La madre chilena que caminó 250 kilómetros para denunciar el drama de los abusos sexuales
Jeannette Martínez recorrió, a pie, la ruta que separa a la sureña ciudad de Talca de Santiago para concientizar sobre la impunidad por delitos sexuales contra menores.

SANTIAGO, Chile
Por: Andrea Aguilar Córdoba
El mundo de Jeannette Martínez se desmoronó el pasado 27 de septiembre, cuando se enteró que su hija menor había sido abusada sexualmente. No era la primera vez que se enfrentaba al drama de una violación en su familia; su hija mayor también había sido abusada por su expareja y ella misma fue víctima del mismo delito a los cuatro años.
“La realidad de lo que pasa en Chile con los abusos la tengo toda plasmada en mi vida. Yo fui abusada cuando chica y mi madre nunca me creyó. Siempre estuve pendiente de mis hijas pero los violadores son muy inteligentes y se las arreglan para abusar”, señala Martínez a la Agencia Anadolu.
Sin embargo, esta vez esta profesora de primaria, que reside en la ciudad de Talca (sur), no estaba dispuesta a lidiar sola con un sistema judicial que califica de lento, ni con la rabia y la impotencia que había tenido que pasar las dos veces anteriores, por lo que decidió emprender una travesía a pie de 250 kilómetros para ir a hablar personalmente con el presidente Sebastián Piñera. “Una noche tuve la idea de lanzar un grito desesperado porque me sentía derrotada porque las penas eran una burla, por eso quise hacer algo potente, creativo, y mis hijas me apoyaron”.
El abuso de su hija de 12 años y los anhelos de justicia por la violación de su otra hija, hoy de 31 años, y por su propio abuso se convirtieron en el motor que la guio durante tres días por una ruta en la que fue sumando apoyos y recibió la solidaridad de hostales y de los sitios por los que pasaba, en donde le ofrecían hospedaje, agua y comida para que continuara su travesía, en la que también contó con apoyo de la Policía.
“Yo partí con las puras ganas de que me escucharan y en el viaje se formó una cadena solidaria de gente, de kinesiólogos (terapeutas que la ayudaron con dolores que le surgieron en el pie durante el camino). Los que pasaban por la carretera me tocaban la bocina y me daban fuerzas. Muchos se acercaron a decirme que les había pasado lo mismo”, señala Martínez.
Una vida de travesía
Jeannette Martínez relata con efusividad todas las etapas de su viaje; solo se quiebra cuando habla de las violaciones que sufrieron sus hijas. Llora porque se prometió que ellas no pasarían por el mismo trauma que enfrentó a sus cuatro años, cuando fue abusada sexualmente y su madre no le creyó.
“Mi hija fue abusada por su padre y él está libre, pero esto no es solo por mí y mis hijas, sino por todos a los que les ha pasado esto. Cómo le explicamos a un niño violentado sexualmente que en Chile el agresor puede seguir caminando por las calles y puede seguir violando. Estamos normalizando esto; es una cachetada a sus derechos”, señaló a la Agencia Anadolu.
Su hija de 31 años le contó luego de más de 20 años que había sido violada en reiteradas ocasiones por su padre, con quien su madre estuvo durante 13 años, y este año se enteró que la menor también era abusada por su ahora expareja, con la que convivió durante ocho años. “Ellos hicieron el rol de padres, ellos secaron mis lágrimas cuando yo caía en las crisis de dolor por lo que me había pasado, pero luego terminaron haciéndome lo mismo con mis propias hijas”, asegura Martínez.
Los intentos para aumentar las penas contra violadores de niños se han quedado estancados en el Legislativo chileno desde el 2018, aunque una reforma reciente permitió que este tipo de crímenes sean imprescriptibles.
“El dolor de una violación se lleva toda la vida, no hay ninguna pastilla que te quite esa dolencia del alma, te persigue para siempre. Las víctimas tardan mucho en denunciar, pero un niño nunca va a inventar algo tan horroroso como un abuso sexual”, señala Jeannete Martínez.
El camino sin final
Su travesía concluyó cuando llegó al Palacio de la Moneda, el pasado 20 de noviembre, con la esperanza de poder hablar con el presidente Sebastián Piñera y entregarle las cartas de víctimas de abuso que había recolectado en el camino. Aunque no fue recibida por el mandatario, funcionarios del Ministerio de Justicia la contactaron para escuchar sus denuncias y ofrecerle asesoría jurídica.
“El que no me hayan recibido en La Moneda no me derrota para nada, esta es una lucha que voy a seguir dando. Me llamaron del Ministerio de Justicia y me dijeron que había un proyecto para ponerle a los abusadores una tobillera, pero eso no garantiza que no vayan a volver a violar. También me preguntaron si necesitaba un abogado, pero yo no necesito solo justicia para mí, sino para todos los que están sufriendo”, aseguró a la Agencia Anadolu.
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Tras su larga caminata terminó uniéndose a las protestas que, cada viernes, se concentran en la llamada Plaza Dignidad, en donde los manifestantes le dieron el abrazo y el apoyo que no encontró en el Palacio de la Moneda luego de su travesía de 250 kilómetros a pie que le dejó un fuerte dolor en el pie. “Esos son dolores físicos y se curan, pero los que llevo en el alma duran para siempre”.
Luego de los tres días que duró caminando en compañía de su hija mayor, tomó un bus de vuelta que la devolvió en tres horas a la ciudad de Talca, donde espera poder recaudar fondos para iniciar un centro de asesoría psicológica para que las familias que hayan pasado por un drama como el suyo puedan encontrar el apoyo que ella no ha tenido.