La primera concejala musulmana en la Comunidad de Madrid se resiste a encajar en el estereotipo
Maysoun Douas es científica y política, hija de inmigrantes y española, feminista y musulmana. En entrevista con la Agencia Anadolu habló sobre su lucha por la igualdad de la mujer, que también rompe con lo convencional.

MADRID
Por: Santiago Sánchez B.
En 1988, Maysoun Douas tenía seis años. Iniciaba sus estudios en uno de los únicos tres colegios árabes que existían en Madrid por la época, un instituto iraquí fundado en la década de los 70. Sus padres eligieron este instituto porque era el más cercano a su forma de pensar. “El Irak de aquel entonces era uno en el que no se menospreciaba ni se menoscababa el derecho de acceso de las mujeres a diferentes roles dentro de la sociedad”, explica Maysoun. Algo que se veía reflejado en el sincretismo de ese claustro académico. “Era conocer el mundo, sin salir de la capital española”, recuerda.
Esa y otras experiencias, como su paso por un instituto educativo español en el que fue la única estudiante musulmana con velo; su involucramiento en el escenario académico y científico –estudió ciencias físicas en la Universidad Autónoma de Madrid y luego hizo un doctorado en el Instituto de Ciencias de Materiales de la misma ciudad– y más tarde su vinculación con el mundo del emprendimiento y la innovación, al crear su propia compañía y trabajar en iniciativas público-privadas, la han forjado como un referente de liderazgo, determinación, disciplina y consistencia.
Esos pasos la condujeron a transitar por escenarios cada vez más complejos, desafiantes y útiles para la defensa de sus ideas. Así, a lo largo de su vida Douas ha sido conocida como la hija de un físico marroquí, como la única niña con hijab, como la mujer que entendió los laberintos de la nanotecnología, y como la ficha clave para la creación de 'La Nave', un hub de innovación madrileño situado en un distrito vulnerable.
Esto, sin olvidar su rol como madre de cuatro hijos ni su interés por descifrar los hilos que mantienen la desigualdad de género. Esta versatilidad la llevó a la política española en las elecciones municipales de 2019 y la convirtió en la primera concejala de fe islámica en la historia de la Comunidad de Madrid.
Entrevistarla sobre un solo tema es improbable. Tiene en su haber la experiencia y los libros para hablar de lo que quiera y para defender que cualquier mujer del mundo haga lo mismo.
¿Cuál ha sido la influencia de su educación en su forma de pensar?
Cuando estaba en el colegio iraquí recibíamos la educación en el mismo nivel (de los hombres) y casi orientándonos hacia las mismas capacidades y el mismo rol a ocupar dentro de la sociedad. Y eso lo vi porque muchas de mis profesoras entonces venían de ser ingenieras, doctoras y otras profesiones, ya que en algún momento de su vida habían decidido irse fuera del país para tener una experiencia y otro contacto profesional. Estar en contacto con estas personas me dio una perspectiva de que realmente esto no va de roles, sino de ambiciones y de cómo quiere cada persona incluir esas ambiciones dentro de sus proyectos de vida.
¿Cómo llega al activismo feminista?
Cuando decido ponerme el hijab (velo islámico) y la sociedad cuestiona hasta qué punto puedo llegar a alcanzar cosas o ejercer determinadas labores -te estoy hablando de cuando tenía alrededor de 12 a 15 años- y asumían que era una chica sumisa, obediente, sin proactividad. Te das cuenta que más allá de ser mujer, el ser musulmana tiene una connotación, y el ser musulmana con velo tiene otra connotación adicional. A partir de eso decido que mi rol no va a ser únicamente el testimonial.
Usted quizás tiene una perspectiva del machismo en el mundo musulmán y en Occidente. Siendo española y musulmana, ¿cómo es vivir el encuentro de esas realidades?
En España, musulmán e inmigrante son la misma cosa. Soy musulmana porque podría decir que forma parte de mi herencia cultural, pero también es algo que adopto libremente. Ocurre también que se percibe que soy migrante, porque mis padres son migrantes, aunque nacieron y crecieron en un espacio que pertenecía a España en aquellos momentos. De repente, desarrollar mi proyecto de vida significa que todo el tiempo tengo que estar asumiendo que quien quiera interactuar conmigo antepone mi estado migratorio, que sea mujer y que sea musulmana. Son muchas connotaciones negativas en torno a una mujer en el desarrollo del día a día de las acciones más básicas.
¿Cómo entiende usted el feminismo?
Desde mi punto de vista, el feminismo no es únicamente liberar a las personas de la opresión patriarcal, sino el que las mujeres puedan encontrar su forma de vida, no condicionada por otro, ni por otras. Hablo también de cuando alguien cree que el feminismo es liberador y presupone que elegir una prenda y un estilo de vida te hace menos libre.
Considerando ese esquema de libertades, ¿cómo convive la religión con ciertas libertades, como la de género?
Dentro del mundo musulmán hay debates en los que el Islam, entendido como preceptos, no se ha metido, y hay debates en los que los musulmanes no han querido entrar. Uno de ellos es el de la libertad de género. El Islam no se ha metido en esta conversación, no ha planteado preceptos ni dictado normas sobre cómo tiene que ser la libertad de género para los musulmanes. En países como Turquía, esas discusiones están avanzadas, casi superadas, y ha habido muchas manifestaciones por ello; en países como Marruecos el debate está encima de la mesa y no creo que exista una alarma social en torno a la libertad de género. Y hay otros países que todavía necesitan alcanzar ese debate y ese consenso entre todos, entendiendo que lo que prima es el derecho a la vida y la libertad de elección.
¿Esa definición de feminismo que plantea se modifica en función de si hablamos de Occidente o del contexto musulmán?
Mucho del feminismo musulmán no tiene que ver con una reivindicación de roles, sino con impulsar la sociedad con unos valores que puedan mantener la convivencia y el progreso de la sociedad en su conjunto. Y precisamente eso es lo que hace diferente el feminismo occidental del que se vive en los países árabe-musulmanes. En estos últimos ves muchas redes de mujeres que se dan apoyo unas a otras y que consiguen garantizar los estudios superiores a mujeres y a hombres de forma indistinta, de garantizarles becas, sustento, entre otras cosas, y en esas acciones ellas no perciben que se esté haciendo feminismo, pero está ahí.
¿Qué le diría a quienes asumen que las sociedades árabes son más machistas que las occidentales?
Les diría que tienen toda la razón del mundo si se van a fijar únicamente en los estereotipos. Si de repente se les ocurre poner cualquiera de las televisiones árabes -aunque no entiendan de qué va la historia-, cualquier telenovela, serie o anuncio, lo que van a percibir seguramente sea un machismo, porque lo están viendo con unos ojos propios de la cultura en la que viven. No están viendo la lucha de las mujeres por mantener la cohesión de una familia, o la lucha por alcanzar objetivos sociales como ayudar a alguien con sus estudios, sea hombre o mujer; no están viendo a las mujeres que protegen a otras en su elección de vida, o incluso a un hombre. No están viendo muchas cosas que se obvian en las sociedades occidentales o latinas, que tienen otro contexto.
Hablando de contextos, ¿cómo va el rol de la mujer en el mundo de la ciencia y la tecnología?
El tema de la creación de aplicaciones para el uso de terceros, que tienen que ver con comida, salud, viajes o compras online, todas están diseñadas por quienes tienen más contacto con la tecnología: una población masculina que es la dominante en ese mundo. Y el problema no es que solo sean hombres; es que esos hombres no han conocido sobre diversidad.
Por otro lado, no hay programadoras o desarrolladoras que puedan incluir sus sesgos porque no terminamos de entender la riqueza de la diversidad. Esos entornos laborales no están pensados para desarrollar sociedad, sino para desarrollar tecnología. Es un mundo que requiere sacrificios personales muy altos y la sociedad no está preparada para ello. Los desarrolladores para tener un nivel de competencias alto deben estar actualizados y eso requiere muchas horas de trabajo, de entrenamiento y de contacto, y pasa que si una mujer decide hacer carrera en esos campos, probablemente tenga que elegir entre su vida personal y su vida profesional, y al final esta opta por cambiar a carreras que les permitan compatibilizar su vida personal con el mundo laboral.
¿Y en la política?
En la política pasa que somos servidores públicos y nos debemos a la sociedad a la que estamos sirviendo, y esta tiene que exigirnos los estándares que considere adecuados. Sin embargo, creo que estamos abriendo una nueva época para la democracia en la que no hay nada escrito y es un momento de aprendizaje para todos.
En su opinión, ¿cuál es el mayor desafío del feminismo a nivel global?
Una cohesión del discurso y de ser inclusivos. Nosotras como mujeres no nos podemos permitir el lujo de tener debates abiertos en torno a qué es el feminismo mientras haya mujeres que no están pudiendo alcanzar sus metas
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