Gurkan Genc, el turco que durante 2.700 días ha recorrido 50 países en bicicleta
En su periplo estalló 78 neumáticos, durmió bajo temperaturas de -50 grados, fue picado por un escorpión y se fracturó dos veces el pecho.
BOGOTÁ, Colombia
Por: Santiago Serna Duque
Su casa cuelga sobre la vía. Una carpa, un sistema para filtrar el agua, ropa para el verano y el invierno, algunos aparatos electrónicos, una bolsa para dormir en la que puede soportar hasta -52 grados centígrados (temperatura que resistió mientras atravesaba Rusia y el círculo polar ártico), drones y herramientas. Todo esto cabe en cinco alforjas negras que se sostienen del tenedor, el marco y el manubrio de una bicicleta turca que, hasta la fecha, ha rodado por 50 países y recorrido 83.000 kilómetros.
El periodista, exempresario y filántropo que la conduce se llama Gurkan Genc. Es turco y está en Colombia. No comenzó su viaje por el mundo gracias a una epifanía existencial. Genc aclara que ante la pregunta infaltable de los periodistas de por qué dejó todo en Turquía para hacer un primer trayecto hacia Japón, la respuesta es: Por ningún motivo, por ninguna razón.
Se dice fácil, pero para llegar a la nación nipona Gnec pedaleó 12.500 km en países como Georgia, Azerbaiyán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán, China, Mongolia y Corea del Sur. "Fue una decisión como cualquier otra. Solo lo elegí. Algunos escogen un estilo de vida normal y yo me decidí por ir en mi bici hasta Japón”.
De entrada, la respuesta de Gnec lo define: es un pragmático. Sus palabras lo desmarcan de los hippies occidentales que desandan el mundo y desdeñan del oficinista promedio: “No me veo pasando los días detrás de un escritorio”, dicen.
Aunque parezca contradictorio, Gnec no elogia el hecho de viajar. “Usted solo debe hacer lo que le haga feliz. Si le gusta trabajar de 9 am a 6 pm en una ciudad, hágalo; si le gusta labrar la tierra, hágalo. No soy de los que juzgan a quienes deciden conocer países en 'tours' masivos. Sé que en la mayoría de los casos no tienen el tiempo suficiente y deben optar por esas formas de viaje".
Bajo esa lógica, y contrario a las dinámicas de las redes sociales en las que los usuarios creen ser el ombligo del mundo, Genc optó por no publicar compulsivamente fotos de, por ejemplo, su paso por Arabia Saudita, país por el que viajó por cuatro meses, pese a que el gobierno solo entregaba visas de permanencia por cinco o diez días.
Para Genc, compartir sus memorias a través de imágenes en Instagram o Facebook es una pérdida de tiempo “porque luego de unos días nadie las verá”. En contraparte, escribe.
En su blog y página web, el ciclista turco recuerda sus experiencias triviales y opina acerca de los sistemas políticos de cada país, las maravillas naturales y las carencias sociales de sus habitantes. Es por eso que en su paso por Colombia manifestó su sorpresa por el sistema de estratificación socioeconómica que hay en el país, donde 1 es “bajo-bajo”, es decir, muy pobre, y 6 es “alto”, presuntamente rico. “Esta forma de categorización social solo la he conocido en Colombia. Una locura”.
Un cuerpo roto, daños en la bicicleta y becas escolares
Decía Anthony Bourdain, escritor, chef y trotamundos, que viajar no siempre es bonito, que viajar no es siempre cómodo y a veces duele tanto que incluso “llega a partir tu corazón”, pero a pesar del suplicio solo queda continuar. Aunque no lo conoce porque no ve televisión -ni Discovery Travel and Living, ni CNN-, Genc coincide con la reflexión de la estrella televisiva que se ahorcó en un cuarto de hotel en París.
Así el cuerpo esté roto, el camino es largo. Esa es una las premisas de Genc, quien en ocho años de rodar se ufana de nunca haberse enfermado de gravedad.
“Tu cuerpo no es un templo, es un parque de atracciones”, repetía Bourdain en sus programas, y Genc, de manera implícita, cumple con esta máxima. “En Arabia Saudita un camión me atropelló, por lo que me tuvieron que realizar cirugías estéticas en la cara. En Suiza un carro me golpeó y escapó. Me quebré en cuatro partes un brazo en La Patagonia (Argentina) mientras bajaba por las montañas a -20 grados centígrados. Dos veces me fracturé el pecho. Y en Israel me mordió un escorpión”.
Dicho periplo no solo le dejó cicatrices en su cuerpo. La bicicleta también sufrió en las carreteras de países como Bulgaria, Rumania, Moldavia, Ucrania, Rusia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Austria, Suiza, Italia, Francia, España, Bélgica, Países Bajos, Escocia, Inglaterra, Argelia, Marruecos, Túnez, Palestina, Catar, Etiopía, Kenia, Tanzania, Zambia, Botsuana, Sudáfrica, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia…
A diferencia de su cuerpo, los daños de la bicicleta se cuentan por decenas: 78 neumáticos rotos, 10 pares de llantas gastadas, ocho cassettes cambiados, múltiples platos y bielas remplazadas y cuatro cascos destrozados en 2.700 días de ruta.
Averías que el pedalista de 41 años, nacido en Ankara (capital de Turquía), cubre con el dinero que recauda a través de sus patrocinadores (The North Face o Garmin, por nombrar algunos), vendiendo fotografías o dando charlas motivacionales en las naciones que visita.
El dinero que le sobra lo destina a becas educacionales y deportivas para favorecer a niños en Turquía. “Soy ciclista y no necesito tanto dinero, puedo cocinar y dormir en la carretera”, asegura Genc, quien añade que “las personas que han viajado por el mundo deben entrar en la política y replicar su experiencia para elevar el nivel de vida de sus compatriotas”.
Por lo mismo, cuando regrese a su natal Ankara, en unos cinco o seis años que le restan de recorrido entre Centroamérica, Norteamérica (incluida Alaska), Oceanía y el Sudeste asiático, Genc espera ser ministro de Deporte y Juventud de Turquía.
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