Matrimonio igualitario permite a venezolano hacer su vida en Colombia
Colombia le permitió a Rafael Álvarez cumplir el sueño de casarse con el amor de su vida y trabajar legalmente en el país para enviarles los medicamentos a sus padres enfermos.

BOGOTÁ, Colombia
Rafael Álvarez está a unos pocos días de cumplir su primer año de “rebusque” en Colombia. El puesto de comidas rápidas en el que trabaja se ha convertido en un lugar predilecto para los residentes de la zona de la Calle 80 con Avenida Boyacá, en Bogotá.
Mientras prepara las hamburguesas y perros calientes sus clientes lo saludan, le preguntan cómo va el negocio y cómo está la familia en su país. No es difícil hacerse una imagen de Rafael: a simple vista se ve que es un joven cordial, trabajador y decente.
El salario mensual de 1’300.000 pesos colombianos que recibe por su trabajo, en el que descansa solo dos días al mes, aunque es bajo en Colombia, le ha alcanzado para mandarle mensualmente los medicamentos a sus padres, que en su país natal escasean cada vez más. Su madre sufre de una enfermedad pulmonar llamada EPOC y su padre, de depresión bipolar maniacodepresiva.
Según un reporte de septiembre de este año de la ONG venezolana Convite A. C., el índice de escasez de la canasta básica de medicinas para el tratamiento de la hipertensión, la diabetes, la diarrea y las infecciones respiratorias agudas en todo el territorio venezolano llegó a 90% en septiembre de 2017.
“Mis papás necesitan estas medicinas para vivir y esa es la principal motivación que me impulsó a abandonar mi país. No voy a decir que ha sido fácil irme de Venezuela, los primeros dos meses en Colombia fueron duros y conseguir trabajo es lo más complicado. La mayoría de colombianos se han portado bien conmigo, aunque a veces no falta el comentario: ‘estos venezolanos nos están invadiendo y nos están quitando el trabajo’”, expresó el joven oriundo de San Cristóbal, capital del Estado Táchira, en Venezuela.
Rafael ya fue víctima de un robo con pistola en una ocasión, trabaja a la intemperie y debe sortearse con el clima impredecible de lluvia, viento e incluso granizo que tiene la capital colombiana. “Salgo a la medianoche y me voy en bicicleta a mi casa que queda en Suba [una localidad al noroccidente de Bogotá]", agregó.
“Esta crisis nos ha vuelto a los venezolanos mucho más humildes. Hace unas décadas en Venezuela se desperdiciaban muchas cosas y se vivía con todo tipo de lujos. Antes, si yo dejaba la mitad de una hamburguesa la botaba, pero hoy en día la guardo y me la como de desayuno, porque ya sé lo que es tener hambre”, comentó.
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Pero no todo ha sido tristezas para este venezolano. Rafael también llegó con la motivación de reunirse con el amor de su vida: Jhosser Alcalde, un joven venezolano de padres colombianos que también llegó al país a probar suerte.
Aunque las cosas mejoraron paulatinamente para Rafael, tras obtener su empleo en el puesto de comidas rápidas y compartir con su pareja, el tiempo pasó rápidamente y su visa estaba a pocos días de vencerse. A tres días de la fecha de expiración, fue a la Cancillería para ver qué podía hacer.
Las opciones para que el joven venezolano pudiera hacer su vida en Colombia se reducían a una: contraer matrimonio con un colombiano. Rafael cuenta que no tenía planeado casarse aún con Jhosser, pero el matrimonio era un sueño que algún día quería cumplir. Un deseo que, para su fortuna, Colombia podía hacerle realidad y Venezuela no.
El matrimonio para parejas del mismo sexo fue aprobado en Colombia en abril de 2016 por la Corte Constitucional, luego de meses de intensos debates y con una elección de seis votos a favor y tres en contra.
Rafael y Jhosser no pudieron contraer matrimonio de inmediato porque no contaban con sus registros civiles venezolanos apostillados, pero pudieron acceder a la unión marital de hecho, un derecho que tienen las parejas que conviven de manera permanente y cuenta con los mismos derechos y deberes de un matrimonio ante la ley.
Con este documento legal, Rafael no solo pudo renovar su visa y asegurar su estadía en Colombia, sino que también logró llevar a un nivel más avanzado su relación sentimental.
“Es hermoso poder estar con la persona que uno ama y sentir que es tu complemento. Nosotros tenemos muchos sueños juntos que queremos realizar. Colombia es un país mucho más abierto para la comunidad LGBTI, Venezuela no lo es. Acá me siento libre y respetado. En mi país corres peligro en la calle si te muestras como eres, por eso muchas personas deben ocultar su orientación sexual”, compartió.
Según el último informe publicado en agosto por la Superintendencia de Notariado y Registro de Colombia, entre enero y junio de este año se registraron 417 matrimonios entre parejas del mismo sexo en Colombia, mientras que en el 2016 se presentaron 298, un total de 715 uniones.
Rafael ya cuenta con su cédula de extranjería para permanecer y trabajar en el país. Pronto accederá al servicio de salud como beneficiario de su pareja, pero aún tiene el reto de encontrar un trabajo formal. En Venezuela estudió enfermería y tiene experiencia en farmacéuticas, aunque asegura que está dispuesto a trabajar en lo que sea para mejorar su condición laboral.
“Lastimosamente muchos empleadores en Colombia aún tienen miedo de contratar a los venezolanos, así tengamos nuestro permiso de trabajo. Ellos simplemente prefieren darle el trabajo a un connacional. Necesitamos la solidaridad de los colombianos, porque la situación está cada vez peor en mi amado país”, concluyó Rafael.
Según datos del Ministerio del Trabajo de Colombia, a septiembre de 2017, hay 3.076 venezolanos con visa de trabajo en el país, una cifra significativamente baja, teniendo en cuenta los 470.000 ciudadanos venezolanos que actualmente están en territorio colombiano.
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