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¿Cómo el cacao se ha convertido en una alternativa a los cultivos ilícitos y a la ganadería en Colombia?

En San Vicente del Caguán, una de las zonas más afectadas por el conflicto armado, cientos de familias apuestan por el cultivo de este fruto, en el que han encontrado un negocio rentable y más amigable con el medio ambiente.

Emma Jaramillo Bernat  | 15.06.2022 - Actualızacıón : 01.07.2022
¿Cómo el cacao se ha convertido en una alternativa a los cultivos ilícitos y a la ganadería en Colombia? Mario Vargas, uno de los agricultores que le apostó al cacao en el municipio de San Vicente del Caguán, en el departamento del Caquetá, en Colombia. (Juancho Torres - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

San Vicente del Caguán es uno de los municipios de Colombia que más se ha relacionado con el conflicto armado. En esta región se realizaron los fallidos diálogos de paz entre el Gobierno del expresidente Andrés Pastrana y la extinta guerrilla de las Farc, entre 1999 y 2002. 

Mediante los diálogos se buscaba una salida negociada a un conflicto de décadas, para lo cual las Farc pidieron una “zona de despeje” -también llamada “zona de distención”- que estuvo conformada por los municipios de San Vicente del Caguán, en el Caquetá, y por La Macarena, Mesetas, Vista Hermosa y La Uribia, en el departamento del Meta. 

No obstante, esta zona fue bastante cuestionada ya que se denunciaba que aquel territorio funcionaba como una república independiente: la guerrilla imponía sus propias reglas y se denunciaba que desde allí gestionaba todas sus operaciones ilícitas, como tomas de poblaciones, secuestro y narcotráfico. El cese al fuego -respetado por ambas partes- solo se mantenía en esa zona, mientras en el resto del país continuaban los enfrentamientos. 

Debido a esto, y con la confianza rota, las negociaciones no avanzaron como se esperaba. En el medio quedó la población civil, atrapada entre dos fuerzas: por un lado, a merced de este grupo armado, y por el otro completamente abandonada por el Estado. 

Esta zona funcionaba bajo su propia lógica, y se convirtió en una de las regiones con mayor presencia de cultivos ilícitos, con los cuales la extinta guerrilla financiaba su guerra. 

El experimento del Caguán fue abolido el 20 de febrero de 2002, por orden del mismo Pastrana, ante los pocos avances que se pudieron lograr, y las Fuerzas Militares entraron y retomaron el control de la zona.

Pero los cultivos ilícitos ya estaban asentados y aquella forma de subsistencia, pese a su ilegalidad, había calado muy profundo entre una población campesina que se había adaptado y que no encontraba otras oportunidades o formas de sustento. 

Sin embargo, a raíz del Acuerdo de Paz firmado en noviembre del 2016 entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las Farc –que finalmente sí se pudo lograr, pero para el cual fueron necesarios otros 15 años de conflicto, otros Gobiernos e intentos fallidos–, han ido surgiendo nuevas alternativas. 

El producto que más éxito ha tenido en la historia reciente de la región es el cacao, un árbol nativo de regiones tropicales y subtropicales de América, y el cual la población ha empezado a considerar como una forma de ingresos rentable. 

Además, no tiene los problemas de otras iniciativas que se han intentado en la zona, como el cultivo de sacha inchi o de varios frutos amazónicos, cuya cadena de comercialización se rompía y por tanto la gente se quedaba con los cultivos sembrados. 

“Entonces eso hacía que la gente dijera: o es la ganadería, que tiene la compra asegurada, o también es un ilícito, que es ilegal pero la gente me la compra”, asegura Andrés Morales, coordinador técnico del Comité de Cultivadores de Cacao (Comicacao).

Con el cacao, en cambio, se fue armando un circuito de producción completo, en el que mediante alianzas los agricultores tenían la certeza de que habría un comprador. 

Morales le explicó a la Agencia Anadolu que “ha sido un trabajo de educación. Ha sido un trabajo de poder comenzar a demostrar que hay otros sistemas productivos que pueden ser rentables y que tienen una comercialización asegurada”. 

“Tenemos que partir de la realidad que tenemos en el territorio. Es un territorio que tiene una cultura ganadera, sobre todo. Entonces el fomento de la cacaocultura se ha dado por medio de apoyos”, añade Morales. En ese sentido, los cultivos han prosperado gracias al esfuerzo de cooperación internacional y a fondos entregados por el Gobierno.

San Vicente del Caguán es uno de los 170 municipios que hace parte de los Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial, conocidos como los PDE, creados a partir del punto 1 del Acuerdo de Paz y que buscan ofrecerles mejores condiciones de vida a los 6,5 millones de habitantes que residen en estas zonas.

Estas familias tienen asegurada la venta del grano en baba al Comicacao, comité al cual están afiliadas y el cual se encarga de transformar dichos granos gracias a un centro de acopio en el que se estandariza el producto. Luego este se le vende a la Compañía Nacional de Chocolates.

Andrés resalta que a “algunos asociados ya les ha empezado a ir bien con la cacaocultura. Se han dado cuenta de que es rentable”. A ellos se les compra todo el cacao que salga, desde que se cumpla con la normativa y desde que tenga la calidad que se requiere. 

“A esto hay que meterle mucha plata -asegura Mario-, porque hay que sembrar el arbolito, abonarlo, que crezca, que él vaya dando su edad para que él empiece a producir. El incentivo es que en lugar de coger un camino ilícito, cogí el camino del cacao… ¿Qué es lo ilícito? Sembrar coca, sembrar amapola, y eso es una planta que es veneno para usted, para mí y para todos. Y eso se da mucho aquí en el Caquetá, demasiado, demasiado, porque es una planta fácil”.

Además está convencido de que con esto también favorece al medioambiente, ya que San Vicente del Caguán es el municipio con la tasa más alta de deforestación en el departamento, con 16.872 hectáreas de bosque perdido.

Mientras que la ganadería tiene un mayor impacto ambiental, el sistema silvopastorial mediante el cual han sido plantados los árboles de cacao -y que ha sido implementado por 163 familias- permite conservar 4.000 hectáreas de bosques con los que se mitigan los efectos causados por la deforestación. 

Este bosque les da hábitat a especies de fauna de la región que, a su vez, se conectan con el río Pato, que es hogar de fauna endémica, entre la que se destacan especies de aves, mamíferos y reptiles. 

El mayor beneficio se debe que el cacao genera rentabilidad en áreas de terreno menores en comparación con la ganadería extensiva, que es una de las grandes responsables del cambio climático, en una zona que históricamente ha sido considerada la despensa ganadera del Caquetá. 

Albeiro Artunduaga, administrador agropecuario y el encargado de asesorar a los productores de cacao en la zona, asegura que otro de los beneficios del cacao es que tiene una gran proyección internacional. 

Aunque la cosecha puede tardar entre 18 a 24 meses para que los árboles empiecen a dar frutos, resalta que el cacao “es una fuente de antioxidantes, de polifenoles, una cantidad de alimentos que son muy valorados a nivel internacional”, y por eso tiene una gran salida en el mercado. 

“Y especialmente el cacao de esta zona -añade- porque estamos en una zona amazónica, o una zona de transición entre la Amazonía y la zona andina, entonces hay mayor biodiversidad, y esa biodiversidad hace que nuestro producto sea más valorado y tenga mejores cualidades”. 

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