La doble postura de Europa sobre la guerra de Bosnia
Otorgar el premio Nobel de Literatura a Peter Handke, un defensor declarado de Slobodan Milosevic, envía el mensaje de que Europa sabía de la naturaleza genocida de la guerra contra Bosnia y Herzegovina y su gente.

Bosnia and Herzegovina
Por: Dr. Emir Suljagic**
Hay un pequeño edificio de dos pisos frente a donde trabajo en Srebrenica. Recuerdo su balcón en julio de 1995, repleto de hombres recién separados de sus familias, despojados de sus pasaportes, tarjetas de identificación y todos los documentos, esperando ser transportados a uno de los puntos de recolección desde donde las tropas serbias los llevaban a lugares de ejecución en el noreste de Bosnia.
Hay una familia serbia que vive allí hoy en día. Conduciendo cerca a él, veo ropa colgada en el tendedero sobre el balcón; en un momento pensé que vi juguetes de niños. Raramente un genocidio es tan normalizado como el que sufrieron los bosnios.
Slobodan Milosevic y su grupo de asesinos tuvieron suerte en un aspecto: Europa no los percibió como un peligro para sí misma, incluso cuando las tropas bajo su dirección u órdenes directas perpetraron lo indecible en Bosnia y Herzegovina.
De hecho, Europa, para ser precisos la clase política europea, estaba y sigue estando en una clase de negación de lo que sucedió en Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995.
Desde la frase de Francois Mitterrand, "Bosnia no pertenece a Europa", y funcionarios británicos que hablaban de "la restauración dolorosa pero realista de la Europa cristiana", hasta entablar negociaciones personalmente con Ratko Mladic, mientras la operación genocida de Srebrenica todavía estaba en curso, en julio de 1995; la generación de políticos europeos que se jactó de unir Europa después de la caída del Muro de Berlín, asumió la posición de saber y no saber al mismo tiempo sobre el genocidio que se desarrollaba contra la población musulmana de Bosnia y Herzegovina.
El genocidio, para aquellos como David Owen y Thorvald Stoltenberg, en algún momento mediadores de la ONU, no fue más que una herramienta de negociación para ser usada en un esfuerzo por obligar al asediado presidente bosnio, Alija Izetbegovic, a capitular y aceptar la división de su país y el genocidio a largo plazo de los bosnios.
Los mediadores internacionales, ya sea que representaran a la ONU o la Comunidad Europea en ese momento, continuaron durante la guerra participando en racionalizaciones, justificaciones y simpatías manifiestas con los "militares profesionales" que daban de baja a los niños, por ejemplo, en Sarajevo asediado.
Una buena parte de los medios y la academia tuvo cuidado de seguir a pie juntillas la situación. Los valientes periodistas, como Peter Maass, Ed Vulliamy, David Rohde y otros, fueron a contracorriente al informar lo que vieron y mantener su posición.
Sin embargo, a lo largo de los años, en el proceso que Stanley Cohen en sus clásicos "Estados de negación" llama "reasignación", el genocidio fue llamado por primera vez "limpieza étnica"; ahora era "intercambio de población", no "deportación forzada"; "detención", y no "campos de concentración"; así fue como Bosnia pasó de una a otra clase de eventos más "sanitarios".
Nos han dicho tantas veces en los últimos treinta años que nuestra experiencia no es relevante; y ciertamente no es relevante en la forma en que creemos que es. Una generación entera, luego de la experiencia de ser quemada viva, muchos de los sobrevivientes aún se disculpan por haber sido asesinados en masa como resultado de ello.
Por lo tanto, para Peter Handke, un negador del genocidio y admirador abierto de Milosevic, recibir el Premio Nobel de Literatura no fue necesariamente una desviación de la posición europea sobre el genocidio bosnio. ¿Cómo es lo que Handke escribe acerca de los bosnios en su obra literaria premiada ("Si los serbio-croata hablantes musulmanes descendientes de serbios (que viven) en Bosnia son de hecho un pueblo") diferente de la afirmación de Mitterrand de que "Bosnia no pertenece a Europa"?
La afirmación de la Real Academia Sueca [1] en una serie de cartas, que son condescendientes, por decir lo menos, con los sobrevivientes de las campañas de Serbia en Bosnia y Herzegovina y Kosovo, de que "debe haber espacio para diferentes interpretaciones razonables" de si , entre otras cosas, los bosnios "son en realidad un pueblo", sigue en el mismo sentido.
No saber y saber al mismo tiempo significaba en la década de 1990 continuar con el "sueño europeo", mientras que las niñas de 12 años en Bosnia y Herzegovina eran recluidas en campos de violación.
Otorgar a Peter Handke, un "matoneador literario", el Premio Nobel de Literatura es enviar un mensaje inequívoco de que Europa tenía razón en saber y no saber al mismo tiempo, y negar, de una forma u otra, la naturaleza genocida de la guerra contra Bosnia y Herzegovina y su gente. El genocidio bosnio, citando la Real Academia Sueca, se mantuvo "en la periferia de la experiencia humana".
No pretendo demostrarle a nadie que soy, que somos humanos. Hace dieciséis años, me senté en la sala del tribunal en La Haya y vi a Elie Wiesel pronunciar un testimonio condenatorio durante la audiencia de sentencia de Biljana Plavsic, un ex profesor de la Universidad de Sarajevo que se declaró culpable de crímenes contra la humanidad. Entonces supe que no puedo decidir quién soy. Esa decisión siempre estuvo en manos de las personas que sostenían el arma. O la pluma, como puede ser el caso del galardonado con el Premio Nobel de Literatura de este año.
[1] https://theintercept.com/2019/11/20/peter-handke-nobel-prize-bosnian-genocide/
**El escritor, el Dr. Suljagic, es el director del Centro Memorial Srebrenica. Profesor a tiempo parcial en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Sarajevo (SIU), también es autor de dos libros: Limpieza Etnica: Política, Políticas, Violencia: Campaña de Limpieza Etnica Serbia en la ex Yugoslavia y Postales desde la Tumba.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de la Agencia Anadolu.
*Traducido por Aicha Sandoval Alaguna.