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Afganistán: 17 años después del 11S

Lo que la administración de George W. Bush consideró sería un episodio breve que devolvería la paz, estabilidad y democracia a Afganistán, se convirtió en una de las intervenciones militares más largas en la historia de EEUU.

Ahmed Fawzi Alberto Mostefai Monsalve  | 13.09.2018 - Actualızacıón : 13.09.2018
Afganistán: 17 años después del 11S WASHINGTON - Ejército de EEUU en Afganistán. (Hakan Çopur - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

Por: Fawzi Mostefai

Después de 17 años de presencia militar estadounidense en Afganistán, el país de Asia central permanece en una crisis política; ni los Estados Unidos y sus aliados, ni las fuerzas de seguridad locales han podido estabilizar la situación y el vacío de poder es rápidamente llenado por grupos insurgentes que operan en diferentes zonas del país.

Washington analiza las opciones en la mesa, pero ninguna parece ser prometedora a largo plazo. Gran parte de los esfuerzos diplomáticos ahora se centran en buscar una solución negociada con los talibanes, el grupo político armado que gobernó el país hasta la intervención militar estadounidense que inició en el 2001, y cuya derrota se suponía sería el factor determinante para poner fin a la presencia terrorista en el país.

El llamado 'cementerio de imperios', Afganistán, promete seguir siendo un reto a la diplomacia, inteligencia y aparato de seguridad de EEUU.

Muchos estadounidenses temen hoy que la guerra en Asia Central pueda convertirse en otro Vietnam, mientras los países vecinos miran con preocupación la inhabilidad de llegar a una solución política y los crecientes deseos de retirarse de Estados Unidos, pues estos países saben bien que será difícil lidiar con las consecuencias de esta decisión.

El 7 de octubre de 2001, Estados Unidos inició oficialmente la Operación Libertad Duradera, con el apoyo inicial de Gran Bretaña y, posteriormente, de más de 40 países, además de las Naciones Unidas. La operación buscaba capturar al líder terrorista Osama bin Laden y acabar con su organización, Al Qaeda, acusada de perpetrar los atentados terroristas en suelo norteamericano.

Sin embargo, el plan inicial de capturar a Bin Laden, poner fin a la presencia terrorista en Afganistán e instaurar un sistema democrático en el país probó ser más difícil de lo que inicialmente se esperaba.

Las omisiones estratégicas, la ignorancia sobre temas socioculturales del país y la guerra paralela en Irak y sus secuelas, terminaron alargando indefinidamente una intervención militar que a su inicio se declaraba no tomaría más que un par de años.

Dificultades políticas

El primer error de la entonces administración estadounidense de George W. Bush fue asumir que la salida de los talibanes del poder significaría una transición instantánea a la democracia en Afganistán y su inserción a la comunidad internacional.

Debido a su negación de entregar a Bin Laden a EEUU, los talibanes fueron rápidamente derrocados y obligados a huir al sur del país durante la primera fase de las operaciones militares estadounidenses, sin embargo, las primeras elecciones democráticas en la historia del país, celebradas en 2004, en las cuales triunfó el entonces presidente interino, Hamid Karzai, no sentaron un precedente democrático.

Durante la segunda ronda de elecciones en el 2009, Karzai ganó de nuevo la presidencia, sin embargo, estas elecciones se caracterizaron por fraude, compra de votos e intimidación. El rival de Karzai, Abdullah Abdullah, se retiró de los comicios antes de la segunda vuelta, alegando que las condiciones de transparencia eran insuficientes para llevar a cabo un proceso electoral justo, algo que más tarde fue corroborado por las autoridades electorales y la comunidad internacional.

Las elecciones de 2014 probaron ser aún más desastrosas: aunque el antropólogo Ashraf Ghani ganó la contienda con cerca del 54% de los votos, el entonces secretario de Estado de EEUU, John Kerry, con el apoyo de las Naciones Unidas, instó a Ghani a formar un gobierno de coalición con Abdullah Abdullah, temiendo en parte que el favoritismo étnico (tanto Ghani como Karzai hacen parte de la etnia mayoritaria pastún) pudiera llevar al descontento de las numerosas minorías étnicas del país, las cuales son más afines a los EEUU.

Tensiones étnicas

Y es justo esta diversidad étnica la que dificulta la situación en Afganistán. El país es hogar de cerca de 30 millones de personas, divididas en más de 10 grupos étnicos. El principal de estos, los pastunes, abarcan cerca del 40% de la población e históricamente han ostentado el liderazgo político del país.

Los talibanes en su mayoría pertenecen a esta etnia y más allá de factores ideológicos, muchos afganos hoy en día siguen apoyando al grupo insurgente más por vínculos étnicos.

Los tres principales grupos minoritarios, los tayikos, hazara y uzbekos ven con recelo a la mayoría pastún, y como ocurrió en las últimas elecciones, temen que una salida de EEUU signifique un dominio total del aparato político por parte de los pastunes.

Uno de los puntos fuertes en el plan de acción en Afganistán por parte de EEUU fue la creación de las fuerzas armadas del país ‘liberado’, sin embargo las tensiones étnicas han dificultado la tarea. El actual Ejército afgano, con más de 200.000 efectivos, a pesar de los miles de millones de dólares entregados por EEUU en equipos y entrenamiento, ha demostrado ser ineficiente en el control territorial del país y su lucha contra grupos rebeldes, caracterizándose más por nepotismo y divisiones internas.

Para resolver esto, se crearon unidades militares especiales compuestas de un solo grupo étnico, sin embargo, a la hora de operar fuera de sus áreas tribales su lealtad pareciera seguir las líneas étnicas y no las del proyecto nacional, con algunos casos reportados en los que estas divisiones se han aliado con los agresores e incluso cometido agresiones contra los civiles que deberían estar protegiendo.

Irak y Daesh

Otro error de cálculo de EEUU fue asumir que los efectos de la guerra en Irak no se sentirían en Afganistán.

Después de la invasión de Irak en 2003 surgieron problemas similares a los ocurridos en Afganistán en el país árabe. A pesar de que el número de efectivos estadounidenses enviados al país árabe fue mucho mayor que la presencia limitada y ‘estratégica’ en Afganistán, igual surgieron vacíos de poder aprovechados por grupos armados irregulares, entre ellos la filial de Al Qaeda en Irak y la organización terrorista Daesh.

En 2017, después de sufrir varias derrotas en Oriente Medio, Daesh anunció la creación de su ala en Asia central y la India, bajo el nombre de Estado Islámico de Irak y el Levante-Provincia Khorasan. La mayoría de los integrantes de este grupo son extalibanes y la organización ha llevado a cabo numerosos ataques terroristas a la vez que libra una guerra simultánea contra el Estado afgano, las fuerzas estadounidenses y los talibanes.

Vecinos

Los otros afectados por la inestabilidad en Afganistán son sus países vecinos. El presidente de EEUU, Donald Trump, recientemente decidió limitar sustancialmente la ayuda financiera entregada a las fuerzas armadas de Pakistán, acusando a este país de albergar terroristas. Pakistán es una pieza clave de la resolución del conflicto en Afganistán, la mayoría de los enclaves talibanes se encuentran en las montañas Bora Bora en la frontera.

Para empeorar las cosas, Trump hizo un llamado abierto a una mayor presencia del rival histórico de Pakistán, India, en Afganistán. Si bien el gigante del sur de Asia ha invertido grandes sumas de dinero en Afganistán, particularmente en ayuda humanitaria y proyectos de reconstrucción, Nueva Delhi sabe que enviar tropas al país sería un error, no solo por las limitaciones estratégicas que implica Pakistán (India no comparte frontera con Afganistán), sino también su poca experiencia y recientes fracasos en misiones militares en el extranjero.

Por su parte, China, país que comparte una pequeña franja fronteriza con Afganistán, abrirá dentro de poco una base militar al norte del país, con el fin de ayudar en la lucha antiterrorista y proteger su región occidental de la expansión de organizaciones extremistas. Sin embargo, al igual que sucede con la India, China es consciente que, de presentarse una retirada súbita de las fuerzas estadounidenses de Afganistán, ella no será capaz de llenar el vacío de poder en el país, ni tiene intenciones de hacerlo.

Es tal vez por esto que el gigante de Asia ahora intenta brindar asistencia técnica en materia de seguridad a las fuerzas afganas, esperando tal vez que su iniciativa ayude a enmendar varios de los errores estratégicos que no tuvieron en cuenta o no supo manejar la alianza liderada por EEUU y la OTAN.

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