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La curiosa propuesta de paz hecha por Putin a Shinzo Abe

El presidente ruso ofreció firmar un tratado de paz a su contraparte japonés, pero Tokio no está convencido de la propuesta

Ahmed Fawzi Alberto Mostefai Monsalve  | 09.10.2018 - Actualızacıón : 09.10.2018
La curiosa propuesta de paz hecha por Putin a Shinzo Abe El presidente ruso, Vladimir Putin (izq), junto al primer ministro japonés, Shinzo Abe (der). ( Oficina de Prensa de la Presidencia rusa)

Distrito Especial

Por: Ahmed Fawzi Alberto Mostefai Monsalve

La cuarta edición del Foro de Economía Oriental se celebró en la ciudad rusa de Vladivostok, al extremo oriente de Rusia. El evento que es anual se llevó a cabo entre el 11 y 13 de septiembre con el fin de fomentar las relaciones entre Rusia y sus vecinos de Asia oriental, además de servir de plataforma para la discusión de temas actuales de economía y política regional.

Sin embargo, lo más destacable de la reunión de este año fue la inesperada propuesta hecha por el presidente ruso, Vladimir Putin, a su homólogo japonés, Shinzo Abe: “Me acaba de llegar una idea a la cabeza… concluyamos un tratado de paz antes de que termine el año, sin precondiciones”, dijo Putin a un incrédulo Abe, quien no dio respuesta inmediata a la sorpresiva propuesta.

Previamente Abe había dicho que consideraba increíble que después de más de 70 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, ambos países aún no hayan firmado un acuerdo de paz. El mandatario japonés sin embargo no esperaba que Putin hiciera la propuesta de manera tan inesperada.

Si bien Rusia y Japón firmaron un pacto para restablecer relaciones diplomáticas y poner fin al estado de guerra en 1956, los países nunca firmaron un acuerdo de paz formal tras finalizar la Segunda Guerra Mundial debido a un diferendo limítrofe.

Al poco tiempo de que Putin hiciera la propuesta, Yoshihide Suga, secretario en jefe del Gobierno japonés, indicó que su país no firmaría un acuerdo de paz con Rusia hasta que el diferendo sobre los territorios del Norte (para Japón) / islas Kuriles del Sur (para Rusia) no fuera resuelto de antemano.

El territorio en cuestión abarca 3 islas de gran tamaño (Etorofu/iturup, Kunashiri/Kunashir y Shikotan) y un grupo de pequeñas islas volcánicas conocidas como Habomai, ubicadas al norte de la isla de Hokkaido, Japón, y al sur de la península rusa de Kamchatka. Otras pequeñas islas del archipiélago son reconocidas por ambos países como territorio ruso. En la actualidad, la cadena de islas, controladas en su totalidad por la Federación rusa, son hogar de menos de 20.000 personas.

En 1855, año en el que Rusia y Japón entablaron relaciones diplomáticas, ambos países firmaron el Tratado de Comercio, Navegación y Delimitación en el cual se dividían la soberanía de las islas. En 1875 Japón entregó a Rusia la enorme isla Sajalín, ubicada al oriente de las Kuriles, a cambio de soberanía total sobre la cadena de islas. Esta soberanía fue perdida tras la anexión soviética de todas las islas durante los últimos días la Segunda Guerra Mundial. Japón argumenta que esto fue ilegal debido a que ambos países mantenían un pacto de neutralidad vigente cuando ocurrió dicha anexión.

La propuesta de paz de Putin no fue aceptada en Tokio porque Japón tiene como prerrequisito que el diferendo sobre las islas sea resuelto antes de firmar un acuerdo de paz con Rusia. Esta condición es el apalancamiento que Japón tiene cara a cara ante Rusia en la disputa, pues el Tratado de Paz de San Francisco de 1951 firmado entre la mayoría de los países aliados y Japón, estipula que este último cediera todos sus derechos sobre las islas. No obstante, para fortuna de Japón, el tratado no reconoció la soberanía soviética sobre estas y debido a esto, no fue firmado por la Unión Soviética.

Rusia: ¿preocupada por EEUU en Asia oriental?

Algo que Putin seguramente consideró al hacer la propuesta fue la reciente adquisición por parte de Japón de sistemas de defensa balística estadounidenses, los cuales podrían ser desplegados al norte del país, pues el mandatario ruso había dado conocer su descontento con el despliegue de sistemas de misiles interceptores estadounidenses en Corea del Sur durante las tensiones con Corea del Norte a principios de este año.

En respuesta al anuncio de la compra de los sistemas balísticos en Japón, el gobierno ruso fortaleció su presencia militar en las Kuriles, llevando a que el gobierno japonés presentara una protesta y más tarde se llevara a cabo una reunión entre los ministros de Defensa de ambos países a mediados de este año.

A pesar de las leves tensiones suscitadas por este tema, durante la reunión, Rusia y Japón acordaron mejorar los lazos de defensa mutuos y el gobierno ruso en un gesto de buena voluntad permitió la entrada de una misión investigativa japonesa a las islas en agosto, con el fin de mantener activos los diálogos sobre el diferendo.

Es claro que el gobierno ruso prefiere aprovechar las relaciones formales que mantiene con Japón para acercarse a Tokio a cambio de limitar la creciente presencia militar estadounidense en la región, hecha bajo pretexto de defender a sus aliados en caso de un hipotético ataque norcoreano.

De vuelta al estatus quo

Los japoneses no aceptarán una oferta que no le garantice nada y cuyos términos podrían entenderse como un reconocimiento a la mantención del estatus quo actual en las islas, es decir, la ocupación de las islas por la entonces Unión Soviética (reconocida en la Conferencia de Yalta de 1945) y ahora Rusia.

El acuerdo para finalizar el estado de guerra de 1956 estipula que Rusia entregará a Japón parte del territorio (Shikotan y los islotes Habomai) a cambio de la firma de un acuerdo de paz. Parece que el gobierno japonés prefiere valerse del apoyo de sus aliados occidentales y las diferentes visiones sobre la soberanía de las islas antes de ver limitados sus reclamos sobre estas.

La propuesta de Putin es osada pues debido a sus intervenciones militares en Osetia del Sur y la península de Crimea su país ha sido criticado en la esfera internacional por intentos expansionismo. De haber sido aceptada y haberse llevada a cabo bajo los términos del acuerdo de 1956, la firma de un tratado de paz habría significado pérdida de territorio estratégico para Rusia: la entrega de estas dos islas limitaría la capacidad de proyección estratégica de Rusia en el Pacífico norte a cambio de tal vez un limitado acercamiento diplomático con un país vecino que no tiene intenciones de degradar su alianza estratégica con Washington.

Aunque el gobierno japonés fue directo al rechazar la propuesta de Putin y al recordar a Rusia su posición en la disputa y las precondiciones para lograr el anhelado acuerdo de paz, ambos Estados, a pesar de su irredentismo, siguen mostrando buena voluntad para la resolución pacífica de la disputa. Tal vez el gesto de Putin no tenía el fin de cambiar la agenda de la diplomacia japonesa, sino más bien de reavivar el tema del diferendo y calmar las tensiones suscitadas por los despliegues militares en la región.

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