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La “diplomacia de los estadios” chinos en Latinoamérica

Tanto Taiwán como China continental buscan a través de jugosas obras deportivas, por un lado ampliar su reconocimiento internacional como nación y por el otro, apoyar el principio de "una sola China".

Wilfredo Miranda Aburto  | 18.12.2019 - Actualızacıón : 19.12.2019
La “diplomacia de los estadios” chinos en Latinoamérica MANAGUA, NICARAGUA: Imagen aérea del estadio Nacional de béisbol Denis Martínez en Managua, Nicaragua, cuya construcción fue en hecha con aportes de Taiwán. (Cortesía).

Nicaragua

El presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, desplegó una larga alfombra roja el pasado tres de diciembre para recibir a su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, el mandatario que causó sensación en la Asamblea General de Naciones Unidas al tomarse una “selfie” en ese estrado mundial.

El encuentro en Pekín selló el acercamiento entre el país más pequeño de Centroamérica y el gigante asiático. Ambos presidentes firmaron un acuerdo de cooperación oneroso para El Salvador a cambio de algo que la China continental persigue desde hace décadas: socavar el reconocimiento diplomático de China Taiwán en Latinoamérica y el Caribe. La bondad china será coronada con la construcción de un estadio en El Salvador.

“Se construirá un nuevo estadio nacional moderno y de gran capacidad”, anunció la administración Bukele, además de otras obras como una biblioteca nacional y una planta para potabilizar el agua del Lago de Ilopango. 

La generosidad de la China continental fue retribuida por Bukele reconociendo el “principio de una sola China”, que incluye a Taiwán como “parte inalienable del territorio”, “rechaza categóricamente cualquier acto contrario” y “cualquier forma de independencia de Taiwán”.

El gobierno de Bukele presentó los “acuerdos de cooperación no reembolsable” como un gran logro de su gestión ante los salvadoreños. Sin embargo, para los chinos continentales no era más que otra batalla conseguida en la denominada “diplomacia de los estadios”, bautizada así por las decenas de campos construidos en Latinoamérica y el Caribe por Pekín y Taipéi.

El Salvador era hasta agosto de 2018 uno de los 18 países en el mundo que reconocían a Taiwán. El anterior Gobierno salvadoreño, el de Salvador Sánchez Cerén, decidió romper los lazos históricos con la isla considerada “provincia rebelde” por el partido comunista del gigante asiático.

El poderío chino ha ido avasallando la influencia de Taiwán en América Latina, siendo la baja más sensible el viraje de Panamá hacía Pekín en 2017.

Taiwán mantenía a sus aliados latinoamericanos y caribeños otorgándole jugosas cifra de cooperación, impresionando con la construcción de estadios de talla mundial en países incapaces por sí solos de construirlos.

Taiwán en Nicaragua

Así como China continental, Taiwán recurre a la “diplomacia de los estadios” para sostener reconocimiento. El caso más reciente fue la construcción del moderno Estadio Nacional de béisbol Denis Martínez en Managua, Nicaragua. Un coloso valorado en USD 35 millones de los cuales 30 fueron aportados por Taiwán.

En medio de la competencia entre ambas chinas por ampliar su reconocimiento internacional, las sospechas de corrupción han florecido a la sombra de los estadios, las donaciones y préstamos.

El doctor José Luis Velázquez , experto en relaciones internacionales y exembajador de Nicaragua ante la organización de Estados Americanos (OEA), explicó a Agencia Anadolu que la cooperación taiwanesa ha estado salpicada por casos de corrupción en Centroamérica.

Los expresidentes Francisco Flores (El Salvador), Alfonso Portillo (Guatemala) y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica) han sido procesados judicialmente por manosear el dinero taiwanés. “Es diplomacia de chequera”, precisó Velázquez.

En el caso del Estadio Denis Martínez, el gobierno de Daniel Ortega desvió los 30 millones taiwaneses para la supuesta construcción de una ciudadela destinada para los damnificados por las torrenciales lluvias sobre la capital nicaragüense en 2015. Sin embargo, el uso de los fondos no tuvo escrutinio público y hasta el día de hoy la ciudadela no termina de construirse. Algunos de los damnificados han reclamado por el cobro impuesto por el gobierno sandinista para poder habitar las viviendas.

Taiwán no critica el opaco uso de su cooperación debido a que su fin no es pelearse con los pocos aliados que le quedan en la región. Al final, los 30 millones desviados del estadio de béisbol terminaron siendo deuda pública, luego de que la Alcaldía de Managua hizo un préstamo para erigirlo.

Batalla de estadios

Desde 1956, China ha construido 84 estadios alrededor del mundo, la mayoría de ellos en África y Asia, Oceanía y el Caribe. Sin embargo, la “diplomacia de los estadios” data de 1971 desde cuando ambas chinas luchan por recogimiento internacional.

La batalla de los estadios tuvo su mejor definición en Costa Rica. El expresidente Óscar Arias alegó “realismo elemental económico” para reconocer a China continental en 2007. A cambio, Pekín ofreció un enorme paquete de cooperación que incluía la construcción del Estadio Nacional de San José, una cancha valorada en 100 millones de dólares.

El ‘nidito de pájaro’ —como es llamado por los costarricenses, al ser una copia casi idéntica, pero más pequeña, del Estadio Olímpico de Pekín— fue el primer estadio de gran envergadura levantado por la diplomacia china en América Latina. Así Pekín debilitó el bastión centroamericano taiwanés.

Los países centroamericanos tienen mucha dependencia de Taiwán y su cooperación. Excepto Costa Rica y Panamá que si sostenían notable intercambio comercial con China continental. No obstante, la ruptura salvadoreña con Taipéi refuerza la influencia china en la región centroamericana.

La competencia de la “diplomacia de los estadios” es más evidente en el Caribe. La China comunista ha erigido ocho estadios en esa zona, cinco de ellos en las llamadas Antillas Menores: en Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada y Santa Lucía. De las pequeñas islas de esa zona, tres reconocen a Taiwán: San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía.

El estadio George Odlum, en Santa Lucía, fue inaugurado en 2002. Costó 20 millones de dólares y fue financiado por Pekín. Santa Lucía fue ese año la sede de la competencia anual de atletismo de la Asociación de Libre Comercio del Caribe (CARIFTA). Era el recinto deportivo más avanzado de la zona caribeña.

En 2007, la pequeña Antilla rompió relaciones con China continental y se abrazó con Taiwán. A cambio, los taiwaneses remodelaron el George Odlum insertando al diseño original una pista de atletismo debido a que CARIFTA volvía a celebrarse en Santa Lucía.

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