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El Pantanal: ¿por qué el humedal más grande del mundo es devorado por las llamas?

El abandono y la sequía son el escenario perfecto para que se propague el fuego en una zona de gran importancia ambiental en Brasil, pero que en su mayoría es de propiedad privada y utilizada para el pastoreo de ganado.

Federico Cornali  | 24.09.2020 - Actualızacıón : 26.09.2020
El Pantanal: ¿por qué el humedal más grande del mundo es devorado por las llamas? Imagen de un jaguar que agoniza en el Parque Estatal Encontro das Aguas, dentro de El Pantanal, en Brasil, donde los incendios forestales han consumido más de 24.000 kilómetros cuadrados en lo que va del 2020. (Crédito obligatorio: Ailton Lara - Jaguar Camp Brasil)

SAO PAULO, Brasil

Por: Federico Cornali

Las imágenes que llegan desde el Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo, son desoladoras. Un jaguar agoniza en el Parque Estatal Encontro das Aguas; un caimán carbonizado cerca de la ruta Transpantaneira parece haber encontrado su fin en medio de una carrera desesperada entre las llamas y, en el cielo, una bandada de guacamayos azules vuela haciendo círculos, desorientados ante la imposibilidad de volver a sus nidos en las altas palmeras de la hacienda Sao Francisco.

Además de a las aves, los caimanes, los jaguares, venados, marsupiales y serpientes, entre otras especies que habitan los 250.000 kilómetros cuadrados de extensión que tiene el Pantanal, los incendios forestales que fueron incrementándose en los últimos cinco meses también ponen en riesgo a las más de 40.000 personas que habitan en la reserva y sus alrededores.

Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), solo en la primera mitad de septiembre se registraron 5.603 focos de calor, lo que ya es un récord histórico para este mes desde el comienzo del monitoreo, en 1998. El anterior mayor registro le correspondía a septiembre de 2007, con 5.498 focos.

De acuerdo con el instituto, 2020 es el año de mayor devastación por incendios forestales en la historia del Pantanal, con 15.756 focos de calor registrados, muy por encima de la marca anterior, perteneciente a 2005, con 12.536 focos.

Desde que comenzó el año, más de 24.000 kilómetros cuadrados (el equivalente a la superficie total de países como Macedonia o Belice) fueron consumidos por el fuego. Se trata de 2.300.000 hectáreas, el 15% del total del Pantanal, que se ubica entre el extremo oeste de Brasil y que ocupa los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, y sus fronteras con Bolivia, Argentina y Paraguay.

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Dentro de la planicie húmeda se encuentran el Parque Estatal Encontro das Aguas, conocido por ser el hogar de la mayor concentración de jaguares en el mundo, la Tierra Indígena Perigara, en Mato Grosso, y buena parte de la Sierra Amolar, en Mato Grosso do Sul.

Sin embargo, mucho más allá de los números, los incendios en el Pantanal son una tragedia para el bioma que, hasta ahora, era uno de los más preservados del país, albergue de muchas especies ya extintas en otras regiones.

La situación crítica y descontrolada ocurre en medio del período de sequías, bajo un contexto desfavorable por donde se lo mire, ya que la época de lluvia precedente fue “seca” si se la compara con el promedio histórico. “Aunque estamos atravesando una estación seca, muchas de las áreas del bioma aún deberían estar inundadas por las lluvias de meses anteriores. No obstante, se han secado, dejando buena parte de la vegetación expuesta al fuego. Por si todo esto fuera poco, los niveles de agua del río Paraguay, uno de los más importantes del lugar, está en un punto crítico”, dijo Julio Sampaio, coordinador del Programa Cerrado Pantanal de la ONG World Wide Fund for Nature (WWF) Brasil.

La histórica marca de incendios avanza en el país aún a pesar de la prohibición de quemas en el bioma y en la Amazonía decretada por el gobierno federal y firmada por el presidente Jair Bolsonaro el pasado 16 de junio. “Las medidas llegaron cuando los números ya eran altos y los incendios imparables. Esa lentitud fue fatal para el Pantanal”, opinó Sampaio. Por su parte, Bolsonaro dijo que las críticas contra su Gobierno por la devastación en el Pantanal y la Amazonia son “desproporcionadas”.

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El mandatario de ultraderecha brasileño estuvo en Mato Grosso el 18 de septiembre, junto al general Luiz Eduardo Ramos, ministro de la Secretaría de Gobierno, quien horas después de la visita recibió un video grabado desde un automóvil que mostraba lluvias en la región. “Tras la visita de nuestro presidente, las lluvias llegaron al día siguiente. Dios está con nuestro presidente y continuará bendiciendo a Brasil, pese a todas las campañas de difamación en contra de este Gobierno”, escribió Ramos en una red social, insinuando que la presencia de ambos en el lugar acabó con la sequía. Por su parte, Bolsonaro también publicó ese video en su perfil.

Sin embargo, las críticas contra las publicaciones de Ramos y Bolsonaro no tardaron en llegar. “Pueden haber caído algunas gotas en alguna parte del Pantanal, pero yo solo vi un poco de lluvia en la ruta Transpantaneira. Es un gobierno fake”, sostuvo Rodrigo Agostinho, diputado por el Partido Socialista (PSB) e integrante de la comisión parlamentaria que está en el Pantanal siguiendo de cerca el combate a los incendios desde el comando de operaciones, ubicado en la región de Poconé (Mato Grosso).

Además de la lucha contra las llamas, también se investiga qué o quiénes habrían generado el comienzo de los focos. Según la Policía Federal (PF), cuatro granjeros están siendo investigados. “Los incendios que se iniciaron en junio y julio solo pueden haber sido ocasionados por humanos”, aseguró Daniel Rocha, vocero de la PF.

Casi un 95% de la superficie total del Pantanal es propiedad privada, y gran parte del terreno se utiliza para pastoreo de ganado. Los especialistas en medioambiente y los investigadores en la zona creen que varios de los focos registrados comenzaron con incendios planificados para limpiar áreas de cultivo o pastizales.

Más allá de que las prácticas ganaderas ya tienen más de dos siglos en esta región, el Pantanal consiguió mantener casi un 90% de la cobertura vegetal nativa debido, principalmente, a que fue reconocido como Reserva de la Biósfera por la Unesco. Además de la concentración de jaguares, el bioma es el hogar de 159 especies de mamíferos, 656 especies de aves, 325 de peces, 98 de reptiles, 53 de anfibios y más de 3.500 clases de plantas. También es hábitat de más de 10 millones de caimanes, lo que transforma a este lugar en uno de los principales santuarios de la especie en el mundo.

Al igual que los caimanes y los jaguares, los guacamayos azules, una de las aves más características y preservadas de la región, corren peligro debido a que las llamas amenazan con destruir por completo su refugio principal, ubicado dentro de las 25.000 hectáreas que componen la hacienda Sao Francisco, en el extremo norte del Pantanal, vecina de la Tierra Indígena Perigara, de la etnia Bororo, que también se encuentra en estado de alerta. La conservación de las palmeras donde anidan y viven los guacamayos azules ha sido una prioridad de los propietarios de Sao Francisco durante los últimos 60 años.

“El 87% de la hacienda Sao Francisco se quemó, pero el sitio donde los guacamayos azules duermen todavía se mantiene intacto”, contó Neiva Guedes, directora del Instituto Arara Azul, que se dedica a la investigación, monitoreo y conservación de la especie. “Solo podremos conocer la magnitud de los daños causados por el fuego cuando todo esto se termine. Muchos nidos ya tenían pichones y estas crías perdieron su alimento”, agrega.

“En situaciones de incendio, la respuesta de los animales es fugarse, yendo hacia todos lados, perdiendo el rumbo muchas veces. Si los incendios son focales, es menos problemático para la fauna; sin embargo, en áreas multifocales, como esto del Pantanal, es más grave. Cuando vemos jaguares, caimanes y guacamayos tan desesperados es porque existe un enorme daño”, dice Dione da Conceição, investigadora y profesora del curso de Medicina Veterinaria de la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT). “En el caso de que el área quede degradada, será cada vez más común observar jaguares circulando por áreas urbanas”, avisa la especialista.

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Para evitar que los incendios lleguen a las áreas de construcciones turísticas y residenciales, una brigada privada creada entre los dueños de los hoteles y agentes de turismo trabaja sin parar. Algunos de los voluntarios suelen combatir el fuego durante tres días consecutivos, sin descanso. Sin embargo, según estiman los creadores de la brigada, entre los brigadistas propios y los enviados por el gobierno nacional, la proporción es de un hombre por cada 350 kilómetros.

Además, la logística en el Pantanal no es nada sencilla, ya que para recorrer los 160 kilómetros de la ruta Transpantaneira, principal arteria transitable de la región, la demora es de aproximadamente cinco horas en automóvil.

Pero, contrariando los reclamos por la falta de acción del gobierno federal, el Ministerio de Defensa brasileño niega que el número de efectivos sea insuficiente ya que, según explicaron en un comunicado oficial, 400 hombres de las Fuerzas Armadas actúan en la lucha contra los incendios en todo el Pantanal. Por otra parte, en Mato Grosso se instaló un Centro de Coordinación de las Operaciones en el aeródromo del Sesc Pantanal, en Poconé, a 100 kilómetros de Cuiabá, capital del estado.

Por otra parte, la falta de respuestas del gobierno nacional ante la crisis gravísima en el medioambiente no solo llevó a los ciudadanos, especialistas y políticos de la oposición a hacer reclamos, sino también a los inversores extranjeros en el país. A mediados de septiembre, en el auge de los incendios en el Pantanal, representantes de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Bélgica le enviaron una carta a Hamilton Mourao, vicepresidente brasileño, en la cual dicen estar “profundamente preocupados con esa devastación”, que podría comprometer “el desarrollo sustentable del país”.

Estos países se encuentran agrupados en la Declaración de Amsterdam, que es una sociedad entre naciones para incentivar la sustentabilidad y cadena de producción de commodities (mercancías). “Durante mucho tiempo, Brasil lideró la reducción de la deforestación en la Amazonia estableciendo instituciones científicas independientes que garantizan el monitoreo riguroso y transparente, de agencias de control competentes y del reconocimiento de territorios indígenas. En los últimos años, sin embargo, la deforestación ha crecido a ritmos alarmantes, como fue documentado por el INPE”, dice el comunicado enviado por los inversores.

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A pesar del prestigio que el INPE ganó internacionalmente, el gobierno federal ve a la institución científica como un adversario, debido a que sus registros “reflejan el aumento en la destrucción de los biomas”. De hecho, un par de días antes de recibir la carta de los inversores internacionales, Mourao afirmó que “alguien ahí dentro” (del INPE) “es opositor al Gobierno”. “Cuando los datos son negativos, los divulgan”, dijo el vicepresidente.

Pero más allá del INPE, existen otras entidades que también registran la destrucción. Según Global Forest Watch, que posee una plataforma de monitoreo de bosques, Brasil es el responsable de la destrucción de un tercio de todos los bosques tropicales vírgenes que fueron deforestados en el planeta en 2019, equivalente a 1.300.000 hectáreas perdidas.

Aún con los números en crecimiento y comprobados, desde el Gobierno liderado por Bolsonaro las teorías conspiratorias parecen imponerse. “Los incendios en el Pantanal alcanzaron una proporción gigantesca, desmesurada”, dijo Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente, quien, en agosto, compartió un video negando las quemas en la Amazonia cuando, poco después, se comprobó que las imágenes correspondían, en realidad, a la Mata Atlántica.

Tiempo después, Salles relacionó el aumento de los focos de calor en el Pantanal con la ideología de algunos gobernadores y otros políticos “que toman decisiones”. “Cuando a los propietarios de ganado de la región se les prohíbe hacer uso del fuego preventivo, lo que se llama ‘quema controlada’, se va acumulando masa orgánica, y cuando eso se prende fuego nadie puede controlarlo. Los gobernadores y ciertos otros tomadores de decisión no apoyan la quema controlada por una cuestión ideológica, porque juegan en contra el gobierno federal”, dijo el ministro en el programa Pánico, de la radio Jovem Pan.

Más allá de sus declaraciones, la presión de los inversores extranjeros surtió efecto en el Gobierno de Bolsonaro y el propio Salles se vio a obligado a lanzar, desde el ministerio de Medio Ambiente, la Secretaría de la Amazonia y Servicios Ambientales, un organismo especializado en tratar las quemas y la deforestación en los principales biomas brasileños. Según detallaron desde el ministerio de Medio Ambiente, la Secretaría la Amazonia, que comenzó a funcionar el 21 de septiembre, “se encargará de coordinar directamente las políticas de preservación y control de la deforestación ilegal, de los incendios forestales, las quemas y también pondrá el foco en el uso sustentable y la reducción de la degradación de la vegetación nativa en todos los biomas del país”.

Como consecuencia de la devastación en el Pantanal y la Amazonia, además de las regiones cercanas, que ya se ven afectadas por el humo, estados más lejanos, como Sao Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro podrían sufrir alteraciones en el color del cielo y existen riesgos de “lluvias negras”, según Metsul, empresa especializada en meteorología. De hecho, las gotas negras de lluvia ya fueron reportadas en Río Grande do Sul y Santa Catarina, estados del sur brasileño. En este último caso, el departamento de Defensa Civil catarinense confirmó que se trataba de precipitaciones contaminadas por partículas de humo de los incendios del Pantanal.

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