¿Cómo se explica la victoria de políticos tradicionales y derrota de Bolsonaro en las elecciones municipales de Brasil?
La primera vuelta de las elecciones municipales del pasado domingo en Brasil estuvo marcada por la abstención, y la derrota de los candidatos respaldados por Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva.

Brasil
Por: Federico Cornali
La primera vuelta de las elecciones municipales que se llevó a cabo el pasado domingo en Brasil para definir alcaldes y concejales en 5.569 ciudades demostraron el crecimiento y el empobrecimiento de las principales fuerzas políticas, lo que traza un escenario diferente de cara a las elecciones presidenciales de 2022. La ola de la “nueva política”, que llevó a Jair Bolsonaro a la presidencia, perdió aliento frente a un electorado desconfiado que, esta vez, evitó a las caras nuevas y prefirió apostar a la experiencia, a los “viejos conocidos”.
Debido a la pandemia por la COVID-19, a una disputa un poco más fría de lo que fueron las presidenciales de 2018 y a un electorado desmotivado con sus representantes en medio de la crisis, la abstención de un 23,24% de los ciudadanos habilitados para votar fue la mayor de los últimos 20 años en el país.
“La tasa de abstención para esta primera vuelta creció tanto que nuestro país puede haber adoptado, de manera informal, el voto opcional”, dice a la Agencia Anadolu Antonio Lavareda, licenciado en ciencias políticas, al retratar la abstención en medio de la obligatoriedad del voto en su país. “Y quienes no fueron a votar esta vez, probablemente tampoco irán la próxima si no se sienten motivados”, agregó.
En medio del desinterés o del hartazgo de los brasileños, la primera vuelta de las elecciones municipales fueron un test para Bolsonaro, que buscará la reelección en 2022. La prueba de capital político estuvo lejos de ser aprobada por el presidente. De hecho, las urnas parecen haberle dado un fuerte golpe al mandatario de extrema derecha porque ninguno de los candidatos que apoyó fueron electos en las principales ciudades.
De las seis capitales de estado en las cuales Bolsonaro se involucró con algún aspirante a la alcaldía, cuatro perdieron sus chances el pasado domingo y apenas dos tendrán una nueva oportunidad en la segunda vuelta, que se llevará a cabo el 29 de noviembre.
El principal nombre de Bolsonaro en esta contienda era Celso Russomanno, del partido Republicanos, que buscaba convertirse en alcalde de Sao Paulo. Sin embargo, el candidato del presidente terminó en un decepcionante cuarto lugar.
Para empeorar el panorama del Gobierno federal, quienes se debatirán por la capital paulista serán Bruno Covas (del Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB) y Guilherme Boulos (Partido Socialismo y Libertad, PSOL); el primero es el actual alcalde de la ciudad y aliado del gobernador del estado, Joao Doria, enemigo declarado de Bolsonaro. Boulos, por su parte, representa a la izquierda y, a pesar de no formar parte del Partido de los Trabajadores (PT), tiene el apoyo del expresidente Lula, otro de los “innombrables” dentro del Palacio de Planalto.
En Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, el candidato bolsonarista Bruno Engler no tuvo una mala votación, pero estuvo lejos de impedir la reelección de Alexandre Kalil, del Partido Social Democrático.
Los candidatos del presidente también quedaron en el camino en Recife, capital de Pernambuco, y Manaus (Amazonas). Por su parte, en Río de Janeiro, Marcelo Crivella, aliado al presidente y actual alcalde de la capital fluminense, tendrá una segunda vuelta difícil ante el favoritismo de Eduardo Paes, exgobernador del estado.
En Fortaleza, capital de Ceará, otro de los favoritos del Planalto, Capitao Wagner (Capitán de Reserva de la Policía Militar y afiliado al Partido Republicano de Orden Social), parece ser el que tiene más posibilidades de ser electo alcalde entre los candidatos respaldados por Bolsonaro, ya que en primera vuelta cayó ante Sarto Nogueira, del Partido Democrático Laborista, por una corta diferencia (35,72% vs. 33,32%).
En total, Bolsonaro declaró su apoyo de forma abierta a 59 candidatos (44 concejales, 14 alcaldes y un senador por votación excepcional en Mato Grosso) y, en su mayoría, los resultados fueron negativos. Inclusive Carlos Bolsonaro, hijo del presidente, obtuvo su reelección como candidato a concejal en Río de Janeiro, pero perdió 35.000 votos en comparación a los que obtuvo en 2016 y quedó en segundo lugar, por detrás del opositor Tarcisio Motta (PSOL).
El sábado, Bolsonaro llegó a publicar un tweet con la lista de los candidatos que apoyaba, pero el posteo fue borrado 24 horas más tarde, tras el revés general en los resultados. El presidente se manifestó el domingo por la noche y minimizó el efecto adverso, declarando “una histórica derrota de la izquierda” y asegurando que la “ola conservadora llegó para quedarse”.
“En 2022 estoy seguro de que las urnas consolidarán nuestra democracia con un sistema electoral mejorado”, dijo el mandatario brasileño, deslizando una vez más la posibilidad de cambiar el sistema de voto electrónico -que en su consideración es frágil y vulnerable a fraudes- por las boletas de papel.
Pero más allá del fracaso de los candidatos apoyados por Bolsonaro, los grandes vencedores de las elecciones municipales fueron los partidos que corresponden a la centroderecha, principalmente Demócratas (DEM), una sigla que parecía haberse extinguido durante los años de mandato en la presidencia del PT y que el domingo conquistó tres importantes capitales de estado: Salvador (Bahía), Florianópolis (Santa Catarina) y Curitiba (Paraná). Además, podría quedarse con Río de Janeiro (con la fórmula de Paes) en la segunda vuelta y con una capital del norte, Macapá (estado de Amapá), donde no se celebró la primera vuelta por un apagón generalizado que lleva más de dos semanas. Allí, su candidato es Josiel Alcolumbre, hermano del presidente del senado brasileño, Davi Alcolumbre.
“La verdad es que DEM superó todas las expectativas. Es un partido antiguo, uno de los más antiguos, de hecho, pero tuvo la capacidad de renovarse. Porque no es suficiente con ser de izquierda, del centro o conservador; lo que se necesita es mostrar algo nuevo, y Demócratas lo consiguió; ahora nadie podrá quitarlo del medio de las conversaciones rumbo a las elecciones presidenciales de 2022”, indicó Ricardo Caldas, profesor del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Brasilia (UnB), en un análisis público.
En total, DEM conquistó 424 municipios (152 más que en 2016), convirtiéndose en el partido de mayor crecimiento si se lo compara con su actuación de cuatro años atrás. Otros partidos de centro que también obtuvieron buenos resultados fueron Progresistas (PP), que se quedó con 682 ciudades; Republicanos, que ganó en 208 municipios, y el pequeño Avante, que venció 79 alcaldías (en 2016 solo tenía 12).
Pero Bolsonaro y sus aliados no fueron los únicos perdedores de la jornada electoral. Una vez más, el Partido de los Trabajadores (PT), que llevó a Lula y Dilma Rousseff a la presidencia de Brasil, volvió a perder relevancia ante las urnas. Tras haber conquistado 254 municipios en 2016, el PT consiguió 178 esta vez, con un ejemplo claro, el de Jilmar Tatto, candidato a alcalde en Sao Paulo que terminó en sexto lugar (8,65% de los votos), en lo que significó la peor elección del partido en la capital paulista desde 1988.
“Acabo de hablar con Boulos, a quien considero como mi hermano pequeño. Le deseé suerte y le dije que puede contar conmigo para la segunda vuelta en Sao Paulo”, escribió Tatto, reivindicando su apoyo hacia el candidato del PSOL que fue, sin dudas, el partido de izquierda que mejor desempeño tuvo en las elecciones municipales. “Todos los electores que votaron en el PT, todos los electores de izquierda, los progresistas, los que quieren restablecer la democracia en Brasil, ahora tienen el compromiso de votar en el compañero Boulos para alcalde de Sao Paulo”, escribió Lula en Twitter, adhiriendo a las palabras de Tatto.
“El fracaso del PT muestra que la izquierda tiene que reorganizarse y, cuando vayan a sentarse en la mesa, el PDT y el PSOL serán los fortalecidos, los que impondrán las condiciones, lo que cambia la postura que esos partidos traían hasta ahora. Ambos grupos, sobre todo el PSOL, plantearán una conversación diferente frente al PT, otrora todopoderoso y hegemónico de la izquierda brasileña”, detalla a la Agencia Anadolu Humberto Dantas, doctor en ciencias políticas de la Universidad de Sao Paulo (USP)
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El freno que le pusieron los votantes a los extremismos, de izquierda y de derecha, se vio reflejado también en apuestas menos arriesgadas, alejadas de la ola de la “nueva política”, de los outsiders (que venían desde afuera del terreno político). Eso se refleja en el dato que marca que en 26 capitales, seis candidatos obtuvieron la reelección en primera vuelta.
“Fue la jornada de las costumbres, de los políticos tradicionales, de la continuidad. La pandemia que asola a todo el planeta hizo más visibles, para bien y para mal, las acciones de los alcaldes, lo que puede haberles facilitado el pleito, sobre todo, a los que fueron por la línea de la ciencia y respetaron el trabajo de los equipos de salud”, explicó a la Agencia Anadolu el analista político Mauricio Moura.
En sintonía con Moura, Dantas dice que los votantes brasileños huyeron de la polarización política y optaron por candidatos con ideologías políticas más cercanas al centro. “Donde no vimos que se mantuvo el poder actual, vimos el retorno de gestiones anteriores. Existe una percepción de que ante el actual escenario, esas gestiones anteriores parecen más confiables, aunque no hayan tenido excelentes desempeños. Se trata de escoger políticos ya conocidos, relativamente confiables”, opinó.
“Fueron elecciones crueles para los novatos; ser nuevo en la política, venir desde fuera del ambiente, no estar contaminado con viejas prácticas no fue suficiente”, sostiene Ricardo Caldas. “Los votantes siguen queriendo nombres diferentes, sangre nueva, pero es mejor si estas nuevas caras están dentro de partidos tradicionales, a diferencia de lo que venía sucediendo en elecciones anteriores”, agregó el profesor.
Si bien el nuevo diseño del mapa electoral brasileño parece dejar el juego abierto para las elecciones de 2022, aún “falta mucho para sacar conclusiones en un país muy dinámico”, según la opinión de los especialistas.
Bolsonaro y Doria, quienes sostienen una feroz lucha por la presidencia, no pueden mirar hacia otro lado ya que durante las elecciones municipales tuvieron importantes tropiezos; el presidente apostó y perdió a la hora de apoyar a sus candidatos, mientras que el gobernador paulista debió “esconderse” para que sus altos niveles de rechazo no jugaran en contra de la campaña de Bruno Covas. También Lula y el PT deberán bañarse en humildad para reconocer que han retrocedido 20 años en el tiempo y, para no seguir perdiendo terreno, será necesaria una coalición con partidos de izquierda más fortalecidos, como por ejemplo el PSOL, que tiene una oportunidad histórica con Boulos en la capital paulista.
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