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Inmigrantes latinos que atienden el coronavirus: “Merecemos la residencia en Estados Unidos”

En 2018, Trump intentó cancelar de golpe los permisos de trabajo de 200 mil inmigrantes. Dos años después, 130 mil de estos inmigrantes forman parte de la primera línea de trabajadores esenciales que combaten el coronavirus en Estados Unidos.

Carmen Rodríguez  | 18.05.2020 - Actualızacıón : 20.05.2020
Inmigrantes latinos que atienden el coronavirus: “Merecemos la residencia en Estados Unidos” Imagen de las personas que fueron elegidas como "héroes" por jugar un rol importante en la lucha contra el coronavirus en el hospital de niños Presbyterian Morgan Stanley, en Nueva York. Entre los seleccionados hay cuatro latinos, uno de ellos es Erasmo Ramos (centro), nacido en Honduras y quien trabaja como jefe del Departamento de Limpieza de dicho hospital. (Cortesía Erasmo Ramos)

Washington DC

Por: Carmen Rodríguez

Erasmo Ramos, un inmigrante hondureño, espera que su trabajo sea reconocido, pero no solo con palabras. Desde marzo, cuando se registró el primer caso de COVID-19 en la Costa Este de Estados Unidos, trabaja incansablemente en la primera línea contra la enfermedad, como trabajador esencial.

“Ha sido un poco complejo el trabajo en las últimas semanas. Primero, porque se trata de una pandemia de la que no se tenía conocimiento y creaba miedo. No es fácil estar en la primera línea trabajando en medio de una enfermedad desconocida. Más que todo, era una incertidumbre al principio”, le cuenta Erasmo a la Agencia Anadolu desde Nueva York.

Ramos es el jefe del Departamento de Limpieza de un hospital. En 14 años de trabajo en el área de limpieza de hospitales, esta es la primera vez que se enfrenta a una crisis de salud sin precedentes.

“Tengo casi 15 años trabajando en el hospital, y esta ha sido la experiencia más difícil. He estado en huracanes, sin electricidad, cuando tuvimos un apagón en toda la ciudad el año pasado. Pero nada como esta situación, esta es la más difícil, por la incertidumbre, por ser una pandemia mundial”, dice Ramos.

En todos los hospitales del mundo, los pacientes diagnosticados con COVID-19 no reciben visitas; se enfrentan a la enfermedad solo con la compañía de los médicos y el personal hospitalario. Para Erasmo, esa situación es una de las cosas más difíciles que ha tenido que hacer en medio de la pandemia.

“Lo más fuerte es ver a todos los pacientes y saber que están solos, que los familiares no los pueden ver. Lo más doloroso es ver a los pacientes cuando uno camina por los pasillos y uno piensa en su hermano o en un familiar cercano”, dice.

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La duda, la incertidumbre y el estrés que agobió a Erasmo, a su equipo de trabajadores e incluso a los médicos poco a poco se disipó. A medida que enfrentaban la situación, y mientras más casos positivos se registraban en el hospital, el hondureño se sentía más comprometido a realizar su trabajo.

“Al principio fue tenso, pero poco a poco, semana a semana, fuimos agarrando confianza. El compromiso que tenemos con los demás, con los pacientes, nos anima tomando los riesgos necesarios. Les dije a mis compañeros: siempre acuérdense que si ustedes estuvieran en esa habitación cómo les gustaría que los trataran o qué les gustaría que les hicieran a ustedes”.

Erasmo animó a sus compañeros y subalternos a pensar en el lado humano de la pandemia, a hacer el trabajo “con amor, con esfuerzo, porque no es fácil saber que un familiar puede estar en esa situación o que uno de ellos se pueda contagiar”.

Héroes en medio de la pandemia

Ramos recuerda como si fuera ayer la llegada del primer caso y el momento en el que tuvieron que ingresar al cuarto donde este se encontraba para limpiar y desinfectar el espacio. Fue un momento tenso, la zozobra rondaba en el pasillo del hospital y hasta hubo resistencia de parte de algunos empleados para enfrentarse a la situación.

“Cuando comenzó, con el primer caso, todos tenían zozobra, un poco de resistencia, temor y no de mala forma sino de incertidumbre entre el personal que se reporta conmigo. En ese momento pensé que la situación se convertiría en algo complejo, pero también pensé que tenía que tener el cuarto limpio y desinfectado”.

Como jefe de limpieza, Erasmo sabía que tenía que dar el ejemplo. Con miedo, entró casi de golpe a la habitación, saludó al paciente y empezó a limpiar.

“Eso dio un ejemplo para todos. Me acuerdo como si fuera ayer. Lo vi en la cama; por un momento sentí la tensión. No lo podía creer, estaba en el mismo cuarto con el primer caso, los empleados me estaban viendo desde afuera… No lo podría describir bien, pero fue tenso”, recuerda el hondureño.

De ahí, del ejemplo de Erasmo, nació la idea entre los empleados de la limpieza de crear equipos de voluntarios para limpiar los cuartos de los primeros pacientes.

De hecho, en los últimos días el hospital de niños Presbyterian Morgan Stanley, lugar donde trabaja, lo incluyó en la lista de “héroes” que juegan un rol importante en la lucha contra la enfermedad en el epicentro de la pandemia mundial: Nueva York.

Desde la llegada del primer caso, Ramos trabaja de sol a sol. Se levanta todas las mañanas a las cuatro para viajar desde New Jersey hasta el hospital en Nueva York. Se siente tan comprometido con su labor que ha trabajado jornadas de hasta 16 días continuos y no ha tomado vacaciones o días libres, como normalmente debería hacerlo.

“Primero uno tiene que pensar como humano. Personalmente es un compromiso ayudar a quien lo necesita, si estoy saludable, independiente de que la situación sea arriesgada. Me siento comprometido y ese es el compromiso cuando uno entra al sistema de salud, estar en las buenas y en las malas”, dice este inmigrante.

Reconocimiento al trabajo

En enero de 2018, el presidente Donald Trump, mediante un orden Ejecutiva, intentó cancelar de golpe los permisos de trabajo de 200 mil inmigrantes de Honduras, El Salvador y Haití, amparados en el programa de Estatus de Protección Temporal, conocido como TPS, por sus siglas en inglés. Erasmo es uno de los inmigrantes afectados con esta medida.


El año pasado, el Gobierno de Trump ratificó la cancelación del programa y dio un plazo de dos años para que los ‘tepesianos’ (inmigrantes amparados al programa) organicen el retorno a sus países.

Nadie se imaginó lo que podría pasar antes de que se cumpliera ese plazo, en enero del próximo año. Nadie imaginó que los inmigrantes que pueden ser deportados responderían así a la lucha contra la enfermedad COVID-19. Ahora 130 mil personas amparadas al TPS, entre los que hay miles de médicos y enfermeras, forman parte de la primera línea de trabajadores esenciales. Erasmo es uno de ellos.

“Nosotros somos los empleados esenciales. La percepción del presidente acerca de nosotros carece de conocimiento y al no tener conocimiento lo hace ignorar la realidad. Nosotros contribuimos a este país. Contribuimos a nuestros países, pero no necesitamos ayuda: al contrario, nosotros aportamos a este país. El presidente está equivocado y lejos de la realidad”, dice Erasmo con respecto a la agenda antiinmigrante de Trump.

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Según el Centro del Progreso de las Américas, estos inmigrantes continúan haciendo una contribución clave y enorme a la sociedad norteamericana, aun sabiendo que el programa y la protección legal que por ahora poseen puede ser cancelado en cualquier momento. 

La mayoría de beneficiarios del TPS tiene más de 20 años residiendo y trabajando en Estados Unidos. Los ‘tepesianos’ inyectan anualmente más de 4 mil millones de dólares en impuestos a las arcas federales y, además, generan empleos para otros inmigrantes.

La semana pasada, el Congreso pidió reconocer el trabajo y la labor de los empleados esenciales, especialmente de los beneficiarios del TPS, pero las palabras se las lleva el viento y los tepesianos creen que el mejor reconocimiento que pueden recibir por su aporte es la oportunidad de iniciar el proceso para obtener la residencia permanente en el país y no solo un permiso de trabajo.

“Las aportaciones que hacemos a este país son muchas. Somos uno de los grupos más revisados: cada vez que se renuevan los permisos se nos toman las huellas, somos los más chequeados, no es correcto que nos criminalicen como lo hace el Gobierno. Merecemos más que solo reconocimiento de palabra, merecemos que nos den la residencia permanente por todo lo que hemos hecho y contribuido”, acotó Erasmo.

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