Las casas de lata son el nuevo espacio de vida para los pobres en Etiopía
Miles de personas sin hogar que pasan las noches en la intemperie se sienten afortunados de tener una vivienda de dos metros cuadrados en la capital, Adís Abeba.

Adis Abeba
En las calles de Adís Abeba, la capital de Etiopia, cada día el número de casas de lata de dos metros cuadrados sigue en aumento, mientras la brecha entre ricos y pobres sigue creciendo.
Las estructuras metálicas que se ven en las calles de la capital, utilizadas por vigilantes nocturnos, pobres y, en ocasiones, las prostitutas, son difíciles de acomodar.
Personas de otras ciudades que vienen a trabajar a la capital pero no pueden rentar una casa o una habitación con el dinero que ganan, viven en estas estructuras a pesar del frío extremo de las mañanas.
El número de casas improvisadas de metal en los últimos 10 años ha aumentado rápidamente. A pesar de no cumplir las necesidades básicas de un hogar, como protegerse del frío, miles se sienten afortunados de poseer una casa de lata para poder pasar las noches en la ciudad.
En la región de Chichinia, donde se encuentran bastantes bares y cafés, las casas de lata son rentadas para ganar dinero por parte de vigilantes nocturnos o prostitutas.
“Mi sueño es estudiar y cambiar mi vida”
Teklel Ketar, que en la mañana es lustrador de zapatos, en las tardes es estudiante y en las noches guardia de seguridad de un hotel, pasa su vida en su casa de lata ubicada a orillas de la vía del centro de la ciudad, en el distrito de Kazanchis.
En declaraciones a los periodistas de la Agencia Anadolu, Ketar indicó que gana alrededor de 1000 birr (36.6 USD) al mes . “Trabajo aquí desde hace un año. Esta casa me la dio el hotel. Me despierto en la noche y controlo lo que pasa alrededor del hotel hasta la mañana”, cuenta.
Ketar intenta continuar el décimo grado en su colegio: “Mi sueño es estudiar y cambiar mi vida y la de mi familia. Quisiera tener mi propio automóvil y tal vez mi propio hotel para dirigirlo”.
Gana 30 dólares al mes siendo guardia de seguridad
Sewnet Heruye, de 52 años, trabaja como vigilante nocturno en el sector de Chichinia durante las noches. A pesar de no estar contento con la vida que lleva, dice que está en la obligación de soportarlo.
Como el dinero que gana no es suficiente, Heruye ha tenido que trabajar en otros oficios. “Claro que vivir dentro de esto es muy bueno, pero hasta que no encuentre otro empleo estoy obligado a vivir aquí. Hace mucho frío en el interior. La vigilancia también es difícil. Se debe estar atento a cada peligro. No logro descansar lo suficiente”, afirma.
Heruye dice que aunque sabe que algunos rentan sus casas de lata con otros propósitos, él nunca lo ha hecho. Su labor se centra solamente en garantizar la seguridad de la zona.
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