Las lecciones que España puede aprender de Trump antes de construir un muro
El partido político Vox propone construir un muro de hormigón en Ceuta y Melilla y que Marruecos pague por la obra. Los electores españoles podrían ahorrarse algunos errores si estudian los resultados que una propuesta similar ha tenido en EEUU.

BOGOTÁ, Colombia
Por: Susana Noguera Montoya
Como si se tratara de un duplicado de la política migratoria de Trump, el líder del partido español de ultraderecha Vox, Santiago Abascal, propone cambiar las vallas en Ceuta y Melilla por un muro de hormigón que sería pagado por Marruecos. La barrera física, explica el líder político, estaría acompañada de una muralla “psicológica” para dejar claro el rechazo hacia la migración.
Esta segunda barrera consiste en modificar las leyes e informar que quienes entren ilegalmente a Europa jamás podrán regularizar su situación ni tendrán derecho de arraigo, ni dispondrán de ayuda social. Esas son algunas de las ideas que expone el líder de ultraderecha en el libro ´Santiago Abascal, la España vertebrada´, publicado por la editorial Planeta el pasado 2 de abril.
Como la idea no es original, los españoles cuentan con diversos ejemplos a nivel mundial de muros y vallas construidas bajo la promesa de bloquear fronteras y proporcionar seguridad ante las amenazas del mundo exterior bárbaro, “terrorista” o “criminal”.
Entre ellos está la barrera israelí de Cisjordania, construida en 2002 con el argumento de proteger a Israel de ataques suicidas de palestinos extremistas. También hay barreras en la frontera entre Arabia Saudita y Yemen, en los límites de Uzbekistán con Kirguistán y Afganistán; entre Tailandia y Malasia, entre China y Corea del Norte, entre Irán y Pakistán, entre India y varios de sus vecinos.
Sin embargo, uno de los ejemplos más mediatizados de una política migratoria restrictiva, y sus resultados, es Estados Unidos en la era de Donald Trump.
La primera lección que dejan los 27 meses que lleva Trump como presidente es que el recrudecimiento de las medidas contra la migración no detiene el fenómeno. A pesar de que la puesta en marcha de medidas como la separación de familias y la detención de menores de edad disminuyeron el flujo durante los primeros meses de su presidencia, no lograron contener el fenómeno a mediano plazo.
En 2018 las autoridades arrestaron a 107.212 miembros de “unidades familiares” que intentaron cruzar la frontera de forma irregular, cifra que batió el récord de 2016. Además, miles de personas se han sumado a las famosas “caravanas de migrantes” para buscar asilo, refugio o alguna otra forma de ingreso al país.
Históricamente la migración no para ante casi ninguna limitación que se ponga en el territorio, más cuando hay un drama humanitario detrás, explica Ana María Rodríguez, asesora en temas de género y migración.
“Cuando tienes que migrar porque tienes hambre, porque te han matado a tu familia o porque tienes miedo de ser asesinado, nada va a te va a frenar”, añade Rodríguez.
La segunda lección es que construir muros no es sencillo.Trump ha encontrado una fuerte resistencia en el Congreso de los Estados Unidos. Los demócratas argumentan que sería una infraestructura cara, xenófoba y poco eficiente ya que puede ser fácilmente vulnerada.
Para cumplir su promesa de campaña, Trump tuvo que pasar por encima del legislativo y declarar la “emergencia nacional” para obtener los recursos para el mega proyecto.
La tercera lección es que la medida tiene profundas consecuencias sociales. Los muros, dice Rodríguez, son más un mensaje político que una solución real. Emiten un mensaje claro y contundente de rechazo hacia el diferente, de miedo hacia una amenaza externa y construyen una identidad nacional en torno a la exclusión del “otro”.
La consecuencia más inmediata de este mensaje es la violencia. El Southern Poverty Law Center (SPLC) reportó que en 2017 hubo un aumento del 4% en el número de grupos de odio en Estados Unidos. A su vez, el FBI registró un incremento del 17% los crímenes de odio en ese mismo año comparados con la cifra de 2016.
“Las ideologías de pureza cultural generan una profunda violencia”, dice Ana María Rodríguez. “Los muros no paran la migración, pero aumentan la violencia. Al aumentar la violencia se genera más temor, lo que su vez agudiza la xenofobia. Es un ciclo vicioso”, añade.
A pesar de las consecuencias políticas y sociales, las promesas de muros y las doctrinas de seguridad nacional están dando resultados electorales.
Abascal, como Trump en EEUU y Víktor Orban en Hungría, afirma representar a sectores de la sociedad acallados por los valores “progresistas” y los “marxistas culturales”. Se ufana de hablar sin pelos en la lengua de los problemas que ocasiona la migración y ofrecer a sus electores la ilusión de un espacio seguro de los males del mundo exterior y una solución sencilla ante los complejos problemas que ocasionan la migración forzada.
Para Rodríguez no se puede obviar el impacto de la migración desordenada y masiva sobre los territorios de acogida. “Afecta la seguridad, se producen enfermedades virales, se generan crisis económicas, colapsan los servicios médicos. Existe una real afectación”, afirma. Pero esos problemas complejos “requieren soluciones integrales y estructurales igual de complejas”, añade.
La experta añade que solo una estrategia que combine el apoyo multilateral, el fortalecimiento de los servicios nacionales y los planes de integración económica, social y cultural para los migrantes podrán proveer una verdadera seguridad en los países de acogida.
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