Dos años después, Trump aprueba en economía pero su política exterior deja serias dudas
Dos años después de asumir la presidencia de EEUU, Donald Trump inicia este domingo la segunda mitad de su mandato con tantos logros como deudas pendientes, a juzgar por los compromisos que asumió durante la campaña.

WASHINGTON
Por: Francisco Seminario
El Estados Unidos de Trump, coinciden los analistas, es hoy un país muy distinto al que dejó Barack Obama. La política exterior ha dado un giro de 180 grados, hay un clima político interno enrarecido por divisiones que parecen irreconciliables, la economía luce sólida, aunque surgen nubarrones amenazantes en el horizonte, y las polémicas propuestas inmigratorias que ayudaron al mandatario a llegar al poder siguen estando en el corazón de su estrategia política.
Lo que nadie puede negar, sostienen también los observadores, es que, a lo largo de sus dos primeros años en la Casa Blanca, el presidente estadounidense ocupó en todo momento un lugar protagónico en la escena política, ya sea por los escándalos judiciales que lo acechan o porque su reconocida habilidad mediática le ha permitido sacar provecho de los aciertos y errores para reforzar su mensaje y mantener una base de apoyo firme entre los votantes del llamado núcleo duro republicano.
En este sentido, el uso constante de las redes sociales fue una herramienta sumamente eficaz en sus manos, tanto para denunciar lo que califica de “fake news” como para instalar debates y ensalzar los logros de su gestión. Si uno se guía por los mensajes en su cuenta de Twitter, Estados Unidos atraviesa, gracias a él, uno de los mejores momentos en toda su historia: florecen las oportunidades, el país logra acuerdos comerciales más justos con el mundo, al tiempo que gana respeto internacional.
Sus opositores ven, en cambio, un país más aislado y mezquino, en el que las desigualdades sociales favorecen cada vez más a los que más tienen y donde los avances sociales conquistados durante la era Obama son desarmados metódicamente, uno tras otro.
La economía es probablemente el terreno donde Trump puede mostrar mejores resultados. Según afirmó a la Agencia Anadolu Juan Carlos Hidalgo, analista político del Instituto Cato de Washington, “hay que reconocer que el presidente merece buena parte del crédito” por el buen momento económico que atraviesa el país. En este sentido, el cumplimiento de algunas promesas de campaña parece haber rendido frutos. “Su recorte de impuestos y el programa de desregulación que puso en marcha han disparado la confianza empresarial a su punto más alto en 40 años”, señaló. La economía crece a buen ritmo y genera puestos de trabajo, lo que ha llevado la desocupación al mínimo de 3,7 por ciento.
Sin embargo, en los últimos meses hubo decisiones que tomó Trump que “han saboteado la confianza de los actores económicos”, resalta Hidalgo. En esa lista figuran la guerra comercial iniciada con China y el actual cierre del gobierno federal, que podrían tener consecuencias negativas para la economía. “No pocos pronostican una recesión para este año o el próximo”, señaló el experto.
Mark Jones, analista político y profesor de Rice University, en Texas, coincide en que el comercio está padeciendo los efectos de la guerra de aranceles. Pero ubica esta ofensiva lanzada por la Casa Blanca en el contexto de una política exterior que a su juicio “muestra un balance negativo en estos primeros dos años”. Estados Unidos, sostuvo, “ha perdido mucha credibilidad como aliado y como superpotencia”.
El problema en el campo de la diplomacia, opinan los expertos, no es que Trump haya incumplido sus promesas de campaña, sino justamente lo contrario.
“Cuando Trump fue elegido presidente, muchos en el establishment republicano pensaron que esos compromisos eran solo para la campaña y que una vez en la Casa Blanca se comportaría como un republicano tradicional”, comentó Jones. Es decir, creyeron que el presidente no avanzaría con las tarifas a la importación de acero ni, mucho menos, que reduciría la presencia militar estadounidense en el mundo, en particular en Medio Oriente, con el riesgo de dejar “un vacío de poder en Siria y regalarle influencia a Rusia”.
Esos mismos sectores pensaron además que una vez en el poder, el mandatario no le reclamaría a Europa que pague los gastos de su propia defensa ni intentaría avanzar con la construcción de un muro en la frontera con México para impedir el ingreso de inmigrantes sin papeles. “Lamentablemente, aunque Trump miente mucho, parece que no les mintió a sus seguidores cuando les hizo esas promesas durante su campaña”, observó Jones.
El problema de la inmigración ilegal es un laberinto sin una salida sencilla, opinan los especialistas. Una prueba de ello es el actual cierre del gobierno federal, o 'shutdown', que está atado al debate de la seguridad fronteriza y se encamina a cumplir un mes, el más largo de la historia norteamericana.
Trump convirtió el combate a la inmigración ilegal en su principal caballito de batalla, atizó y explotó los temores de los votantes republicanos, criminalizó a los inmigrantes y prometió que le daría al tema una solución definitiva. “Fue su principal promesa de campaña en 2016 y es algo que se ha convertido en un artículo de fe para su base”, señaló Hidalgo.
Ese debate atravesó de punta a punta los dos primeros años de su mandato, pero ahora el presidente Trump necesita mostrar resultados si quiere sacar agua de ese mismo pozo cuando intente ir por la reelección. “Sabe que su futuro político depende de conseguir ese muro”, dijo el especialista del Instituto Cato.
La discusión en torno a la inmigración ha sido uno de los temas que más divisiones ha causado en estos dos años. La política interna, como pocas veces, estuvo signada por un espíritu de trincheras ideológicas y esa grieta que recorre a la sociedad estadounidense difícilmente se cerrará en el corto plazo. Como graficó Seth Cantey, profesor de la Universidad Washington and Lee, “hoy en Estados Unidos hay dos equipos, todos somos hinchas, apoyamos u odiamos a Trump”.
Pero lo más grave, según Cantey, es que en este clima político la verdad ya no es un valor relevante. “Por primera vez los hechos no le importan al presidente y ese es uno de los mayores retrocesos de estos dos años”, dijo el analista. “Su base conservadora sabe que miente, pero tampoco a ellos les importa”, agregó.
El giro conservador alcanzó también a la justicia, con el nombramiento de decenas de jueces afines al Partido Republicano en los circuitos federales y la polémica designación del juez Brett Kavanaugh en la Corte Suprema, lo que le garantizó al oficialismo una cómoda y posiblemente duradera mayoría en el máximo tribunal.
Según explicó Cantey, hoy se da la paradoja de que pese a perder el voto popular en 2016, Trump pudo designar ya dos jueces en la Corte y lo mismo había ocurrido con George W. Bush. “El resultado de esto es que tenemos un Tribunal Supremo mucho más conservador que la población general”, evaluó el especialista.
En dos años de mandato, Trump mostró sus cartas, le puso su sello a la gestión y salió derrotado en las elecciones de medio término, en noviembre pasado. Su nivel de aprobación, según la encuesta que periódicamente hace Gallup, está en el 44%, nueve puntos por encima de su peor momento, mientras que el rechazo llega al 51%. El escenario está abierto de cara a las próximas elecciones presidenciales, en las que los temas que hoy configuran un balance mixto serán puestos otra vez bajo la lupa de los votantes.
El sitio web de la Agencia Anadolu contiene sólo una parte de las historias de noticias ofrecidas a los suscriptores en el Sistema de Difusión de AA News (HAS), y en forma resumida.