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Las mujeres musulmanas en Francia, en riesgo de ser totalmente excluidas de la vida social

Con la xenofobia y la creciente retórica islamófoba, los ataques lanzados desde todos los frentes recaen especialmente sobre las mujeres musulmanas.

Orkun Elmacıgil  | 06.10.2020 - Actualızacıón : 07.10.2020
Las mujeres musulmanas en Francia, en riesgo de ser totalmente excluidas de la vida social Las mujeres con hijab, las principales impulsoras de la visibilidad del Islam en Francia, se convierten en las primeras víctimas de estas intervenciones sociales del Estado que las aliena. (Bilal Muftuoglu - Agencia Anadolu)

ESTAMBUL

Por: Orkun Elmacigil*

La participación de Maryam Pougetoux, la primera estudiante con jiyab (velo musulmán) en ser elegida representante de la Unión Nacional de Estudiantes en Francia, en la reunión celebrada el 17 de septiembre entre los diputados y las uniones estudiantiles en el Parlamento francés provocó la indignación de la opinión pública francesa, que aumenta su dosis de islamofobia en cada oportunidad que encuentra.

La diputada del partido gobernante Anne-Christine Lang, que se autodenomina feminista, y los diputados del Partido Republicano abandonaron la sesión, al discriminar abiertamente a Pougetoux y acusarla de violar el principio del laicismo.

Ver en una reunión parlamentaria a Pougetoux, quien fue la víctima, pero fue mostrada como la culpable del crimen, fue suficiente para que la alergia al Islam se extendiera primero entre los miembros de la Asamblea y luego por toda Francia. Los legisladores, quienes dijeron “estar comprometidos con proteger la república", miraron a Pougetoux y le preguntaron: "¿Cuál es el siguiente paso?, ¿la burka? (velo que solo deja al descubierto los ojos)".

Cuando Pougetoux fue elegida como representante de la unión estudiantil hace dos años, el entonces ministro del Interior calificó la situación como un escándalo y la revista Charlie Hebdo publicó una portada que humillaba a la estudiante y a su velo. La joven, quien no goza del apoyo de ningún partido político, no pudo encontrar una ayuda considerable para sí misma en la coyuntura del país, por lo que se quedó sola en medio del estigma social.

Al tener en cuenta que el 70% de las victimas de los ataques islamófobos del año pasado en Francia fueron mujeres, se entiende que el linchamiento de Maryam Pougetoux no es algo fuera de lo común. Sin embargo, el que se ignore a una estudiante elegida legalmente que tenía el deber de presentar ante el Parlamento los problemas de los alumnos y el que se señale que representa un peligro para la vida política y social de Francia muestra lo difícil que es ser musulmán en el país europeo, y que las mujeres musulmanas con jiyab están en riesgo de ser eliminadas de la vida social y de la esfera pública del país.

El Gobierno francés prevé "disolver el Islam en los valores de la república" y "asimilarlo", según una expresión de la Constitución. Esto fue anunciado bajo el embalaje de "no estamos en contra de la existencia del Islam" que recubre el proyecto "Islam de Francia". Con esto, París ha vuelto a declarar abiertamente que se opone incluso a la existencia de los musulmanes que intentan vivir su religión con las prácticas más normales y rutinarias de la vida diaria, y que ha moldeado toda su política y opinión pública en ese sentido. 

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El año 2019 fue el trigésimo año de la lucha por la reivindicación del velo en Francia. En 1989, dos estudiantes con jiyab de una secundaria en Creil fueron sacadas de clase por sus profesores por "oposición al principio del laicismo". Aunque la decisión del tribunal que falló en ese momento a favor de la escuela fue anulada por el Consejo de Estado, la carga sobre las mujeres musulmanas ha aumentado continuamente durante los últimos 30 años.

1989 fue el año en el que los franceses entendieron que los musulmanes, quienes no eran tomados en cuenta en la vida social y eran vistos como "minorías de inmigrantes temporales", eran permanentes en Francia. Los hijos y nietos de los trabajadores migrantes ahora penetraban el ámbito social, estudiaban en las escuelas y querían entrar en la vida empresarial con sus propias identidades.

Las comunidades de inmigrantes pasivos, económicamente beneficiosas para el país, se mostraron por primera vez como un problema de identidad en medio de la sociedad francesa. Con la xenofobia y la creciente retórica islamófoba, este problema de identidad se convirtió en una cuestión que constantemente genera resquemor, y los ataques lanzados desde todos los frentes caen sobre los musulmanes, especialmente sobre las mujeres.

Solo con mirar la actitud hacia las musulmanas de la ideología islamófoba, que ha sido manejada constantemente por medios estatales en los últimos años, es suficiente para ver hacia dónde se dirige este ambiente. Mientras que en 2004 se prohibió el uso del velo en las escuelas primarias y secundarias, en 2013 se facilitó el despido de mujeres con jiyab que trabajan en el sector privado por razones de seguridad laboral a través una decisión de la Corte Suprema. Desde 2016 está prohibido ingresar a las playas y piscinas públicas con “burkini” (traje de baño que solo deja la cara, las manos y los pies al descubierto). Muchas mujeres con velo son víctimas de insultos y discriminación por su vestimenta mientras realizan diligencias pública, o son condenadas al desempleo en el sector privado por la latente actitud discriminatoria.

Lo que les esperó a las mujeres con velo que lograron sobrevivir a todas estas pruebas fue una decisión impactante tomada en 2019: se les prohibió a las madres con jiyab asistir a los viajes escolares, las actuaciones y las actividades de acudientes de sus hijos, con el argumento de la necesidad de una atmósfera de confianza y de no mostrar símbolos religiosos en el espacio público.

A pesar de asumir un papel activo en la sociedad, los migrantes fueron ignorados, expulsados de las políticas socioeconómicas y la cultura urbana hacia los suburbios. Sin embargo, cuando consiguieron una identidad autosuficiente y activa en la sociedad, la atención de todos se volcó a ellos y fueron sometidos a un escrutinio preconcebido de todas sus rutinas bajo el disfraz de los "valores republicanos". Como resultado, se convirtieron en extraños que tienen que ser eliminados de la comunidad.

En este punto, las mujeres con jiyab, las principales impulsoras de la visibilidad del Islam en Francia, se convierten en las primeras víctimas de estas intervenciones sociales del Estado que las aliena. En esta situación en la que los espacios sociales de las mujeres con velo se reducen día a día es hora de preguntarle a los parlamentarios franceses: ¿Cuándo será el siguiente paso contra los derechos y las libertades fundamentales de las mujeres musulmanas?".

*Orkun Elmacigil es miembro de la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales, con sede en París, y asistente de investigación en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Medipol, con sede en Turquía.

*Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.

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