Las nuevas y viejas caras del Congreso brasileño en el gobierno Bolsonaro

Por: Joana Oliveira

Antes de las elecciones generales de 2018 en Brasil, prácticamente todos los expertos en ciencias políticas apostaban que no iba a haber casi ninguna renovación en el Legislativo del país. Estaban equivocados.

Este viernes 1 de febrero, con el estreno de 243 parlamentarios, la Cámara de los Diputados retomará sus actividades con una renovación del 47%, la mayor desde la redemocratización de Brasil.

Lo mismo ocurre en el Senado, donde 46 de las 54 plazas estarán ocupadas por nuevos senadores. Se trata de la mayor renovación de la historia de la Cámara Baja en Brasil.

Los cambios se han presentado incluso tres meses después de que se cerraran las urnas. El pasado jueves, el diputado Jean Wyllys (Partido Socialismo y Libertad – PSOL), el primer parlamentario abiertamente homosexual del país, que estaba en la Cámara desde 2011 y había logrado la reelección el año pasado, decidió dejar el escaño y salir de Brasil después de recibir diversas amenazas de muerte. Él era compañero de partido de Marielle Franco, la concejala de Río asesinada en marzo de 2018.

Quien ocupará la silla de Wyllys es el diputado David Miranda, también homosexual, quien promete legislar a favor de las minorías raciales y LGBT.

Aunque el Partido de los Trabajadores (PT) de los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff sigue con el mayor número de representantes en el Congreso, Miranda busca destacarse como una de las principales voces de oposición al Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

“Nos oponemos a ese gobierno hecho para los ricos que quieren vender el país y retirar derechos del pueblo. Defenderemos los avances democráticos y los marcos de la Constitución de 1988. Y seremos, además, portavoces de la juventud en las favelas, de la población LGBT”, le dijo Miranda a la Agencia Anadolu.

Bolsonaro, quien llegó a la Presidencia con un discurso de cambio, también tendrá que enfrentarse a algunos defensores de la “vieja política”. Es el caso del senador Renan Calheiros (Movimiento Democrático Brasileño – MDB), que empieza este viernes su cuarta legislatura.

Investigado en por lo menos 13 procesos judiciales (dos de ellos en la Operación Lava Jato), Calheiros tiene un historial de coaliciones tanto con partidos de izquierda como de derecha. De hecho, ha sido aliado de todos los presidentes de la República desde 1989.

Pero aunque Calheiros ha expresado su apoyo a algunas de las propuestas de Bolsonaro, como la Reforma de las Pensiones, pretende competir con Major Olímpio, del mismo partido de Bolsonaro (Partido Social Liberal – PSL), para ocupar el puesto de presidente del Senado.

“EL PSL es ahora el segundo partido más grande en el Senado y está convirtiéndose en una formación en su esencia. Hay mucha gente nueva y mi función es unir a todos. Si unidos será complicado ayudar al presidente a cambiar el país, desarticulados será imposible”, dice Olímpio, quien cuenta con 12 años de experiencia como parlamentario.

Además, aunque actúa en el Senado, Olímpio es el responsable de trabajar tras bambalinas en la Cámara de los Diputados para intentar que el PSL no se quede aislado ante los partidos más tradicionales, como PT y MDB.

El brazo derecho de Bolsonaro en el Senado será su hijo, Flávio Bolsonaro (PSL), que fue el senador más votado en Río de Janeiro, con 4,3 millones de votos.

El heredero del presidente estaba predestinado a ser uno de protagonistas de la Cámara en los próximos años, pero la situación cambió tras la divulgación de una investigación del Consejo de Control de Actividades Financieras (Coaf), que identificó transferencias bancarias atípicas del policía militar Fabrício José Carlos de Queiroz, que trabajó por más de 10 años como asesor de Flávio Bolsonaro y en su gabinete en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro.

En esas transacciones se identificó una transferencia de 24.000 reales brasileños para la que sería la primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro. “Él llegará al Senado completamente desgastado por ese caso de corrupción, que involucra a toda su familia”, comenta un parlamentario de la oposición, que prefiere no identificarse.

Los retos de Bolsonaro

El sistema político brasileño es uno de los más fragmentados del mundo. En 2014, 28 partidos lograron representación en el Congreso. Este año son 30 formaciones políticas.

Bolsonaro cuenta con el apoyo de solo 136 diputados y 25 senadores, incluyendo el propio PSL y los partidos que ya señalaron su apoyo al nuevo Gobierno. Para aprobar leyes y proyectos de quórum calificado, como una Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC), por ejemplo, son necesarios 308 votos en la Cámara de los Diputados y 49 en el Senado.

No obstante, el politólogo Hugo Borsani señala que el perfil más conservador de la mayoría de los partidos y de los legisladores del próximo Congreso, y el respaldo más o menos explícito de algunos de ellos a Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones, hacen factible que él cuente con el apoyo de más del 50% de los congresistas.

“Alcanzar los tres quintos de votos necesarios para aprobar reformas constitucionales tampoco parece imposible. Sin embargo, la estabilidad de estos apoyos a medio y largo plazo dependerá en alto grado de si el presidente logra o no una recuperación económica”, comenta Borsani.

Por otro lado, el politólogo explica que el apoyo legislativo al presidente tiene por lo menos dos obstáculos. Por un lado, Bolsonaro ganó gran parte de los votos con base en la promesa de que en su gobierno las designaciones para cargos públicos solo se basarían en criterios técnicos, sin acuerdos políticos. Pero sin cargos públicos para negociar, lo que representa el principal mecanismo de formación de coaliciones en las democracias con tantos partidos, Bolsonaro difícilmente obtendrá una mayoría estable.

El segundo obstáculo es la falta de experiencia de muchos de los colaboradores más cercanos al presidente en cuanto a aspectos básicos de las normas que rigen la actividad política. Muchos en su Gobierno son neófitos, hacen declaraciones controvertidas y en momentos inapropiados. Ese exceso de “ruido” puede minar posibles alianzas, concluye el experto.