Macron habría condecorado al presidente egipcio por su lealtad a la industria armamentística francesa
El presidente de Egipto, Abdelfatah al-Sisi, quien accedió al poder luego de un golpe de Estado en 2013, disfrutó de la legitimidad que el Palacio del Elíseo le confirió durante su última visita al país galo.

Francia
El presidente de Francia, Emmannuel Macron, le habría otorgado al presidente de Egipto, Abdelfatah al-Sisi, la más alta condecoración del país galo, la Legión de Honor, con el propósito de recompensar al gobernante autoritario por ser un cliente leal de la industria armamentística francesa, según el diario británico The Independent.
París no anunció la ceremonia ni invitó a esta a la prensa francesa. Los medios de comunicación franceses se vieron obligados a recurrir a los medios estatales de Egipto, uno de los países del mundo con mayores niveles de censura.
“Definitivamente [los funcionarios franceses] están avergonzados, por eso no hubo cámaras”, dijo Ziad Majed, profesor de ciencias políticas en la Universidad Americana de París. “Querían hacerlo sin promocionar el evento ni la visita”, agregó.
El intento por parte de la administración francesa de hacer pasar desapercibida la reciente visita de al-Sisi demuestra la naturaleza enmarañada entre las relaciones de una nación que se presenta como modelo de los derechos humanos y la libertad y uno de los regímenes más brutales y represivos del mundo, con un historial de derechos humanos cada vez peor y cárceles llenas de disidentes.
En las últimas semanas, el Gobierno egipcio arrestó a tres empleados de una de las pocas organizaciones de derechos humanos que quedan en el país, la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales (EIPR), lo que desencadenó una protesta mundial.
Los tres empleados fueron puestos en libertad bajo fianza, pero aún enfrentan cargos relacionados con la seguridad nacional.
El pasado jueves, los fiscales italianos acusaron a cuatro agentes de seguridad egipcios del secuestro y asesinato del estudiante de doctorado italiano, Giulio Regeni, en El Cairo en 2016.
“Bajo el Gobierno del presidente Abdelfatah al-Sisi, Egipto ha experimentado su peor crisis de derechos humanos en muchas décadas”, afirmó la organización de derechos humano Human Rights Watch (HRW).
Sin embargo, Macron insiste en no ejercer presión sobre Egipto por su historial de violaciones de los derechos humanos que incluye desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas, condiciones carcelarias atroces y juicios masivos.
Francia se beneficia de la venta de armas a Egipto. Durante su visita a Francia, al-Sisi se reunió con la dirección de Airbus y Dassault Aviation, la cual vendió a El Cairo sus cazabombarderos avanzados Rafale.
Al-Sisi, quien accedió al poder luego de un golpe de Estado en 2013, disfrutó de la legitimidad que el Palacio del Elíseo le confirió.
Los canales de televisión egipcios y las redes sociales estaban llenas de fotografías e imágenes de las reuniones de al-Sisi con las élites políticas y corporativas francesas, con él en el centro de la fotografía y rodeado de funcionarios franceses que aparentemente le rendían homenaje.
Francia necesita de Egipto. A medida que la influencia diplomática, el poder militar y el impacto económico global de París decaen, la administración francesa necesita aliados como Egipto para proyectar su poder e influencia.
Egipto se ha convertido en una fuerza para enfrentar las ambiciones de Turquía, identificada por París como una nación problemática cuyas amenazas a los intereses franceses superan incluso a las de Rusia o China.
Egipto también ayuda a Francia, una potencia colonial en decadencia, a mantener su influencia en Libia, el Mediterráneo Oriental e incluso en Sudán.
Mientras tanto, Francia proporciona a Egipto armamento avanzado y cobertura diplomática no solo a pesar de sus abusos contra los derechos humanos, sino también de su mala gestión de la economía, que sigue empeorando.
A pesar de los rumores de descontento dentro del establecimiento francés, la élite política de Francia ha sido seducida durante mucho tiempo por la idea de que los gobernantes como Sisi pueden estabilizar Oriente Medio y combatir el radicalismo.
El peligro radica en que la política francesa podría ser contraproducente y alimentar la retórica de los grupos extremistas que buscan reclutar a jóvenes musulmanes descontentos tanto en Oriente Medio como en Europa.
“Ni siquiera fingieron haber planteado cuestiones de derechos humanos, democracia o los presos políticos”, dijo Majed. “El papel de Francia es normalizar la brutal represión del régimen de Sisi”, agregó.
“Cuando se quiere enviar un mensaje de lucha contra el extremismo, el peor mensaje que se puede enviar es aceptar la impunidad y lidiar con este régimen sin condiciones. Es una forma de decir ‘aceptamos los dobles raseros y las violaciones de los derechos humanos’. Esta es la condición perfecta para todo tipo de radicalismo”, apuntó Majed.
*Traducido por Daniel Gallego.
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