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La Indignación decidiría el resultado de las elecciones en EEUU

Demócratas y Republicanos apuestan por el término como método de motivación política dentro de sus bases para ganar las próximas elecciones.

1 23  | 10.10.2018 - Actualızacıón : 11.10.2018
La Indignación decidiría el resultado de las elecciones en EEUU Las cajas de votación en las elecciones primarias de 2018 en Manhattan, Nueva York, Estados Unidos, el 13 de septiembre de 2018. (Mohammed Elshamy - Agencia Anadolu).

Washington DC

Por: Francisco Seminario

Los republicanos, con el mandatario Donald Trump a la cabeza, parecen haber tomado nota de un dato que podría tener impacto directo en las elecciones de noviembre próximo, en las que el presidente norteamericano se juega su mayoría en ambas cámaras del Congreso y, muy probablemente, sus chances de reelección en 2020: la indignación, que como método de motivación política, podría ser el factor decisivo en una votación que se anticipa muy reñida.

Un elemento determinante en las elecciones del 7 de noviembre, según coinciden los analistas políticos de la capital estadounidense, va a ser el nivel de participación que puedan lograr demócratas y republicanos el día de la votación. Pero el voto no es obligatorio en Estados Unidos, de modo que los partidos deben buscar incentivos para atraer a los votantes a las urnas y en el actual clima polarizado, de fuerte división política, desde uno y otro lado parecen haber encontrado en la bronca y el enojo una herramienta eficaz.

“Está comprobado que para movilizar políticamente, el odio y el temor son más fuertes que el amor y la esperanza”, observó el analista político Max Paul Friedman. Ante una consulta de Agencia Anadolu, el experto de la American University señaló que si bien las campañas negativas no son tan usuales en Estados Unidos, la utilización de estos sentimientos es “especialmente efectiva en las elecciones de medio término, cuando no hay una figura central a nivel nacional sino una dispersión de candidaturas”.

Históricamente en Estados Unidos, los partidos de los presidentes en funciones casi siempre pierden el control del Congreso o al menos de una de las cámaras en las elecciones legislativas o de medio término como la del mes que viene, en las que además la participación es mucho menor que en las presidenciales. En 2014, por ejemplo, sólo el 36,4% del electorado emitió su voto. Pero esta no es una ley escrita y Trump parece decidido a hacer todo lo que esté a su alcance para torcer esa tradición y retener las mayorías legislativas. 

En la última semana, las protestas de la base liberal afín al Partido Demócrata colmaron los alrededores de la Casa Blanca y el edificio de la Corte Suprema de Justicia, en Washington. Multitudes indignadas y muy numerosas repudiaron en las calles el nombramiento del juez Brett Kavanaugh para un lugar en el máximo tribunal, lo que inclinará sus decisiones -quizá durante varias décadas- en favor de los sectores conservadores ligados al Partido Republicano que lo apoyó. 

Fue el último episodio de la batalla ideológica que se libra en Estados Unidos desde que Trump es presidente. La base demócrata -y en especial las mujeres- está indignada desde el primer día y espera con ansiedad la hora del voto. No necesita mucha más motivación. Y como hace notar el analista John Hudak, del Brookings Institute de Washington, un presidente impopular como el actual “puede incentivar a que más independientes voten en contra del partido en el poder”. 

La intensidad del sentimiento demócrata, potenciada ahora por el episodio Kavanaugh, puso en alerta al oficialismo. Según declaró a la prensa Matt Schlapp, director de la Unión Conservadora de Estados Unidos, el principal grupo de base en defensa de los valores conservadores, los demócratas “no sólo están en desacuerdo con Trump, lo odian y quieren verlo en prisión”. 

Las encuestas, según Hudak, muestran de manera consistente que “la mayoría de los norteamericanos quieren que los demócratas ganen el control del Congreso en noviembre”. El dato coincide con otros sondeos en los que Trump no aparece beneficiado. 

Una encuesta a nivel nacional de la NAACP, una de las principales organizaciones de derechos civiles, determinó recientemente que el sentimiento más extendido que inspira Trump es el enojo: 61% entre los blancos eligieron esa opción y 81% de los negros. El miedo también también figuró alto: 49% entre los blancos y 66% entre los negros, mientras que 54% entre los primeros dijo sentir esperanza y sólo 21% entre los negros. 

La bronca entre los latinos es también elevada, en buena medida por las posiciones del presidente en materia inmigratoria y hechos como la separación de familias en la frontera con México. Una encuesta del Instituto Quinnipiac indicó el mes pasado que el 58% de quienes se identifican como hispanos no cree que Trump sea una figura apta para ser presidente. La duda de los expertos es si este sentimiento se traducirá en votos. En el caso de los latinos, su nivel de participación es siempre una deuda pendiente. 

Trump está buscando utilizar en su favor el enojo demócrata y despertar un sentimiento igualmente intenso en su base de apoyo. 

En Iowa esta semana, durante un acto de campaña, el mandatario atizó a la multitud con descalificaciones de todo tipo contra sus rivales. “Los demócratas están totalmente desquiciados, se han vuelto locos”, afirmó. “Lo que los demócratas le hicieron a Brett (Kavanaugh) y su hermosa familia es una desgracia y una vergüenza nacional”, agregó en referencia a la disputa por el nombramiento del ahora juez supremo, acusado de abuso sexual en su adolescencia.

En una nota de opinión Trump jugó luego la carta del miedo. “La realidad es que el centrista Partido Demócrata está muerto. Los nuevos demócratas son socialistas radicales que quieren en Estados Unidos una economía como la de Venezuela”, escribió. Ataques de este tipo son una constante en su cuenta de Twitter.

Según el analista Friedman, Trump tiene una rara habilidad para movilizar a su base y está haciendo todo lo que está a su alcance para que eso se traduzca en una mayor participación de los votantes republicanos el mes que viene. 

“Es un genio de la política electoral, un genio peligroso en muchos terrenos quizá, pero tiene un instinto muy desarrollado que le resulta de gran utilidad”, señaló el analista. Y agregó: “Entiende como movilizar a la población creando imágenes de peligro y sabe explotar la indignación de los sectores blancos y rurales que no viven en medios cosmopolitas y se sienten amenazados”.



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