el silencio de la comunidad internacional, incluso cuando la ONU los llamó la comunidad más perseguida del mundo. "Han pasado tres años y no se ha hecho nada concreto para responsabilizar al Gobierno de Myanmar del genocidio y el reasentamiento seguro de los musulmanes rohinyá. En cambio, el Gobierno [de Myanmar] los está persiguiendo más vigorosamente", dijo Noor Hussein Arakani, un líder de la comunidad rohinyá.
En noviembre de 2019, la Corte Penal Internacional (CPI) aprobó el inicio de una investigación sobre los crímenes contra la comunidad rohinyá, una medida rechazada por Myanmar, que no es parte del Estatuto de Roma, el tratado fundador de la CPI que busca proteger a las comunidades del genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión.
"Solo Turquía, Gambia y algunos otros países musulmanes, que luchan constantemente por nuestro caso en los foros internacionales. Pero, en general, existe un silencio criminal sobre los abusos generalizados de los derechos humanos en Myanmar por parte de las llamadas superpotencias", dijo Arakani y añadió que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha estado al lado de los musulmanes rohinyá. "Toda la comunidad rohinyá reza por él", aseguró.
Arakani, que dirige el Foro de Solidaridad Rohinyá, con sede en Karachi, sostuvo que la clave para la solución del problema de los rohinyá es con China. "Es el poder de veto de China el que ha estado permitiendo a Myanmar perpetrar crímenes contra los rohinyá con impunidad. Si China decide hoy, el asunto puede resolverse en semanas", dijo.
China fue uno de los pocos países que no condenó la brutal represión de 2017 contra los musulmanes rohinyá, calificándola de "asunto interno" de Myanmar. "Apelamos al Gobierno chino a no ver este [asunto] a través de un prisma político. Es un asunto humano. China ha sido un gran amigo y partidario de Pakistán. Estamos agradecidos al país por eso", señaló y agregó que Myanmar "no puede decir no" a China.
Arakani sostuvo que China ganará los corazones de toda la comunidad si ayuda a los rohinyá a obtener su ciudadanía y otros derechos.
La represión en Myanmar
Según Amnistía Internacional, más de 750.000 refugiados rohinyá, en su mayoría mujeres y niños, huyeron de Myanmar y cruzaron a Bangladés después de que las autoridades birmanas lanzaran una ofensiva contra la comunidad musulmana, que es minoría en el país, en agosto de 2017. El número de personas perseguidas que ha llegado a Bangladés se estima que está por encima de 1,2 millones.
El informe titulado "Migración forzada de rohinyá: la experiencia no contada" de la Agencia de Desarrollo Internacional de Ontario (OIDA) reveló que cerca de 24.000 musulmanes rohinyá han sido asesinados por las fuerzas estatales de Myanmar, más de 34.000 han sido quemados y otros 114.000 golpeados. Y agrega que unas 18.000 mujeres y niñas rohinyá fueron violadas por el Ejército y la policía de Myanmar, más de 115.000 hogares fueron incendiados y 113.000 fueron totalmente destrozados.
La ONU también ha documentado violaciones en masa por parte de bandas que cometen asesinatos (incluso de bebés y niños pequeños), brutales palizas y desapariciones cometidas por las fuerzas del Estado de Myanmar. En un informe, los investigadores de la ONU dijeron que tales violaciones pueden constituir crímenes contra la humanidad.
Ahora se enfrentan a una amenaza de repatriación forzosa por parte del Gobierno de Bangladés, a pesar de no tener derechos de ciudadanía ni garantías de seguridad por parte de un desafiante Gobierno de Myanmar.
*José Ricardo Báez G. contribuyó con la redacción de esta noticia.
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