La increíble vida de Luciano Pavarotti en la gran pantalla

Cuando le preguntaron a qué se dedicaba su padre, la hija de Luciano Pavarotti tuvo que admitir, con mucha pena, que era un ladrón, pues salía de casa siempre en la noche y usaba unos disfraces y barbas postizas. La verdad era que Pavarotti, considerado el tenor más célebre de la historia, salía a ensayar sus óperas cuando apenas comenzaba su carrera antes de convertirse en una leyenda.

Historias tan personales como esta son las que presenta ‘Pavarotti, la voz, el hombre, el drama, la leyenda’, un documental realizado por el ganador del Oscar, Ron Howard, que narra la vida del extraordinario cantante que alcanzó la gloria y se convirtió en una estrella mundial por acercar la ópera al mundo.

Pavarotti nació en Módena (Italia) en 1935, donde creció escuchando a su padre, un panadero que cantaba en el coro de la iglesia y que para Luciano siempre fue muchísimo mejor que él. Su padre le recomendó estudiar algo ya que ganarse la vida con la música era bastante difícil, así que decidió ser maestro de escuela, pero cuando llegó el momento de decidir su trayectoria profesional, su madre le pidió que se decidiera por el canto, pues cuando cantaba ella sentía algo hermoso que no notaba cuando escuchaba a su padre.

La fama lo alcanzó cuando el público lo veía llegar a un Do agudo con muchísima facilidad, algo que requiere años de trabajo y técnica vocal. Desde entonces, la vida del tenor se convertiría en un mágico recorrido que lo acercó a todo tipo de música y artistas, como U2, Eros Ramazzotti, Sting, Andrea Bocelli, Celine Dion, Elton John, Frank Sinatra, Michael Jackson, Barry White, Bryan Adams, Spice Girls y Deep Purple, entre otros.

También fue un filántropo e hizo escuelas de canto en zonas de guerra, como la que construyó en Bosnia en medio de la Guerra de los Balcanes, y se volvió íntimo amigo de grandes líderes mundiales como la princesa Diana de Gales, Bono y Nelson Mandela. Viajó a todos los rincones del mundo, casi siempre alejado de su familia, con el único propósito de llevar la ópera hasta los más recónditos lugares del planeta.

El documental muestra esa doble faceta del artista, obligado a salir al escenario a entretener a miles de personas mientras vivía un drama familiar por dentro. Tal vez por eso las imágenes que más recordamos de Pavarotti son esa figura bonachona coronada por una incansable sonrisa. Sin embargo, el documental se acerca a su vida amorosa, muchas veces perseguida por la prensa, a sus relaciones con sus hijas y sus más cercanos amigos y colegas.

Sin duda, la imagen más valiosa de esta pieza audiovisual es la primera escena, con la que inicia el documental. Pavarotti recorre el río Amazonas con el propósito de llegar al Teatro Amazonas de Manaos, un escenario icónico de la ópera mundial donde cantó Enrico Caruso, su ídolo de infancia. “¡Conocer el teatro y no cantar es un pecado!”, dijo, según Mario Adolfo, periodista de Manaos y quien fue testigo del inusual evento.

Por eso tuvieron que buscar a alguien que abriera el teatro, que parecía abandonado, y una vez allí frente a un público de cinco o siete personas, entre ellas el personal de limpieza, y acompañado de un piano, cantó una opereta. Ese 1 de marzo de 1995 fue la única vez que Pavarotti cantó en el majestuoso escenario de la ciudad brasileña, evento registrado en una pequeña cámara que llevaba su esposa, Nicoletta Mantovani, y que este documental rescata de manera sorprendente.

Howard y su equipo revisaron archivos de decenas de entrevistas de Pavarotti y realizaron 53 entrevistas con familiares, estudiantes, compañeros de ópera y estrellas de rock, administradores, promotores y otras personas que ayudaron a trazar su trayectoria profesional. Además, el documental tiene tecnología Dolby Atmos que permite capturar con mayor fidelidad esa vibración en los oídos cuando el tenor alcanza un Do agudo.

El director del documental vio muchos conciertos del cantante y se sorprendió por la profundidad emocional que tenía el tenor. En especial, lo conmovía la mirada de Pavarotti cuando cantaba: “Extrae emociones profundas de un dolor personal con el que se conecta. No importa quién seas, su pureza te conmociona”, asegura Howard. “No solo es una voz extraordinaria. Su talento tiene que provenir del corazón. Solo así se logra que las interpretaciones sean tan auténticas y que resuenen para siempre”, concluyó.

Pese a abandonar la docencia al inicio de su carrera, Pavarotti se convirtió en un maestro mundial de la ópera. Daba clases magistrales y guiaba a otros cantantes que apenas estaban empezando. Su objetivo en la vida era expandir la lírica al mundo para que más gente se enamorara de la ópera. Por ejemplo, la llevó por primera vez a China y llenó sin problema el Madison Square Garden haciendo recitales líricos y no óperas. “Tengo la esperanza de que nuestro documental ayude a continuar ese trabajo de llevar la belleza a la mayor cantidad de gente posible en el mundo”, asegura Howard.

Aunque Pavarotti murió en el 2007, sigue siendo un artista excepcional con una personalidad fascinante y una historia de vida poco conocida. Este documental, en pocas palabras, es un redescubrimiento de esa figura bonachona y sonriente que hizo comerciales de tarjetas de crédito y se convertiría en uno de los intérpretes más grandes de la historia de la ópera y una celebridad icónica de los años 90.

«Pavarotti, la voz, el hombre, el drama, la leyenda» llegará a Colombia en exclusiva gracias a Cineco Alternativo, que ya abrió la boletería en preventa, y se presentará en unas pocas funciones del 16 al 22 de septiembre en las principales ciudades del país.