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La segunda ola de la pandemia no da tregua en Bolivia y lo peor está por llegar

El promedio diario de contagios es de 2.000, las víctimas fatales se suman por decenas y el personal en salud se ve diezmado. El Gobierno descarta una cuarentena rígida y apuesta por la inmunización masiva a partir de los primeros días de febrero.

Patricia Cusicanqui Hanssen  | 28.01.2021 - Actualızacıón : 01.02.2021
La segunda ola de la pandemia no da tregua en Bolivia y lo peor está por llegar El Servicio Departamental de Salud instaló un punto para la toma masiva de pruebas de COVID-19 en el Coliseo Cerrado de La Paz. (Crédito obligatorio: Gobierno Departamental de La Paz)

LA PAZ, Bolivia

Por: Patricia Cusicanqui Hanssen

La flexibilización de las restricciones y los festejos de Navidad y Año Nuevo pasan factura. Bolivia suma por decenas las muertes en la segunda ola de la COVID-19, el sistema sanitario ha colapsado y lo peor está aún por venir, pues las previsiones epidemiológicas apuntan a que el pico de contagios y decesos se producirá a partir de la primera quincena de febrero.

Mientras los profesionales y trabajadores en salud y organizaciones de la sociedad civil demandan del Gobierno una cuarentena rígida, autoridades nacionales, regionales y locales descartan este extremo y anuncian medidas paliativas a la espera del arribo de las vacunas para la inmunización masiva.

En el Hospital Obrero de La Paz, el hospital de referencia más importante de la seguridad social, los enfermos son “internados” en los pasillos del área de Emergencias, unos sentados, y “los más afortunados” reposan en una camilla. Esta realidad no es ajena a los centros de salud públicos y optar por uno privado demanda una inversión diaria mínima de 5.000 bolivianos, es decir, unos 715 dólares (el salario mensual en Bolivia equivale a 315 dólares).

“Una combinación explosiva ha dado lugar a las consecuencias vistas”, explica a la Agencia Anadolu el experto en salud pública Guillermo Cuentas. “Habiendo salido de un largo periodo de cuarentena, con el paso del tiempo y la flexibilización de las restricciones, la población se relajó y las fiestas de fin de año detonaron el número de casos”.

El también exministro de Salud considera que el hecho de que el 80% de la población económica activa se dedique al sector informal explica lo que viene sucediendo, ya que la gente se ve obligada a salir a trabajar. A ello se suman las concentraciones proselitistas rumbo a las elecciones subnacionales del próximo mes de marzo y las ya habituales protestas callejeras protagonizadas casi a diario por diversos sectores de la sociedad.

“De acuerdo con la proyección epidemiológica, en unas dos semanas tendríamos un mayor incremento de casos”, advierte Cuentas.

La noche de este miércoles, el Ministerio de Salud de Bolivia reportó 2.866 nuevos casos, cifra que, con leves variantes, se mantiene como promedio en los últimos días; el acumulado desde que se registró el primer caso del nuevo coronavirus, en marzo de 2020, superó los 208.000 positivos. Y los fallecidos se cuentan por decenas, sumando un total de 10.167, con una media de 55 a diario.

Los departamentos de Santa Cruz (oriente), La Paz (occidente) y Chuquisaca (sur) son, en ese orden, los más afectados en la segunda ola. De acuerdo con el Instituto de Estadística de la Gobernación de La Paz, Bolivia es el séptimo país con mayor cantidad de casos en América del Sur, pero con una tasa de letalidad del 5%, cuando el promedio mundial está entre el 2 y 3%.

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Mucho de esto se explica por la forma en la que se manifiesta el virus en esta nueva etapa de contagios. Cuentas apunta tres diferencias respecto a la primera ola: el incremento de casos es exponencial en un periodo mucho más reducido, la sintomatología es más agresiva y el deterioro pulmonar más veloz; y el rango de edad de los afectados muestra que niños y adultos jóvenes también corren alto riesgo.

Entre las víctimas fatales figuran más de 400 profesionales y trabajadores del sector salud, desde asistentes hasta especialistas con años de trayectoria, según ha denunciado el Sindicato de Ramas Médicas en Salud (Sirmes), que le ha dado al Gobierno un plazo para tomar acciones más efectivas para contrarrestar la pandemia. En criterio Cuentas, Bolivia puede ser considerado el país con mayor cantidad de profesionales médicos fallecidos a causa de la COVID-19 en relación a su población total.

“Llama la atención que las complicaciones se están presentando en los primeros días de haber enfermado. Los pacientes desarrollan rápido una neumonía, lo que nos impide actuar de manera oportuna”, lamenta Luis Larrea, presidente del Colegio Médico de La Paz, quien, al igual que los voceros de las federaciones del Sirmes, urge al Gobierno a dictar una cuarentena rígida.

A mediados de enero, el Ejecutivo hizo conocer su postura: “No consideramos necesario o prudente avanzar a una lógica de cuarentena rígida”, aseveró el vocero presidencial, Jorge Richter. El argumento es evitar un colapso de la economía.

La administración del presidente Luis Arce ha centrado su estrategia de lucha contra los efectos del nuevo coronavirus en tres ejes: la toma masiva de pruebas, la compra de vacunas para inmunizar a toda la población y la ejecución de diversas medidas para reactivar la economía.

En esa línea, ha distribuido a los nueve gobiernos regionales 2,2 millones de pruebas para la detección temprana del virus y anunció la llegada de 15 millones de dosis de vacunas (Bolivia tiene unos 11 millones de habitantes). Se trata de 5,2 millones de dosis de Sputnik-V, del laboratorio Gamaleya; 5 millones de dosis de AstraZeneca, del laboratorio Oxford; y 5,1 millones de dosis mediante el mecanismo Covax.

“Los primeros lotes van a llegar antes de que concluya enero y en la primera fase de vacunación (prevista para inicios de febrero) se dará prioridad al personal de salud”, adelantó el ministro de Salud, Jeyson Auza. Este miércoles se supo que 20.000 dosis de la rusa Sputnik-V arribarán al país.

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Para Cuentas, “aplicar las pruebas es importante, pero no suficiente. Es obligación de los gobiernos municipales aislar a los positivos para tener el virus bajo control”. Adicionalmente, el especialista afirma que debería ser el Estado el que dote de forma gratuita los fármacos para tratar el mal en todas sus etapas, “en especial para los pacientes críticos; cuando las familias destinan más del 30% de su ingreso a solventar la salud generamos lo que se denomina un gasto catastrófico” y tiene repercusiones macro.

En cuanto al impulso a la economía, el Gobierno amplió el diferimiento de pago de créditos en el sistema financiero y puso en funcionamiento un plan de créditos como parte de un fideicomiso de 911 millones de bolivianos, destinados a reactivar la industria y los pequeños emprendimientos.

Por lo pronto, la Alcaldía de La Paz –que ha reportado que el número de inhumaciones y cremaciones se ha duplicado en los últimos días (en promedio de 15 a 30)– ha dispuesto algunas restricciones con la idea de reducir en 50% los contagios; la municipalidad paceña es la única que asumió una medida preventiva de este tipo.

El drama se palpa en los hospitales y centros de salud, pero también en las redes sociales; las expresiones de condolencia, la búsqueda de fármacos, de espacios disponibles para terapia intermedia e intensiva y los pedidos de ayuda económica para cubrir gastos hospitalarios se viralizan dejando un halo de tristeza.

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