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Las 'Maes de Maio' de Brasil, inspiradas en las Madres de Plaza de Mayo, piden justicia por sus hijos asesinados

El movimiento brasileño, que nació a raíz de los Crímenes de Mayo, episodio en el cual murieron 564 personas en dos semanas, en 2006, se convirtió en un símbolo de lucha para quienes perdieron a sus hijos por la violencia de Estado.

Federico Cornali  | 26.05.2021 - Actualızacıón : 29.05.2021
Las 'Maes de Maio' de Brasil, inspiradas en las Madres de Plaza de Mayo, piden justicia por sus hijos asesinados Caminata por la justicia de las Maes de Maio en Sao Paulo (CRÉDITO OBLIGATORIO: Rovena Rosa, Agencia Brasil)

Sao Paulo

Por: Federico Cornali

Comercios cerrados, noches en silencio, calles semidesiertas y vecinos desconfiados por miedo. Aunque así lo parezca, estas no son escenas de la Sao Paulo de hoy, en pleno confinamiento por la pandemia que en Brasil ya supera las 452.000 muertes por COVID-19. Ese lockdown forzado que describimos brevemente ocurrió 15 años atrás, en mayo de 2006, cuando el Primer Comando de la Capital (PCC), una poderosa facción criminal, se apoderó de la capital del estado para atacar y matar a 59 agentes de las fuerzas de seguridad.

En respuesta a esos ataques del PCC, la policía no tuvo piedad y regó de sangre las periferias de Sao Paulo, dejando un saldo de 505 muertos. La mayoría de las víctimas “además de inocentes, eran personas negras y pobres”, según resalta en su informe la Red de Observatorios de Seguridad, que monitorea situaciones de violencia en todo el país. A esos días nefastos, transcurridos entre el 12 y el 26 de mayo de 2006 en Sao Paulo, se les conoce como los “Crímenes de Mayo”.

En total, entre policías y civiles, 564 personas fueron asesinadas y otras 110 resultaron heridas. De acuerdo con un reporte publicado por investigadores de la Universidad de Harvard, la mayoría de ellos indica la participación de agentes estatales de seguridad. Los “Crímenes de Mayo” son, hasta hoy, la “matanza más cruel del siglo XXI y tal vez de toda la historia de Brasil”. Por citar una comparación, durante los 21 años (1964-1985) que duró la dictadura cívico-militar en el país, 434 personas murieron a manos del Estado.

Ante la falta de respuesta de la justicia y el notable desinterés en la resolución de los casos, se generó un movimiento llamado “Mães de Maio” (es español, Madres de Mayo), formado principalmente por familiares de las víctimas de la masacre. El nombre del colectivo brasileño está inspirado en las “Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”, la asociación argentina formada durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983) de aquel país, que tenía como objetivo inicial recuperar con vida a los detenidos “desaparecidos” y, luego, establecer quiénes fueron los responsables por los crímenes de lesa humanidad y promover sus respectivos juicios.

Por su parte, las Mães de Maio surgieron como grupo para ampararse ante el dolor junto a quienes tenían sentimientos similares y para pedir justicia por sus hijos; sin embargo, en medio de tantos años de actuación y lucha, fueron convirtiéndose en el principal movimiento social contra los crímenes de Estado que ocurrieron (y continúan ocurriendo) en plena democracia dentro de todo el territorio brasileño.

“Mães de Maio es un movimiento de mujeres trabajadoras, muchas de ellas amas de casa, que fueron aprendiendo a enfrentarse al actual sistema durante todos estos años de lucha. Y cuando las amas de casa salen para militar en Brasil, terminan atravesando fronteras. Nuestro grito es un grito que tiene que hacer mucho eco, porque el nuestro es un país omiso”, explica Débora María Silva, una de las fundadoras del movimiento. “Es inaceptable que en mayo de 2006, en poco más de una semana, se matara a más de 500 personas”, agrega, recordando los Crímenes de Mayo.

El hijo de Débora, Edson Rogerio da Silva, tenía 29 años el 15 de mayo de 2006, cuando fue asesinado. Según testigos, mientras cargaba gasolina en su motocicleta en una estación de servicio, un policía se le acercó y, minutos después, le disparó tres veces: un tiro fue al corazón y los otros dos, uno a cada pulmón. Edson trabajaba como recolector de basura y tenía un hijo. En 2012, seis años después de su muerte, el cuerpo fue exhumado debido a la lucha incansable de su madre. Un proyectil fue encontrado alojado aún en las cervicales. Sin embargo, hasta hoy no fue publicado el resultado de la pericia balística que podría decidir si el arma que lo mató pertenecía a la policía, como sospecha Débora.

“Prendí la radio justo cuando el locutor daba la noticia de una matanza en nuestra región. Después, empezó a divulgar las identidades de las víctimas y escuché el nombre de mi hijo. Enloquecí, sentí que mi mundo se derrumbaba. Pasé varios días sin comer, sin dormir”, recuerda Silva. “Estuve hospitalizada, muy deprimida, hasta que escuché la voz de mi hijo diciendo ‘mamá, levántate’. Salí de la cama como una loca para buscar a las madres de los otros fallecidos y allí empezó todo”, cuenta una de las fundadoras.

“Las conquistas que lograron las Mães de Maio son muy importantes. Con los años y a fuerza de resistencia, se convirtieron en referentes de la lucha por los derechos humanos en Brasil. Tanto en la esfera jurídica, donde yo me desempeño, como en la política, donde actúan las Mães, hubo muchos cambios de estructura”, define Antonio Maffezoli, quien actualmente trabaja en seis casos de homicidio que involucran a ocho víctimas durante mayo de 2006, todos ocurridos en la región metropolitana de la Baixada Santista, ubicada entre Santos, en el litoral, y la capital, Sao Paulo.

“Por empezar, las Mães de Maio consiguieron que se cambie la narrativa de lo que pasó en mayo de 2006. Al principio, a lo sucedido se le conocía como ‘ataques del PCC’; pero las madres hicieron que actualmente lo recordemos como ‘Crímenes de Mayo’, de una forma mucho más amplia. Allí se incluye el período de ataques coordinado por la facción criminal, desde dentro de las cárceles del Estado, y el momento posterior, aún más sangriento, en el cual las fuerzas policiales devolvieron esa violencia con matanzas en más de 10 ciudades del estado de Sao Paulo”, dice Maffezoli.

En la denuncia que las Mães de Maio presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se exige la condena del Estado brasileño, indemnizaciones para los familiares de víctimas y un pedido formal de disculpas. Mientras esperan respuestas, el colectivo de madres intenta no dejar de darle visibilidad a su lucha, aún en tiempos de pandemia, cuando las restricciones prohíben su principal forma de manifestación, marchando por las calles.

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Para homenajear a los muertos, 15 años después de los Crímenes de Mayo, las Mães de Maio, junto a otras agrupaciones defensoras de los derechos humanos, pretenden no quedarse en silencio. Para ello, están llevando a cabo, durante todo el mes, una serie de encuentros de debate transmitidos en directo por Internet. Entre las actividades, que pueden verse en la página web del Centro de Arqueología y Antropología Forense (CAAF), hay paneles sobre “el contexto actual de la desaparición de personas”, “el debate sobre el actual sistema de justicia”, “el dolor de la pérdida transforma el luto en lucha”, entre otros temas. Algunas de las panelistas serán la propia Débora Silva, Rute Fiuza (Mães de Maio do Nordeste), Edna Carla (Mães do Curió), Mira Alves (Movimiento Sin Techo de Bahía), por citar a las más representativas.

“Durante todos los años de su existencia, el movimiento hizo actos en las calles, pidiendo justicia y reivindicaciones. Ahora, bajo el contexto de la pandemia, tuvimos que adaptarnos a la situación. Por eso, optamos por no quedarnos calladas y esta vez nuestras protestas serán de forma online, lo que no significa que serán más débiles. Tendremos debates muy fuertes y necesarios”, advierte Silva.

“Es un mes de mucho odio frente a un sistema que, por mucho que luchemos, continúa haciendo madres de mayo, continúa haciendo víctimas. Es un país genocida por sus propios gobernadores. Nosotros pagamos las patrullas, las armas y las balas que matan a nuestros hijos. Es una masacre que pone en jaque al poder judicial, un poder judicial clasista y racista. Lo que hicieron en estos 15 años fue criminalizar a un grupo de madres que aún creen en la justicia”, clama la agrupación en sus canales sociales, invitando al encuentro virtual.

En el libro “Del luto a la lucha, Madres de Mayo”, firmado por el propio colectivo, las integrantes aseguran que su objetivo es “luchar no solo por la justicia de los muertos en los Crímenes de Mayo de 2006, sino también por todas las víctimas de la masacre continua que el Estado desarrolla históricamente en el país, aún en democracia”. Así, otras agrupaciones de madres o padres que perdieron a sus hijos se siguen uniendo a las Mães de Maio en una causa que, lamentablemente, está lejos del fin.

“A mi hijo lo mataron el 13 de septiembre de 2019 en la plaza del barrio donde vivimos. Estaba en un baile de brega funk (subgénero musical nacido en Recife, Pernambuco) cuando la policía irrumpió a los golpes entre los chicos. Mi hijo salió corriendo y lo mataron de un tiro. Solo un tiro, un disparo certero en la cabeza por parte de la Policía Militar de Ceará”, describe Tania de Brito, que pertenece a Madres de la Periferia, un grupo de madres de víctimas de la violencia policial del estado de Ceará, en el nordeste de Brasil. “Nuestro vínculo con las Mães de Maio se basa en un objetivo común, el de hacer justicia y no permitir que destruyan los sueños de otros niños como lo hicieron con mi hijo”, agregó.

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Además de las muchas agrupaciones ligadas a Mães de Maio dentro de Brasil, la organización mantiene contacto estrecho con colectivos similares de otros países, como las Madres del Oriente de Cali, las Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá y las Madres de la Masacre de Bojayá, de Colombia; los miembros de la Fundación Ronnieman and Justice for families, de Estados Unidos, y la agrupación Padres y Madres de Ayotzinapa, México. Todos los grupos son miembros regulares del Foro Internacional “El duelo como resistencia”, organizado por la Red Global de Madres en Resistencia, que se realiza cada año en diferentes sedes del continente americano.

“Muchos jóvenes siguen muriendo en las calles de las periferias de Cali, Bogotá, Soacha, Sao Paulo, Salvador y Chicago. El Estado sigue sin responder por las víctimas inocentes, por la masacre de Bojayá, los Crímenes de Mayo en Sao Paulo, las desapariciones forzadas en Colombia y Brasil, la encarcelación masiva y el genocidio de negros y pobres. En todos nuestros países vivimos la misma realidad: el Estado ausente no nos cuida y cuando está presente, nos encierra o nos mata”, reza el manifiesto de la Red Global de Madres en Resistencia.

“De la indignación, del vacío y del sufrimiento causado por las pérdidas, las Mães de Maio se levantaron y se politizaron. Así como las Madres de Plaza de Mayo, de Argentina, también fueron paridas por sus propios hijos. Y así como las madres de todo un continente o de todo el mundo que sienten este dolor, luchan por una sociedad en la que ninguna otra madre tenga que pasar por lo mismo”, resume Renata Gonçalves, profesora del Curso de Servicio Social de la Universidad Federal de Sao Paulo, en su artículo “De antiguas y nuevas locas: Mães y Madres de mayo contra la violencia de Estado”, en el cual traza paralelismos en la formación y la historia de los colectivos de madres más importantes de Argentina y Brasil.

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