70 años de la "Nakba": la catástrofe de los palestinos y el establecimiento de Israel
Zana Nieri es un palestino que huyó de su tierra en medio de la guerra provocada por el establecimiento del Estado de Israel hace 70 años. Aún espera el momento de regresar a su hogar.

PALESTINA
Por: Cristina Villota Marroquín
"En mi situación, no hay diferencias esenciales entre la historia de mi infancia y la historia de mi lugar de nacimiento. La ruptura que ocurrió en mi vida personal, también aconteció en mi tierra natal. Mi vida fue arrebatada al mismo tiempo que mi casa. (…) En 1948, cuando esta gran ruptura nuestra tuvo lugar, salté de la cama de mi infancia al camino del exilio. Tenía seis años. Todo mi mundo dio un vuelco y mi infancia se congeló en aquel mismo lugar, no se vino conmigo. La cuestión es si es posible reestablecer la infancia arrebatada por medio de la tierra tomada".
El anterior es un extracto de la entrevista que la crítica literaria israelí, Helit Yeshurun, realizó al poeta palestino Mahmud Darwish el 7 de febrero de 1996 en Amán, Jordania, cuando Darwish esperaba el permiso de Israel para establecerse como residente en Ramallah, Cisjordania.
Darwish es una figura excepcional, pero su historia también podrían contarla cientos de miles de palestinos que vivieron esa ruptura marcada por la guerra de 1948, así como sus hijos y sus nietos.
Este martes, los palestinos conmemoran 70 años de esa guerra causada por el establecimiento del Estado de Israel, más conocida como la "Nakba", la "catástrofe" causada por el establecimiento del Estado de Israel y el consecuente conflicto que hoy sigue generando muertes.
Una de las historias que recuerdan a la del poeta Darwish es la de Zana Nieri, un palestino cristiano que también sobrevivió a la "Nakba".
"Tenía siete años, estaba con mi padre en la tienda que teníamos cerca del barrio de Musrara, en Jerusalén, que ahora es parte de Israel y antes parte del mandato británico (de Palestina)", recuerda con sus profundos ojos azules.
La familia Nieri era la propietaria de una tienda próxima a donde ahora se sitúa la Municipalidad de Jerusalén. También tenían dos viviendas, una en la planta de arriba de la tienda y otra pequeña casa en la Ciudad vieja, en donde su padre prefería que durmiera su madre, debido a "los problemas de aquellos años".
Tuvieron que huir de su casa cuando vieron que el ejército británico se estaba retirando para permitir el establecimiento del Estado de Israel. A Zana su padre lo tomó de la mano, cerró la tienda sólo por fuera - porque creía que iban a volver a Musrara en unos cuantos días- y lo llevó hasta la Puerta de Jaffa (una de las siete que que tiene la Ciudad amurallada de Jerusalén). Una vez cruzaron, de repente supieron que estaban bajo ocupación israelí.
Así rememora Zana Nieri lo que ocurrió ese 15 de mayo de 1948, cuando Israel tomó tres cuartas partes de la histórica Palestina y convirtió a más de 700.000 palestinos en refugiados en otros países o desplazados dentro del territorio que quedó tras la guerra.
Cuenta que cuando a su padre le quitaron la tienda en el 48, éste se quedó sin empleo y cada uno de sus tres hermanos al finalizar la escuela tuvieron que empezar a trabajar, lo que les alejó de tener una educación superior.
A pesar de eso, Zana logró convertirse en profesor de matemáticas y química y ha enseñado durante años en tres escuelas de Jerusalén. "Somos gente normal que quiere una vida mejor para nuestros hijos. Hay un dicho que dice: no me preguntes por qué estoy aquí, no lo sé, solo sé que tengo que dejar este mundo mejor de lo que lo encontré. Ese es nuestro dogma", asegura el profesor.
Zana ha vivido todas las guerras, los atentados, las protestas y las intifadas que se han desencadenado desde que estalló el conflicto árabe-israelí en el 48. Se ha enterado de la muerte de miles de palestinos como él, que nunca perdieron la esperanza de volver algún día a sus hogares.
70 años después de la "Nakba", Zana y su familia no han regresado a Musrara. Nunca volvieron a su tienda ni a sus casas.
Zana aún conserva el anhelo de volver algún día. "Espero que haya paz, pero tienen que entender que tengo derecho a reclamar, y eso nos lo han negado. No tenemos problemas con los judíos, ni con su gente. Tenemos un problema con el sistema, con su clase política", aclara.
Los más de 700.000 palestinos que fueron expulsados de sus hogares tras la guerra de 1948 pasaron a ser refugiados en otras regiones. Ese número ha ido creciendo, con la progresiva anexión de tierras palestinas por parte de Israel. Hoy se estima que los refugiados son más de cinco millones y se distribuyen en los campos donde opera la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y Gaza.
Siete décadas después de la catástrofe, dice Zana que la perspectiva que los jóvenes palestinos tienen del conflicto no es la misma que tenían sus abuelos. "Las nuevas generaciones tienen una agenda diferente, la política no está presente en sus vidas como lo estuvo en las nuestras", asegura.
Sus palabras, sin embargo, contrastan con las masivas protestas que por estos días impulsan miles de palestinos en la Franja de Gaza. Solo en la víspera de la conmemoración de la "Nakba", alrededor de 60 manifestantes murieron bajo fuego israelí.
La conmemoración ocurre en un contexto desolador: mientras mueren decenas de palestinos en las protestas se celebra al mismo tiempo la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, y la declaración unilateral por parte de Washington de esta ciudad como la capital israelí promete incrementar la conflictividad en Oriente Medio.
Para Zana Nieri, todo el asunto de la desposesión y el histórico conflicto entre Israel y Palestina es una cuestión de intereses y dinero. Añade que desde afuera es fácil hablar, pero para los que están envueltos en la historia resulta más difícil. Pocos saben lo que significa vivir 70 años en medio de un conflicto que parece no tener fin y esperando el momento de regresar a su tierra.
Lejos de donde tiene lugar la conversación con Zana Nieri, en pleno centro de Ramallah un coche con el volante en la derecha, de la época del mandato británico, da vueltas mientras emite una música que rememora la pérdida de la tierra de Palestina. En las calles de esa ciudad donde está el gobierno palestino y sus autoridades, se han colgado carteles en los que aparecen unas llaves que simbolizan las casas que les fueron "arrebatadas" a los palestinos en 1948 y, junto a ellas, el número 70. Una imagen que pretende movilizar masas durante estos dos días de protestas.
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