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Los refugiados somalíes en Kenia están entre la espada y la pared

Cerca de medio millón de refugiados en Kenia están agobiados por grandes deudas causadas por el recorte de comida del Programa Mundial de Alimentos.

1 23  | 21.02.2018 - Actualızacıón : 21.02.2018
Los refugiados somalíes en Kenia están entre la espada y la pared Una mujer descansa a las afueras de una caseta en el campamento de refugiados de Dadaab en Kenia, el 4 de octubre de 2014. Dadaab es el complejo de refugiados más grande del mundo, en donde se albergan miles de somalíes, sudaneses, tanzanos y etíopes que han huido de la violencia de sus países. (Cem Genco - Agencia Anadolu).

NAIROBI, Kenia

Cerca de medio millón de refugiados en Kenia se enfrentan a dos opciones nada convenientes. La primera es acogerse a un programa de "repatriación voluntaria" del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y regresar a su hogar en Somalia que fue arruinado por el grupo al-Shabaab; y la segunda es quedarse y enfrentar las grandes dificultades de escasez de alimentos en los campamentos.

La complicada situación se puede ver de primera mano en el complejo de refugiados de la provincia nororiental de Dadaab, en donde se albergan más de 486.460 personas, según indican cifras publicadas en enero por Acnur.

Los somalíes que viven en el complejo, que tiene miles de albergues improvisados, le dijeron a la Agencia Anadolu que la única razón por la cual llegaron a Kenia fue porque tuvieron que huir de la guerra civil de su país y de la amenaza que suponen los militantes de al-Shabaab quienes han asesinado a muchas personas en la región del Cuerno de África.

Dadaab está ubicado a 474 kilómetros de su capital, Nairobi. Es un lugar árido sin carreteras pavimentadas, sólo hay hileras e hileras de arena marrón. Usualmente, no hay señales de vida en el camino hacia el campamento más allá de los lagartos que se deslizan entre la arena.

Pero a veces aparecen personas de la nada montando en sus camellos. Son residentes locales del área, en su mayoría, se trata de pastores que siempre andan en movimiento.

Tan pronto como alguien llega al complejo de refugiados, la imagen de abandono y miseria lo golpea a uno en la cara con tanta fuerza, como el calor abrasador bajo el que la gente extremadamente pobre vive allí.

Es abrumador acercarse al bloque K1 del campamento, y caminar en medio de las múltiples las solicitudes de los refugiados que se amontonan en una valla de alambre de púas, pidiendo comida, agua, dinero o cualquier cosa que uno pueda tener para ellos.

Hombres, mujeres y niños se apretujan para caber en algún pequeño lugar que les dé sombra, mientras que otros se pueden ver desde la distancia, mirando al horizonte, absortos en sus pensamientos.

Allí abundan los cuentos de miedo. Un hombre relató que llegó al campamento después de haber pasado tres semanas escondiéndose cuando mataron a su familia en Somalia. Muchos otros comparten historias similares de penurias.

Deudas por recortes de comida

Muchas personas del campamento le dijeron a la Agencia Anadolu que, después de que el Programa Mundial de Alimentos anunciara los recortes en la comida para los refugiados de Dadaab, la gente se vio forzada a pedir préstamos para comprar comida y terminaron acumulando “enormes” deudas de cientos de dólares.

Muchos dicen que es por estas “deudas” que ahora están considerando aceptar el programa que anunció recientemente Naciones Unidas de repatriación “voluntaria”, el cual se ha presentado para “asegurar el ejercicio de una elección libre e informada para movilizar apoyo a quienes regresen”.

Uno de los refugiados, Yassir Zahi, aseguró que no hay nada de voluntario en regresar a casa y agregó que simplemente quiere huir de las deudas al igual que muchos otros refugiados como él en el campamento.

“Cuando se dieron los recortes de comida, nos vimos obligados a acumular deudas desde octubre de 2017 porque la comida no era suficiente para una persona... No hay nada voluntario en el hecho de que yo regrese a mi casa; pedí prestado un crédito para comprar comida y no soy solo yo, muchos han hecho lo mismo. Debo USD 300”, lamentó el refugiado.

“Todo esto lo hice para comprar harina y hacer gacha y leche y arroz para alimentar a mi familia. Solía vender harina, pero terminé comiéndola toda con mi familia. Ellos [quienes prestan el dinero], ya vinieron a pedirme un dinero que yo no tengo y me amenazaron a mí y a mi familia, especialmente a mi hija de 16 años”, agregó Zahi.

A través del programa de repatriación voluntaria, la ONU creó una forma para que las personas se liberen de sus deudas “al regresar a mi país sumergido en la guerra”, como lo describió Zahi.

En el reporte de 2018, No es Tiempo de Regresar a Casa, Amnistía Internacional también señaló la forma en que los refugiados estaban siendo coaccionados para regresar a la guerra en su hogar debido a la aguda crisis humanitaria.

Personas que se han quedado atrás

Aamiina Osman, una mujer de 75 años de edad, fue encontrada encadenada a un árbol en el campamento, atacando a cualquiera que intentara acercarse a ella arrojándoles arena.

Su nieto adoptivo, Rashid Latif, recordó que ella solía ser feliz y jovial pero las terribles condiciones en el campamento de refugiados destruyeron a la anciana.

“Su familia verdadera la abandonó y regresó a Somalia dejándola a su suerte, argumentando que ya estaba muy vieja y que los retrasaría una vez llegaran. El ser abandonado por los seis miembros de su familia le causó una enfermedad mental”, explicó Latif.

“La noche [que ellos se fueron], encadenaron a cuatro mujeres de edad avanzada aquí [en el árbol] y sus familias se fueron. Por suerte las encontramos, de otra manera, habrían muerto. Algunas regresaron a sus hogares, pero yo la adopté a ella como mi abuela ya que soy un huérfano y puedo cuidar de ella”, agregó Latif.

Falta de fondos

Yvonne Ndege, miembro de Acnur, negó que los refugiados estuvieran siendo coaccionados para regresar a sus hogares. “Los refugiados no están siendo ‘enviados’, ellos toman una decisión considerada e informada para regresar o para ir a Somalia”.

“Hay un proceso cuidadoso y detallado para los refugiados que dicen que quieren regresar. Acto seguido, los ayudamos”. El proceso, según expone Ndege, está complementado por información de más de 30 organizaciones locales de Somalia que actualizan constantemente a los refugiados acerca de la situación en su país. “También están las misiones que llamamos ‘ve y mira’, que dirigen los líderes de los refugiados quienes van y ven lo que está pasando en Somalia y luego regresan con información para los que están considerando regresar”.

La trabajadora de la Acnur le dijo a la Agencia Anadolu que los fondos no son suficientes para ayudar a aquellos que quieren regresar a sus hogares. “75.297 somalíes han sido repatriados voluntariamente a Somalia desde 2014 hasta el 31 de diciembre de 2017, mientras que otros 35.407 han regresado por sus propios medios”.

“Hay una falta de fondos para Kenia. El apoyo que Acnur brinda a Kenia es únicamente del 32%, dejando una brecha del 68% desde el 31 de diciembre de 2017. Necesitamos USD 231,3 millones, pero sólo tenemos USD 73,1 millones”, indicó Ndege.

Otro trabajador de Acnur, Marco Lembo, explicó que, aquellos que regresan, reciben un “paquete completo” en Somalia, el cual consiste en subvenciones en efectivo condicionales y no condicionales, incluyendo un único pago de USD 1.000 por familia y otro pago mensual de USD 200. Y agregó que también les entregan raciones de comida de parte del Programa Mundial de Alimentos durante seis meses.

Somalia sigue siendo peligrosa

Los militantes de al-Shabaab, establecidos en Somalia, siguen controlando varias ciudades del país en medio de reportes que afirman que están infundiendo terror en hombres, mujeres y niños a lo largo de la región del Cuerno de África, lo que ha causado un desplazamiento masivo.

A pesar de los 25 años de conflicto en Somalia, las armas no se han silenciado. Los expertos han advertido repetidamente que regresar significa volver a la guerra y la muerte.

No obstante, el Gobierno keniata dejó de recibir registros de refugiados somalíes e incluso, disolvió recientemente su Departamento de Asuntos de Refugiados, creando un muro invisible para cientos de miles de personas que buscan asilo desesperadamente. Kenia también urgió a Acnur para acelerar el regreso voluntario de los refugiados después de aplazar su decisión de cerrar el campamento debido a temas de seguridad.

En Dabaad, la mayoría de refugiados que hablaron con la Agencia Anadolu aseguraron que al-Shabaab tuvo un papel importante en su decisión de buscar asilo en Kenia desde el principio, pero ahora las cosas están tan mal en su complejo de refugiados que sienten que no tienen otra opción que tomar el duro camino de vuelta a casa a pesar de los peligros.

Resumiendo los sentimientos de miles de refugiados como él, Zahi concluyó: “La vida aquí es una pesadilla infernal. Lo puedo decir”.

*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota. El sitio web de la Agencia Anadolu contiene sólo una parte de las historias de noticias ofrecidas a los suscriptores en el Sistema de Difusión de AA News (HAS), y en forma resumida.