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Las heridas de las víctimas de la dictadura en Paraguay que aún siguen abiertas

Presos políticos de la dictadura de Alfredo Stroessner recuerdan cómo fue su detención y aseguran que en el país aún no se ha logrado una democracia con justicia social.

Lorena Flores  | 11.12.2020 - Actualızacıón : 14.12.2020
Las heridas de las víctimas de la dictadura en Paraguay que aún siguen abiertas Exposición de fotos de los detenidos y desaparecidos durante la dictadura de Alfredo Stroessner. (Crédito obligatorio: Facebook del Partido Comunista Paraguayo)

ASUNCIÓN, Paraguay

Por: Lorena Flores

En el Día Internacional de los Derechos Humanos y a 31 años de la caída de la dictadura militar de Alfredo Stroessner, entre los años 1954 y 1989, organizaciones sociales se movilizaron bajo la consigna “Democracia no es igual a Stronismo” para reclamar una democracia con participación ciudadana y el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad.

Bernabé Penayo narra su experiencia como víctima de “secuestro, tortura y encarcelamiento, a los 23 años”, siendo en aquel entonces militante de la Federación Juvenil Comunista del Paraguay. Según cuenta, una madrugada irrumpieron en su casa y lo trasladaron al Departamento de Investigaciones de la Policía de la capital, donde fue sometido a violentas torturas y apresado durante tres años, en los cuales estuvo aislado de su familia.

Recuerda que niños, mujeres y hombres eran tomados como presos políticos. En septiembre de 1976, el régimen decidió abrir un campo de concentración en Emboscada, a 60 km de Asunción, donde fueron llevados unos 500 prisioneros políticos, campesinos, estudiantes e intelectuales de todas partes del país, porque en las comisarías de Asunción ya no había lugar.

“Había personas que ya hacía 18 a 19 años estaban presos sin ningún juicio, como Severo Acosta, Ananías Maidana, Alfredo Alcorta, Julio Rojas, Antonio Maidana y otros que eran los presos políticos más antiguos del Paraguay y en alguna medida también de toda América Latina”, afirma.

“Nos encontrábamos en una pieza (habitación) de 12 metros por 5 aproximadamente, entre 60 a 70 personas sin posibilidad de salir al sol ni al patio, encerrados con temperaturas de 45 grados en el verano, sin agua potable, muchos enfermos, con diarrea; eso porque las comisarías de la capital ya no daban abasto para tantos presos políticos”, detalla.

También le contó a la Agencia Anadolu que en 1978 Jimmy Carter, presidente de Estados Unidos, desarrolló una política de derechos humanos a nivel continental y esa política afectó a las dictaduras. “Cuando nos enteramos, decidimos 18 compañeros hacer una huelga de hambre que duró también 18 días, y al llegar hasta allí la Policía decidió dar libertad a la mitad de nosotros. El 22 de junio de 1978 salí en libertad y me vi obligado a refugiarme en la Argentina”, recuerda.

Para ese momento estaba en vigencia el operativo Cóndor (nombre con que se conoce al plan de coordinación de acciones y apoyo mutuo establecido en 1975 por las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur: Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia con los Estados Unidos, con el fin de suprimir sectores políticos de izquierda), el cual permitía el intercambio de prisioneros políticos, violando todas las normas nacionales e internacionales en cuanto a derechos humanos.

Hasta marzo de 1989, después del golpe de Estado que destituyó al presidente Stroessner, pudo volver al Paraguay y continuar con su militancia sindical. Penayo participó activamente en la Asamblea Nacional Constituyente para redactar una nueva Constitución nacional en la década del 90. Actualmente es dirigente de la Federación Nacional de taxistas y de otro sindicato en su lugar de trabajo.

Para el dirigente sindical la dictadura sigue vigente, ya que se sigue presentando “represión a los campesinos, dirigentes sindicales imputados, torturas en las comisarias”. También considera que “falta una democracia con justicia social donde participe la ciudadana”.

Asimismo, denuncia la “falta de juicio y castigo para los torturadores, que no hay proceso de esclarecimiento de los crímenes cometidos y las más de 8 millones de hectáreas de tierras de las cuales se apropiaron militares, políticos y diplomáticos, entre otros amigos del dictador, no siendo sujetos de la reforma agraria, que necesitan ser recuperadas”.

Antonio González Arce

Nacido el 17 de enero de 1951, actualmente artesano, aprendió el oficio en sus años en la cárcel de Tacumbú como preso político del régimen de Alfredo Stroessner. Rememora que, en febrero de 1982, cuando tenía 31 años y se dirigía a la casa de un compañero, fue apresado y pasó una dura temporada entre investigaciones. A esta época se remontan sus peores recuerdos: la Guardia de Seguridad (actual Agrupación Especializada) y la Penitenciaría Nacional. Fue liberado días antes de la Navidad de 1985.

Pero luego, en diciembre de 1986, volvió a caer preso, cuando iba camino al distrito de Falcón. Pasó más de un mes en un ropero en la Guardia de Seguridad. El régimen lo veía como un “dirigente comunista” y tras su captura fue expuesto como un preciado trofeo de guerra.

Antonio comenta que se afilió al Partido Comunista Paraguayo en la provincia de Buenos Aires. Militó en Buenos Aires mucho tiempo, aunque después de unos años le asignaron otras tareas en Albania (sureste de Europa) y en China. Luego vino a Paraguay para quedarse.

“La cultura stronista continúa con el autoritarismo, corrupción, malversación de tierras estatales, de los bienes públicos en general, la actitud vendepatria”, asevera con firmeza. “Los dirigentes mueren en zonas conflictivas, donde están en pugna el agronegocio y los campesinos y campesinas”.

En la posdictura, González Arce formó parte del Movimiento Nacional de Víctimas de la dictadura stronista, el cual llegó a dirigir. Las organizaciones lograron la conformación de la Comisión de Verdad y Justicia (CVJ) y la política de indemnización estatal a personas luchadoras víctimas del régimen dictatorial. Hoy por hoy forma parte de la Coordinadora de Luchadoras, luchadores y Víctimas de la Dictadura (Codelucha).

En Paraguay este año el comunicado de la Plataforma Social, Derechos Humanos, Memoria y Democracia, que aglutina a varias organizaciones de todo el país, se moviliza para hacer estas mismas reivindicaciones: “parar la violencia contra los pueblos indígenas y conquistar políticas reales que garanticen todos sus derechos colectivos, denunciar que, como en tiempos dictatoriales, en el Paraguay existen presos políticos, confrontar con el neostronismo mafioso, corrupto, autoritario, militarista, extractivista, ecocida, fundamentalista y antiderechos”.

Ver también: La radio indígena paraguaya que lucha por mantener su identidad en medio de una comunidad menonita

También asegura que salen a marchar este 10 de diciembre para “recuperar el derecho humano colectivo a la libre determinación, recuperar las tierras malhabidas para su adjudicación a las familias campesinas sin tierra y las comunidades indígenas y avanzar en el juicio y castigo de los responsables de los crímenes de lesa humanidad y la apropiación de bienes públicos cometidos durante la dictadura stronista, y de los crímenes de Estado actuales”.​​​​​​​

*Foto 1: Bernabé Penayo, de frente, parado junto a otros presos políticos de la dictadura frente al edificio donde eran trasladados para su tortura. De fondo, la "Caperucita roja", vehículo que los policías y militares utilizaban para el traslado de los prisioneros.

*Foto 2: Cortesía Antonio González

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