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El organista croata que combatió con música el silencio de la guerra

Pavao Mašić, quien se acercó a la música cuando su pueblo quedó prácticamente desértico por el conflicto, se presentará este sábado en la capital colombiana, en el marco del ciclo ‘Bach en Bogotá’.

Emma Jaramillo Bernat  | 16.06.2018 - Actualızacıón : 16.06.2018
El organista croata que combatió con música el silencio de la guerra El organista croata Pavao Mašić ensaya en la Catedral Primada de Bogotá para un concierto que dará el sábado 16 de junio, a las 4:30 p.m., en el marco del ciclo de conciertos 'Bach en Bogotá'. (Emma Jaramillo - Agencia Anadolu)

BOGOTÁ, Colombia

Por: Emma Jaramillo Bernat

Pavao se sienta frente al órgano como un piloto frente a la cabina de un avión. Solo que los botones y los pedales que manipula no controlan la velocidad, la altura o la presión, sino que de cada uno salen sonidos graves, vibrantes, agudos.

El órgano es un instrumento sumamente complejo, tanto que en sus orígenes los organistas necesitaban de dos asistentes, uno a cada lado, para que los ayudaran a manipularlo, aunque nunca quedaban del todo satisfechos, porque muchas veces sus colaboradores no encontraban la nota justa, el momento preciso. Siglos después, al organista croata Pavao Mašić le basta con abrir un cajón, oprimir unos números y controlar el sonido mediante una computadora.

Quizá sean esos comandos y compartimentos secretos los que hacen que este instrumento sea llamativo para los niños, “porque ellos no tienen miedo”, o al menos eso es lo que percibe Pavao en sus estudiantes. Para ellos es un misterio –un juego– ver cómo esos botones generan sonidos en tubos distantes por los que fluye el aire.

De hecho fue así como él mismo, a sus once años, descubrió la música, explorando los instrumentos abandonados de la iglesia de Šibenik, su pueblo natal, del que había huido la mayoría de la población por la ocupación serbia.

Hoy, 26 años después y convertido en un reconocido músico, atraviesa el océano Atlántico por primera vez para dar un concierto en la capital colombiana, Bogotá, una ciudad que le resulta difícil imaginar porque, según dice, “no tiene imaginación” para pensar que en una sola ciudad pueda vivir más del doble de la población de todo su país, que tiene poco más de cuatro millones de habitantes.

Allí es donde Pavao se presentará este sábado, en la Catedral Primada de esa enorme ciudad, a las 4:30 p.m., en el quinceavo concierto del ciclo ‘Bach en Bogotá’. Esta iniciativa busca acercar la música del compositor alemán Johann Sebastian Bach a los bogotanos mediante 18 conciertos gratuitos, así como darle vida, de la mano de los organistas más reconocidos del mundo, al recientemente restaurado órgano de la catedral.

Sentado en uno de sus bancos, Pavao nos habló sobre Bach, la música y la guerra.

¿Recuerda cuál fue su primer contacto con la música?

Me gustaba cuando iba al colegio. Me gustaba la melódica, que es un teclado y tú vas soplando, pero nunca pensé que me iba a dedicar a eso. Después hubo una guerra en nuestro país y muchas familias huyeron. En la iglesia a donde iba había un órgano, pero no había quién lo tocara. La mayoría de la gente había huido a Zagreb, donde era más seguro. También había otros instrumentos abandonados, porque allí solían enseñarles música a los niños, pero ya no había nadie más a quién enseñar.

Nuestro pueblo estuvo bajo ocupación por dos o tres semanas, me acuerdo. Yo tenía once años. El sacerdote vio que yo me paseaba por los instrumentos y los tocaba, aunque nadie me había enseñado. Entonces me dijo que por qué no intentaba tocar en la misa de Navidad, en la medianoche, así la gente podía cantar con algún acompañamiento. Y así fue como empecé, en la Navidad de 1992.

Decía que su ciudad estuvo ocupada, ¿cómo recuerda esa ocupación?

Estuvo ocupada por los serbios, porque tuvimos una guerra con Serbia. Nos separamos de Yugoslavia porque era una unión artificial. Por ejemplo, los eslovenos tienen una lengua completamente diferente, los serbios también. Entonces hubo un referendo en el que se le preguntó a la gente si quería separarse de Yugoslavia, y la gente decidió que sí, pero el Ejército seguía en nuestras ciudades, porque estaba controlado desde Belgrado.

Recuerdo que estaba en un refugio porque había ataques aéreos, salí a la calle y no había nada. ¿Te puedes imaginar las calles sin nadie, sin carros, sin personas? Había un completo silencio. Nunca volví a escuchar algo así, nunca en mi vida, pero fue algo muy especial, porque es como no oír nada. Fue muy extraño, pero yo me quedé impresionado por ese silencio. Algunas personas dicen que eso está conectado con la música, que la música está conectada con el silencio.

¿Y en qué momento decidió que iba a dedicar su vida a esto?

De alguna manera como que la vida me llevó hacia la música. Por lo general son los padres quienes deciden que sus hijos vayan a una academia. Tenía compañeros que no querían ir a estudiar, pero yo simplemente me enamoré de la música y con el órgano te puedes sentar a explorar cómo suena aquí y aquí, además en mi ciudad natal había instrumentos muy viejos, algunos de 1750, que tenían teclas de madera. Todo es tan antiguo que solo con tocarlo ya estás conectando con algo que no pertenece ni a tu generación ni a tu época. Cuando tocas un instrumento tan antiguo es como viajar en el tiempo. Y también está la manera en la que lo practicas. Siempre estás solo, en una gran Iglesia, todo está oscuro. De alguna manera tu oído es más agudo, es diferente que solo sentarse en un cuarto y practicar el piano. Así que puedo entender a mis colegas que no querían ir a estudiar, pero yo estaba obsesionado. Y entre más avanzaba, más descubría.

¿Qué es lo que le obsesionaba de la música?

Es casi imposible tocar toda la música a lo largo de tu vida, así que se pone un poco loco. Creo que te puedes obsesionar. Hay muchos instrumentos que se inventaron en el siglo XIX, así que no hay música para ellos antes de ese siglo, pero para los organistas hay demasiada música. Para mí es como un diálogo con la gente de otras épocas. ¿Por qué compuso esto?, ¿por qué eligió este tono y no este otro?

Ahora va a participar en un ciclo de conciertos sobre Bach. También grabó un CD que se llama 100% Bach. ¿Es Bach su compositor favorito?

Bueno, a mí me gusta muchísima música, pero la música de Bach es demasiado perfecta. Miras a otros compositores de su tiempo, a sus colegas más viejos o a los que fueron sus pupilos y de alguna manera se ve su impotencia, que intentaron alcanzarlo. Él nunca fue a la universidad, nunca obtuvo un diploma, y algunos lo criticaban por componer música tan complicada sin tener un título, pero quienes lo criticaban nunca llegaron a escribir mejor música que él. Yo creo que de alguna manera él estaba bajo presión para demostrar que podía hacer cosas muy buenas, aunque no tuviera un diploma.

Cuando tenía 50 años publicó su primera pieza musical, porque en esa época había que pagar para poder hacer una publicación de este tipo. Y tú puedes ver que empezó a publicar música que nadie le pidió, porque en esa época los músicos tenían una especie de jefe, que era un conde o alguien de la nobleza, y él decía: mañana es mi cumpleaños, tienes que componer un tema para mi cumpleaños, así que los músicos componían bajo el mandato de otra persona, pero lo que Bach escribió en sus últimos años fue porque quiso, nadie le dijo que lo hiciera, y siempre intentó no repetirse a sí mismo, siempre intentó ser original.

Los zapatos de Pavao tienen un centímetro más de tacón, para poder presionar los pedales.

¿No se vuelve demasiado compleja la música barroca?

El año pasado toqué una gran pieza de él, la última que escribió, El arte de la fuga, que tiene una estructura muy complicada. Es como matemática. Pero cuando la escuchas no ves toda esta arquitectura, como cuando vemos esta catedral, puedo ver las proporciones, pero no sé cómo está sostenido el arco, no sé nada, solo veo algo bello. 

¿Y cree que esta música es tocada para Dios o para la gente común?

No lo sé, pero sí creo que hay una inspiración divina. Es un problema del arte, porque arte viene de la palabra artificial. Digamos que Dios creó algo y nosotros también estamos intentando crear algo, pero de una forma artificial porque no somos Dios. Estás intentando imitar. Por ejemplo, los pintores empiezan con un lienzo en blanco y luego empiezas a ver cómo cobra vida, pero es una copia, como una sombra. Aunque eso no significa que sea malo. Es una manera de hacer parte de la creación. Siempre está ese miedo de morir y que nadie te recuerde, así que queremos dejar una huella que diga que estuvimos aquí.

Cuando subes a la parte de atrás de las iglesias, donde está el órgano, puedes ver muchos nombres, grabados sobre la madera, gente que escribió su nombre y está bien, porque las personas queremos dejar algo de nosotros, especialmente los compositores.

Así que cree que tocar el órgano es una manera de revivirlos…

Sí, para mí siempre es así.

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