Algunos fracasos en el ámbito social y económico de la competencia del ex primer ministro de Rusia, Dimitri Medvedev, obligaron a este a dimitir el pasado miércoles, abriendo el camino al ascenso de Mikhail Mishustin, exdirector del Servicio de Impuestos Federales, como el nuevo primer ministro del país siberiano.

Las políticas económicas de la competencia de Medvedev, criticadas en ocasiones por el propio presidente, Vladimir Putin, habían empezado a ser razón de malestar entre la sociedad rusa.

Putin también había criticado la luz verde que Medvedev dio en 2011 a la intervención de occidente en Libia para ayudar a los rebeldes a derrocar el régimen de Muammar Gaddafi.

Durante su gobierno, Medvedev, había sido acusado por la oposición de corrupción. Su respuesta “No hay dinero, pero aguanten”, a la petición de una jubilada para que les subiesen los sueldos fue criticada durante mucho tiempo.

Su reforma del sistema de jubilación también fue criticado extensamente. La elevación de la edad para la jubilación de 60 años a 65 para los hombres, y de 55 a 63 para las mujeres provocó manifestaciones en numerosas ciudades.

Las restricciones aplicadas a varias personalidads de la oposición fueron fuente de malestar entre la sociedad. Miles de personas tomaron las calles tras la decisión de la administración de anular la candidatura de los candidatos independientes durante las elecciones locales de Moscú en septiembre de 2019.

El partido Rusia Unida, cuyo presidente es Medvedev, ha ido perdiendo el apoyo de la gente. Según las últimas encuestas solo el 33% de los ciudadanos rusos siguen apoyando al partido. En algunas regiones el apoyo es tan bajo que los candidatos del partido tuvieron que presentarse como independientes en las últimas elecciones de ayuntamientos.

Otra de las razones por la cual el Gobierno de Medvedev tuvo de que dimitir fue la intención de Putin de reformar el sistema político del país, reforzando los poderes del Parlamento, así como los del ejecutivo, a través de una enmienda en la Constitución. Para este proceso de transición Putin eligió a un tecnócrata como cabeza del nuevo Gobierno.

Durante sus 10 años al volante de Servicio de Impuestos Federales, Mishustin consiguió triplicar los ingresos tributarios de los presupuestos federales, uno de los mayores logros.

A parte de sus aportaciones al proceso de digitalización impulsado por Putin, Mishustin es conocido por su partidos de jockey con altos cargos de los servicios de seguridad rusos.

La aprobación de Mushustin en el Parlamento se dio después de la renuncia de Medvedev, junto con su gabinete, luego de que Putin planteara una serie de cambios constitucionales.

Putin aceptó la renuncia rápidamente y argumentó el cambio en el personal por la necesidad de “organizar el trabajo apropiadamente” para implementar las tareas que se habían mencionado en la Asamblea Federal.

El presidente busca ejecutar una serie de limitaciones con respecto a los jefes de Estado, como disminuir el número máximo de periodos en el poder a dos e imponer la condición de residencia permanente en Rusia por al menos 25 años.

Putin también sugirió la prohibición de la ciudadanía extranjera y permisos de residencia a altos funcionarios rusos, así como darle al Parlamento el derecho de designar a primeros ministros y al gabinete.

*Traducido por Daniel Gallego.