En Etiopía los refugiados relatan sus historias marcadas por el dolor
Yemeníes y eritreos viven con esperanza y miedo mientras buscan un refugio más seguro.

Addis Abeba
En Adís Abeba, la capital de Etiopía, el cielo se ilumina cada vez más a medida que las nubes y tormentas de rayos de la temporada de lluvias se alejan.
La fragancia de las flores de mantequilla que acompañan el año nuevo etíope se esparce en el aire.
Pero a unos 1.125 kilómetros (699 millas) de Etiopía, en el antiguo país de Yemen, no hay aromas florales, ni esperanza. Al contrario, hay nubes oscuras llenas de miedo, pues la muerte y destrucción obligaron a muchos a huir a Etiopía, donde ahora son refugiados.
El conflicto en Yemen inició en 2014, cuando los rebeldes chiitas hutíes invadieron gran parte del país, incluida la capital, Saná, y el puerto de Hudaydah.
Los problemas aumentaron en 2015 cuando Arabia Saudita y sus aliados árabes-suníes lanzaron una masiva campaña aérea en Yemen dirigida a reducir el avance de los hutíes.
La violencia ha devastado la infraestructura de Yemen, incluidos sus sistemas de salud y saneamiento, lo que llevó a la ONU a describir la situación como “uno de los peores desastres humanitarios de los tiempos modernos”.
De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para finales de 2018, un total de 22.443 refugiados se albergaban en Adís Abeba, principalmente personas provenientes de Eritrea, Yemen, Somalia y Sudán del Sur.
De los 22.443 refugiados, 17.720 (el 79%) son eritreos y 1.900 son yemeníes, según reportó la agencia.
Jemal al-Hada, de 58 años, es un pintor que nació en Yemen. El cabello grisáceo y la voz suave de al-Hada están conectados culturalmente con el país en el que se hospeda y con el que también comparte lazos de sangre.
“Aquí en Adís Abeba, es un brillante primer mes del calendario etíope. Pero mi amado país, Yemen, está hundido en la oscuridad de una guerra destructiva y sin fin”, dijo el refugiado.
“Borrando a Yemen del mapa”
Al-Hada expresó el temor que le causa prender el televisor y mirar las noticias. “Porque me da miedo poder oír y ver un impresionante incidente similar al del bombardeo del bus escolar en agosto pasado”.
El 9 de agosto, un ataque liderado por Arabia Saudita atacó un bus que transportaba niños en la provincia de Saada, al noroccidente de Yemen. Al menos 50 personas, en su mayoría niños, murieron en el ataque y decenas más resultaron heridas. En septiembre, la coalición saudí manifestó su arrepentimiento por los “errores” cometidos en esta ofensiva.
“Cuando las cargas de los dolores de mi país y mi familia me pesan, tomo mi pincel y mi lienzo y expreso mis sentimientos”, comentó el pintor.
Mehider Mohammed, un piloto retirado que sirvió para la transportadora Yemenia durante 35 años, llegó a Etiopía hace ocho meses.
En entrevista con la Agencia Anadolu, Mohammed aseguró que la guerra hizo que su vida de jubilado se convirtiera en algo “deplorable”.
“Para mí, era momento de estar con mi familia en mi país. Pero ya no tengo un país. Vivo en Etiopía, Egipto y Dubai”, explicó Mohammed.
Alzando la voz y con algo de rabia, agregó: “las potencias regionales y diferentes facciones están a punto de borrar a Yemen del mapa. La guerra ha sido descuidada y nosotros no tenemos esperanza”.
Los refugiados yemeníes que se albergan en Adís Abeba se reúnen por lo general en dos restaurantes para comer: Sanaa y Nakla, los cuales ofrecen platos de su país de origen.
Al-Hada señaló que el apoyo financiero que recibía de sus familiares en Yemen ya no estaba disponible, ya que la economía fue destrozada y 22 millones de yemeníes necesitan asistencia humanitaria.
“Somos pobres y vivimos con asistencia mensual de USD 70 que nos brinda ACNUR”, dijo el pintor, y agregó que las comunidades etíopes y yemeníes les han tendido una mano amiga.
Un viaje arriesgado
“El Gobierno etíope les permitió a los refugiados yemeníes que viven en Yibuti ingresar a Etiopía y establecerse en la capital”, explicó al-Hada.
Etiopía y Yemen comparten siglos de lazos culturales e históricos e incluso se han presentado varios matrimonios entre personas de ambos países.
“De todas maneras, nos sentimos como en casa”, manifestó al-Hada.
A pesar del conflicto constante y el deterioro de las condiciones humanitarias en Yemen, muchos refugiados eritreos que viven en Adís Abeba contemplan emprender el peligroso viaje de vuelta a Yemen como su ruta de escape hacia Europa.
Según ACNUR, hay más de 280.000 refugiados del Cuerno de África, y el año pasado, 87,000 recién llegados desembarcaron en las costas de Yemen. Muchos fueron sometidos a detención y abuso de grupos criminales en un país sin ley, mientras que cientos se ahogaron en el Golfo de Adén.
Epherem Tadesse, de 35 años, era un soldado en Eritrea que logró escapar a Etiopía hace cinco años.
“En Adís Abeba, la gente nos trata bien”, dijo Tadesse. “Sin embargo, la ley etíope no nos permite tener un empleo o involucrarnos en un negocio”.
De acuerdo con el soldado, el reciente acercamiento diplomático que terminó con dos décadas de un punto en el que Etiopía y Eritrea no tenían guerra pero tampoco paz, no pudo garantizarles la libertad de regresar a su hogar.
En julio, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, y el presidente de Eritrea, Isaias Afewerki, acordaron poner fin a dos décadas de estancamiento diplomático causado por la guerra fronteriza de 1998-2000, que causó la muerte de decenas de miles de personas de ambos lados. Ahora las fronteras están abiertas a los negocios.
“Tememos el castigo del régimen [de Eritrea], que es conocido por castigar a sus oponentes y desertores sin el debido procedimiento de la ley”, afirmó.
*Daniela Mendoza contribuyó con la redacción de esta nota.
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